Oíste? El hombre que hasta el momento no se sentía escuchado recibió como prueba de atención, un si menudo, casi imperceptible y de hecho por compromiso, pues la atención antes muchas veces dispersa, esta vez se centraba en el único punto a tratar. Sucede algo? Pregunto incrédulo, pues cabía anotar que quien escuchaba no era exactamente el mas aplicado de los oyentes, de nuevo un si fugaz y repentino dejo impávido al persuasivo orador. Continuo la enseñanza, esta vez con una maniobra que mas adelante llamaría viveza, permitió que escaparan entre sus planeadas palabras diminutos errores fácilmente palpables y perceptibles incluso para mas inculto de los alumnos, esperando al menos una corrección, un apunte, una reseña, una palabra, que señalara el camino, sin embargo, esta vez también terminaría por aceptar que la atención estaba fija en el fondo el meollo y que los detalles y formas eran para el alumno, insulsos, sin importancia.
Tomo aire, le robo algunos instantes a la clase y se detuvo a mirar por la ventana, entonces siguió la conferencia sin que quien lo escuchara mostrara siquiera la mas insipiente impresión de vida, de pronto observo asombrado que la insensible silueta que se enseñaba airosa frente a su ser, tomaba pausadamente algunas notas en un cuadernillo corroído por el tiempo, - Insolente! Gritó, sabia que ese era quizá el único momento en el que podría interactuar, ya fuera para bien o para mal, pero intercambiar conceptos, sentirse parte de algo, no el algo entero, - que acaso no sabe que es de mala educación tomar notas mientras una eminencia demuestra sus estudios? (Acaso lo era?), sin mas ni mas el sujeto guardo el cuadernillo y de nuevo se detuvo en la mirada del maestro, como implorando continuidad.
El hombre desesperado pero profesional, continuo hablando, lo mas perfecto que pudo, lo mas cercano a lo que seguramente le dolería al agresor, - si quiere guerra..., pensó mientras dibujaba hostilidad en su ceño. Siguió hablando, esta vez y como segunda estratagema decidió utilizar el mayor numero de palabras técnicas que confundieran a su enemigo, que lo aplastaran y finalmente hicieran que se rindiera, que rompieran el fuerte escudo que cada instante se hacia mas sólido. Acéfalo, prognosis, sopena, como flechas direccionadas directamente a la “ignorancia” del contendor, sin embargo, este sin inmutarse seguía escuchando atento, con cada extraña palabra aumentaba su aplicación y el maestro parecía querer terminar de tajo la fría guerra, incluso acometió a el mas absurdo y antihumano bastimento de modismos, arrecho, boleta, cayetano, pero sin importar cual fuese el arma, quien escuchaba no hacia mas que seguir oyendo atento y de vez en cuando, muy de vez en cuando, asentir tímidamente.
- Maldito, no hay forma de vencer este lacónico de mierda (nótese el aire de desespero), guardare silencio tal y como el lo hace, haber como reacciona, pobre diablo, abrase visto pájaros tirando a las escopetas -, pensó. Se dispuso entonces a llevar a cabo el tercer plan, se sentó, tomo el periódico y calmado dejo que pasaran los minutos – Haber cuanto aguantas -. El oyente que para efectos prácticos sería el enemigo dejo que pasaran diez minutos y al cabo se levanto indignado, tomo el maletín y se retiro ante el desconcierto de su maestro.