Un día el maestro, ya en su lecho de muerte, le pidió al alumno que fuese a verlo. El maestro le pedía que viniera... no cabía más felicidad en el alumno.

Cuando llegó, el maestro le dijo:

- Me alegro de que vinieras. Tengo algo que decirte. Puede ser que no lo entiendas ahora, pues a mí también me ocurrió así cuando mi maestro me lo dijo. Pero era joven y muy estúpido y no lo entendí en ese entonces.

- algo ansioso el alumno le pregunta - qué cosa maestro.

- Nunca, jamas tengas un gato.

Y el maestro murió.

El consejo que le dio a su alumno no hizo más que irritarlo. Él pensaba que le daría algo mucho más valioso, el secreto de la vida, la clave de la iluminación pero... ¿no tener un gato? Qué se supone que significaba eso.

Fue hacia donde estaban los demás y ellos le preguntaron:

- ¿Qué te dijo el maestro?

- Que nunca tuviera un gato - dijo molesto -. ¿Qué significa eso?

- Había allí muchos viejos sabios, y uno de ellos le respondió - Al menos tú eres más astuto. Tu maestro no preguntó a nadie cuando le contaron, por considerarlo un consejo tonto. Pero no lo es en absoluto y te contaré por qué:

"Esta es la historia de un monje muy humilde, dedicado nada más que a las labores del alma.

Pues bien, este monje, sufría la inclemencia de las ratas que roían sus ropas constantemente. Como no tenía con qué comprar otras, la gente del pueblo le regalaba de las suyas cada tanto. Mas, haciéndose la situación insostenible (en ese pueblo todos eran humildes), uno de los pueblerinos le recomendó:

- Para deshacerte de las ratas te recomiendo que consigas un gato.

- ¿Un gato? - dijo el monje.

- Sí. Mira, si te consigues uno él se hará cargo de las ratas y ya no tendrás problemas con tus ropas.

- Lo haré entonces.

Y se consiguió un gato. En efecto el gato hizo su trabajo deshaciéndose de las ratas.

El problema vino después, cuando ya no quedaba ninguna en la choza del monje y éste tuvo que buscar con qué alimentarlo, pues el gato se quejaba tanto que no le permitía meditar tranquilo. Así fue que el monje volvió al pueblo para que le ayudaran con su nuevo problema:

- Debes conseguirte una vaca.

- ¿Una vaca?

- Sí. Ella te dará leche y con ella podrás no sólo alimentarte tú, sino también alimentar a tu gato. Nosotros te daremos una.

- Muchas gracias.

Y el monje solucionó su problema momentáneo. Ahora podía alimentarse él y su gato. Mas, surgió con la vaca un nuevo problema. Debía alimentarla, pero no había césped ahí donde vivía. Así pues, volvió de nuevo donde los aldeanos:

- La vaca debe comer - les dijo - pero no hay césped.

- No te preocupes - le contestaron los aldeanos -. Prepara la tierra y nosotros te ayudaremos a sembrar trigo y otras cosas. Deja, eso sí, una parte para la hierba.

Y así lo hizo el monje. Pero con la siembra debía regar y cuidarlas todo el día. Ya no le quedaba tiempo para meditar. Volvió compungido al pueblo otra vez:

- ¿Qué sucede ahora? - preguntaron los del pueblo.

- Ya no tengo tiempo para nada. A penas si puedo con lo que tengo.

- Ah... pero eso tiene solución. Consigue una mujer y ella podrá ayudarte con las labores del hogar, y tú podrás meditar todo lo que quieras.

En sí la idea no era para nada errada y al monje le pareció de lo más sensata. Buscó entonces una mujer y ambos se fueron a vivir a la choza. Pero pasó lo que tenía que pasar y la mujer quedó embarazada. Ahora sí que el monje no tendría tiempo para meditar, y recordó lo que su maestro le había dicho 'nunca tengas un gato'".

El alumno que oía la historia quedó muy agradecido del ahora entendido y valorado consejo de su maestro.

Un paso, basta un solo paso en una mala dirección para quedar atrapado en un círculo constante de problemas. Puede que lo que parezca en estos momentos una gran solución ser el peor de nuestros errores, el inicio del caos.

Tener más es cargar con más; es bueno tenerlo en mente.

Cada quien dele su propio significado e interpretación.

Esta es una historia sacada de OSHO (desconozco su origen real) y editada por mí (Alonsobetta). Me encantó, y si alguien la lee y le sirve estaré más que satisfecho.