LAS MOSCAS
Durante esta semana he podido ver tres tipos de moscas, obviamente, existen de muchos colores y de tantas e infinitas clases, pero hoy, porque el tiempo es justo, les relatarè la aparición de tres moscas.
Todas son: ràpidas, toscas, zumbadoras, pequeñitas, diminutas, cretinas, asqueadas, odiadas, espantadas.
La primera clase de mosca es: la desesperante. Es aquella que queda pegada sobre las cortinas, husmeando por la comida, escalando por las paredes, hacinada en la cocina. Cuando mi mamà, mujer de poca paciencia, observa una desgraciada - así les dice - toma el mantel verde a cuadros y golpea con una fuerza titànica, !grita!, pero el animalito diminuto escapa.
Vuela sigilosamente, anticipàndose a los movimientos lentos de su depredador, vuela, cual ave plumada, sin que le importe el peligro.
Pero mi madre, no se cansa y continua buscándola, encontrandola a la pobre "desesperante" sobre la mesa del comedor. Desde luego, esa diminuta, sabe su destino y vuela otra vez, pero equivocadamente elige las ventanas. En està ocasión, mi mamà es màs cauta y sentencia su muerte. Sin embargo la mosquita, parece divertida y corre, enfadando màs a mi madre, que con rapido esfuerzo, sigue moviendo el mantel de la derecha a la izquierda. A pesar de ello, la violencia, el sadismo y la fortuna, no dejaron paso a la prudencia y esa mosquita que volando rebeldemente jugaba a batir la desafortuna, muere tal como imginarà siglos y siglos atràs en su diminuto cerebro, desesperadamente.
La segunda clase de mosca son: las inquietantes. Ellas vuelan con descaro, cruzan los cabellos finos de los chicos italianos, del profesor italiano y de la chica màs guapa de la clase. Sabe recorrer y empozarse en la pista de aterrizaje màs peligrosa, la piel.
El chico italiano no dubita en golpearse la pierna para espantar y así lo hace, màs escapa. El profesor italiano, quièn dicta una clase difícil, mueve con malgrado las manos y la espanta. En cambio la chica màs guapa de la clase, tomando su cuaderno plastificado azul del pupitre, la reduce a polvo y al finalizar la matanza, lanza un suspiro.
La última clase de mosca es: la agonizante. Aquella decidida a escapar, la que busca salidas, la que no tiene paciencia por nadie y juega con su libertad, con su muerte. Es la que se fija, en sus aleteos una tristeza o quizà una alegria, la que pide auxilio con sus zumbas, con sus desesperados momentos de vida.
Si bien es fuerte, tambièn es dèbil, no soporta el peso del cansancio y en definitiva se deja llevar por la incerteza, el desenfreno y golpea su cuerpo una, dos, tres, cuatro veces en las puertas, en las ventanas y muere lentamente, encogièndose como un dèbil feto arrastrado a su propia suerte de mosca.
Esta es la historia de mis moscas.
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