LLANTO…
Todas las historias tienen principio y normalmente su final, así es todo y mucho más en la vida.
Todos nacen, todos mueren. Básicamente ese es el principio y el fin de toda historia menos de una o de unas.
Hoy escuche los pájaros cantar, su trinar me pareció algo maravilloso y novedoso, la verdad nunca había escuchado el bello canto de estos magníficos animales. Después sentí la calidez de el sol, algo nuevo para mí y me pareció mágico, no podía creer que con solo dos pequeñas cosas que podía admirar, me daba cuenta de lo asombroso que era este mundo. Entonces no entiendo, porque me deslizo con tristeza por el rostro de esta mujer.
No sé cómo es su cara, porque no la puedo ver, pero sé que es anciana, siento sus arrugas mientras la acaricio suavemente.
No era este el modo en el que quería acompañarla, es muy extraño pensar cómo podríamos estar con las personas o como las podríamos ayudar, si ni siquiera los conocemos y eso es lo que sucede cuando alguien esta triste, en ese momento de angustia no los conocemos porque no sabemos nunca que decir o que hacer. Supongo que el momento de tristeza es un momento hecho para estar solo.
Deseo no solo acariciarla sino también consolarla, pero sé que no lo lograre jamás, lo único que puedo hacer, es acompañarla por un pequeño instante y dejar que alguien más la conforte, me complaceré con solo saber que estuve allí para ayudarla a desahogarse y aunque ella jamás lo sepa tratare de llevarme conmigo un poco de su tristeza.
En ese momento un fuerte y helado viento se coló por la ventana llevándose consigo una lagrima que jamás se pudo despedir y nunca llego al borde del rostro de aquella madre que hoy llora el secuestro de su hijo.
Esta es una historia que no tiene fin porque en un secuestro, el final nunca se sabe y en muchas ocasiones ni siquiera llega…
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