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Nací del cuarto sueño que quinientos bebés tuvieron al mismo tiempo, desde entonces existo, entre el mundo de las ilusiones y el mundo de las desilusiones, tengo muchas formas –cambia conforme me sueñan constantemente -; los primeros Quinientos tuvieron hijos y ahora duermo mientras ellos yacen despiertos, y, cuando el alba cae y las estrellas aparecen rasgando el negro cielo, yo surjo de un mar de tinieblas y tomo forma, pero mi espíritu y mente es uno. Ahora, muchos años han pasado y me he vuelto en una vasija de conocimiento: hombres sabios llamados Lamas me consultan, y, antes que ellos los Iluminados, los hombres capaces de andar por cualquier sendero sin extraviarse, los hombres que fueron… pero los tiempos cambiaron, los hombres cambiaron. No sé por qué, pero ahora tienen un aroma a hierro y plástico pegados a ellos (ese aroma me provoca mareos); tal parece que ellos mismos están mareados.
Una noche de entre las noches –aquella no tenía estrellas ni luna –Sucedió. Nuevamente Quinientos niños vinieron al sueño y aunados en el Páramo Medio, hablamos, jugamos a perseguirnos, construimos castillos flotantes, acercamos la luna (¡Tan grande se veía!) que tocarla podíamos, anduvimos sobre su plateada, creamos un oleaje en las aguas del cielo y navegamos en blancas canoas impulsadas por los vientos solares; sonaba incesantemente el canto de las almas en sintonía y la música ya no estaba en el aire, ahora llegaba a lo más recóndito del alma y dentro de ella los hilos del destino se entrelazaban y creaban nuevas formas, nuevos soles azules, negros, blancos, naranjas y, cuando los colores no ponían orden, las estrellas danzaban en un caleidoscopio de colores que el hombre con sus ojos jamás ha visto.
Pero los niños se fueron.
El día llegó con el calor del sol.
Mil años pasaron y mi alma sintió pesar, la soledad dolía como cortes en mi piel, mis ojos no podían ver nada porque cualquier imagen los dañaba, mis sentimientos querían alejarse de mí, dejarme desnudo en las sombras…
Mil años más transcurrieron y ningún soñador me convocó… entonces comencé a olvidar, lenta y dolorosamente, cada imagen, sentimiento, aroma que perdía me jedaba más desnudo… olvido… olvido hasta que me olvidé de mí mismo. Mi alma, se aquieto, las aguas de mi fuerza no crearon más olas, los montes de mi inteligencia se erosionaron y derrumbaron… solamente la quietud que da el olvido…
Sucedió –cuando no llevaba la cuenta de los años –que Mil Almas Doradas me convocaron. Todos eran hombres-mujeres-niños, eran el todo del hombre y con voces me clamaron. Me agité, retirándome las raíces del sueño, vi sus frentes y en ellas estrellas brillantes, los ojos de los hombres habían cambiado, ahora veían más, me sonrieron… preguntándose dónde había estado.
Me rodearon y entonaron el canto de los Ángeles y la noche se llenó de paz…
-Tu tiempo ha llegado, Debes Salir de la Fábrica de Almas, tú ya estás terminado… ve, y se parte del mundo, ve y se hombre, mujer, águila, halcón… lo que tú quieras… sal, ve el azul de un cielo… pero conocerás los pesares del mundo… sentirás el dolor…
-Más doloroso que la soledad… -dije.
-Pero hallaras cosas hermosas, cosas que ni tu imaginación puede crear…
-¿Qué? –dije con urgencia.
-Cosas que tienen nombre en cientos de idiomas, pero las palabras nada significan sin el sentido que éstas contienen… ya lo sabrás, y más que nada ya lo sentirás. Ve, Alma Nueva, ve al mundo de los hombres, que no te consuma el mundo de las cosas, recuerda, la Vida es una Travesía…
Ellos se acercan un me envuelven nuevamente, entonces siento un tirón y mi mundo colapsa sobre mí mismo.
Pasa el tiempo… entonces veo la luz… una luz que proviene de unas esferas de cristal.
Dos hombres vestidos de blancos, con los rostros cubiertos a medias con tela me miran…
-¿Qué es? –dice una voz femenina, esa voz me intriga… quiero voltear y verla, la luz me hiere, pero la veo yacer en esa capa, sudorosa, pero con una mirada en el rostro que nunca he visto… algo se agita dentro de mi… una emoción que se abre paso a través de la carne como un cataclismo inevitable, entonces, un bramido, un llanto sale de mi boca…
-Un varón, señora, un varón…

Texto agregado el 09-09-2012, y leído por 287 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
10-09-2012 Me encantó! Es una hermosa visión que te contagia al leerla! Felicitaciones! andrurdna
09-09-2012 A ver resulta bonito pero como historia deja un tanto que desear, se podría resumir en dos párrafos. Egon
 
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