Gabriel y Adriana son de México, hermanos, todavía me parece una locura la forma en que llegué a conocerles. Mi madre conoce a una tía de Gabriel, ellos vendrían a Cuba y la tía le pedía que uno de sus hijos hiciese un agujero en su tiempo para hacer de "guía". La locura para mí comenzó desde el primer instante ¿guía en La Habana? En ese momento me parecía que la Habana es extremadamente pequeña, estoy tan acostumbrado a ella. Ahora sé que no bastan un par de días para recorrerla toda, muchas cosas se me quedaron "fuera".
Pasamos buenos momentos, les intenté mostrar la Habana que conozco, por la que pasean mis alegrías y mis dolores. La que amo, a pesar de que a veces quisiera que se la acabara de tragar el mar, o se la lleve un ciclón. Solamente dos cosas me jodieron bastante; la primera, la dependencia anunciada de su dinero para ir a la Bodeguita del medio o tomarnos unas cervezas en la Plaza Vieja (las mejores de Cuba); la segunda, los vendedores de tabacos.
En cada cuadra había al menos uno, "cigars, tabacos, Cohiba ..." era la letanía en voz baja, con una habilidad desarrollada en años en el negocio me proponían una comisión "la mitad de las ganancia pá tí", "aquí está lo tuyo", "lo tuyo está garantizado". Digo habilidad porque lo hacían sin que mis acompañantes llegaran a darse cuenta. Llegó a ser tan isoportable que aunque me diera pena preferí decirles que en un momento me habían ofrecido varias comisiones por venderles tabacos. Aunque me moría de pena lo cogí para el bonche, cada vez que me hacían una propuesta les decía, "otro más, me acaban de ofrecer otra comisión"; ellos se reían y me preguntaban en qué momento sucedía eso que ellos no se enteraban.
Gabriel y Adriana, son de México, hermanos, son mis amigos y valen mucho más que lo que me podría ofrecer cualquier vendedor de tabacos. |