En cada nuevo encuentro, cuando mi corazón late sólo por vos y mis ojos no hacen más que buscar los tuyos, experimento esa sensación que roza peligrosamente lo ideal. Me siento completa, satisfecha, nada me hace falta. Mi mano enlazada a la tuya, me conecta a vos de manera absoluta, te siento uno conmigo, rellenando cualquier vacío que mi alma pudiera contener en su interior. Hacés de mi mundo un lugar habitable e incluso hospitalario cuando estás en él. Coloreás todo lo insulsamente blanco y aclarás cualquier bache negro en el camino. Lo que parecía un sendero escarpado se allana y abre ante mí. Todo parece más amigable, todo tiene solución, los grandes dramas se vuelven simples problemas y éstos son tan poco serios que es inevitable reír de ellos. El mundo resulta tan amable que soy libre bailar y cantar abiertamente en él.

Cuando se acerca el momento de despedirnos, mi corazón empieza a desesperarse y obliga a mis brazos a sujetarte, pretendiendo no dejarte ir. Su dolor aumenta a medida que el tiempo de soltar nuestras manos llega. Consumida la acción, éste es absorbido por un ardor indescriptible que me insta a seguirte con la mirada hasta que mi corta vista no me permita encontrarte más en un horizonte anegado de imágenes indefinidas y sin importancia.

Una vez que has desaparecido, me hallo sola. La nada reina a mi alrededor y comienza a infiltrarse por mi piel, por mis uñas, por mis cabellos a mi cuerpo. Se inyecta en mis venas y me recorre de par en par. Llena de vacío mi corazón, mis ojos, mis manos, mi energía… La nada irradia de mí hacia el exterior una vez más en un circuito infinito que me arroja a una locura inconmensurable. Las nubes sacan espinas, en forma de rayos amenazantes, las fieras rondan por el paisaje infértil, repleto de rocas que yacen desafiantes y robles que ofrecen una mirada hostil al caminante. Todo se torna dificultoso y turbio, mi visión se entorpece y la luz se ve mermada. Entonces se impone por sobre mí una fuerza que he aprendido a amar, a comprender y, a la vez, a odiar. Del vacío surge la sed, la necesidad de encontrar un alivio a la miseria en que me he sumergido.

He descubierto que esa sed, esa falta de saciedad es algo maravilloso. Es aquello que me mantiene viva mientras anhelo un refugio salvador a tanta hostilidad. Ese refugio que sólo puedo encontrar al tenerte conmigo; esto se convierte en un deseo tan fuerte, en un objetivo tan claro, que encamina mi vida y mi sed por los rumbos más luminosos de esa oscuridad reinante. El ver tanto horror por doquier me impulsa a crear belleza. Aunque mi lienzo esté agrietado, mohoso y corrupto, me convertiré en el tinte más hermoso que alguna vez lo haya pintado… Sólo para que vos puedas admirar y disfrutar de la obra creada fruto de mi amor.

Quiero regalarte todo, quiero regalarte un Mundo. Así como vos me regalaste un mundo en el que vivir plena y feliz, yo quiero regalarte uno que colme tus sentidos de felicidad. Quiero pintarte una sonrisa con mi tinta más permanente, quiero delinear nuestras decisiones con mi marcador más preciso, quiero dibujarme en tu vida con un lápiz sin borrador. Quiero ser tu regalo.

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Dedicado a alguien a quien debí dedicarlo antes...