PENSAMIENTOS EN SOLEDAD
Monte arriba, paso a paso, lentamente,
dando tiempo a que el ganado se apaciente
y apoyado en su cayado va el pastor.
Viejo, triste, pensativo, un poco huraño,
que no tiene más amigos que su rebaño
y un mastín inteligente y corredor, casi humano.
No le gustan las llanuras ni los valles
y prefiere los senderos a las calles
y el silencio de los montes al hogar.
Duerme y sueña sobre el heno del aprisco
y es su vida estar sentado sobre un risco,
caramillo entre los dedos y tocar.
Que en las cumbres está el cielo más cercano
y las nubes se les puede dar la mano
y se ven los horizontes sonreir.
Y él, pastor y viejo, a solas se extasía
penetrado de inefable poesía
viendo el lánguido crepúsculo morir
entre grises temblores de horas postreras
y al rumor de las esquilas plañideras
cuando lentas replegándose ya van.
No le gustan ni los valles ni llanuras
y es feliz pasando el día en las alturas
y la noche en el aprisco con su can.
Allá quedan afanados en sus cosas
los que viven en las urbes populosas
donde reina algarabía de Babel.
Dadle cielo, dadle paz y soledades
amén de sosiego y tranquilidad.
Dadle cimas y trémulas claridades
de horizontes que se cierran. Veréis que él,
monte arriba, paso a paso, lentamente,
danto tiempo a que el ganado se apaciente
y apoyado en su cayado de pastor,
va subiendo cada día, todo el año,
sin tener más compañía que su rebaño
y un mastín inteligente y corredor, casi humano.
Yo, bien quisiera al pastor imitar,
pero mi corazón y mi alma ya están
presos en la gran ciudad.
Josep
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