Uno de los favores que me ha dado la tierra,
las hojas, el paraiso encantado de mi imaginación, es seguramente dejarme aplastar por el encanto de no saber què sucederà.
Te explico el por què, ayer fue un día fatal para mí. Todo se junto, quise morir, quise que el dolor fuera hondo y se extinguierà y nunca màs apareciera, desee caminar, escapar y no encontrarme encarcelado, como lo estaba en esta casa ajena, europea y rígida.
Todo se junto lector, mis problemas conyugales, con mis hijos, en el trabajo, con la profesión.
!Todo lector!, mi incapacidad de amar, mi incapacidad de hacer el amor, mi incapacidad de seducir, mi incapacidad de sentir.
Señor(ara) Lector, me inclui yo en el problema, y tuve que levantarme de mi camita y caminar despacito porque Cèsar podría levantarse y preguntarse que hacía su padre, a media noche llorando en silencio.
Lector fui testarudo en mi ideas y mi mujer que es de caràcter grueso y opaco, simplemente me observaba, porque para ella era un bueno para algo y para nada, no sabía ni arreglar la electricidad. Le dije que se callarà, Lector, porque estaba cansado de que no comprendiera el dolor profundo que tengo en el corazón, le dije que comprendiera, que no era fàcil empujar esa máquina para limpiar el pavimiento, que no era fàcil lavar tantos platos , que no era fàcil sentirse algo inútil, que no era decente no hacerle despertar una gota de amor.
Mi mujer me dejo sólo, Lector, y me dijo llorón y estúpido.
Lector, no tuve a donde ir, ni supe què hacer, porque me dolían los ojos y estuve desesperado, por eso decidí encender la luz, y dormir así, como si el sol se hubiera aparecido artificialmente. Pero no pude, apreciado lector, no pude y comencè a caminar, a dar vueltas a mi alrededor porque era necesario, era fundamental mover las neuronas.
Mi mujer me decía que era poco fuerte y muy sentimental y se hecho a dormir. Yo le pedí un beso, el cual fue dado de manera mecànica y sin la gota de saliba suficiente para lubricar mis labios.
Entonces, querido lector, salí del cuarto, me fui a la cocina, deseaba lavarme la cara, escupirme un poco los ojos, de repente se hidrataban y pensè en mi.
Lector pensè en mi, en lo que soy y en lo que no soy, pensè en mi escritura, pensè en mis ojos, en mi boca.
Así lector llegue a tí, llegue por pura casualidad, porque tome una hoja del cuaderno viejo de derecho y empecè a decirte, que me dolía el corazón profundamente y que era un hombre demasiado testarudo.
Te contaba que estoy enamorado de mi mujer desde siempre, y para siempre, a pesar de su aburrimiento comprensible. Te decía lector que no me gustan las fotos, porque salgo mal, y que me gusta la pizza por pura habitualidad.
Lector te contaba de mis ídolos que son tal vez pocos, la calle vacía, la gente en mi entorno y mis trabajos.
Lector me sentí acompañado, proponièndome de antemano fabricarme para mí y desde mi latitud, una soledad acompañada, compacta y seria, como la pasta, como el corazón.
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