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El hecho de que una pareja no se entienda, no significa que no entiendan a sus hijos, es lo que la experiencia me ha enseñado y me costó mucho el entenderlo.
Fue una semana muy difícil, realmente lo fue todo el mes, económicamente no estábamos bien y por desdicha, el dinero siempre fue muy importante, cuando lo había, todo marchaba a las mil maravillas, pero cuando faltaba, todo se venía abajo. Llegaban las peleas, las culpas y nunca nos fijábamos en lo realmente importante que era nuestros hijos, la única razón por la que realmente existe una familiar tal vez todo sucedió porque nunca nos preparamos mentalmente para los momentos difíciles.
Era el último día del mes y aun sin saber porque, iniciamos una discusión en donde las palabras dolientes iban y venían, al parecer se trataba de quien se hiciera más daño con ellas, ni siquiera tratábamos de solucionar algo, únicamente nos importaba hacer sentir al otro culpable del fracaso marital que en el momento teníamos.
Y los niños allí, escuchando como sus padres se insultaban, viendo y aprendiendo desde pequeños como se deshace un hogar.
Al final de la pelea se tomo una decisión más hecha por la ira que por cualquier otra cosa. El separarnos, en ese momento era lo mejor. Se nos olvido, que el primer paso para solucionar cualquier situación, siempre va ha ser dialogar.
Y lo peor de las decisiones tomadas a la ligera, es que después se deben realizar, por aquello que no queremos vernos débiles y menos ante una mujer. Un gran error el sentir que nos humillamos cuando nos retractamos o que damos el brazo a torcer cuando pedimos disculpas, no nos damos cuenta que cuando hacemos esto obligamos a la otra a hacer lo mismo y eso es realmente crecer como personas y como pareja.
Tenemos dos niños, la parejita, son nuestra vida, pero se nos olvido que lo eran y nos enfrascamos tanto en nuestros problemas y amenazas, que ellos permanecieron en un segundo plano y hoy me arrepiento enormemente de esto.
El mayor tiene la edad de diez años, está muy apegado a mí, la niña lo está un poco más a la mama, supongo que es la afinidad del sexo.
Después de la discusión, pasaron tres días en los cuales busque un lugar donde irme, hasta que lo hallé, ahora era simplemente comportarme como un hombre y marcharme. un pensamiento machista, para no reconocer parte de mi culpa.
Llegue; empaque y todo lo que arrojaba en la maleta me traía un recuerdo lindo y si me ponía realmente a pensar, eran más los recuerdos agradables; que los malos; lo que sucede es que los malos, siempre, se llevan más en la mente; y es simplemente porque nos gusta sufrir.
Cuando ella llego, ya tenía casi todo empacado, los niños estaban en el colegio, así que el marcharme iba a ser mucho más fácil, o por lo menos eso pensé, nuevamente estaba equivocado, nunca va a ser fácil dejar todo atrás y empezar de nuevo.
Me observo con las maletas y se sorprendió bastante, tal vez nunca pensó que en realidad fuera a irme, trato de decirme algo, pero la interrumpí, diciéndole - no se preocupe, le voy a pasar a los niños- Ella asentó con la cabeza y se quedo en silencio.
Increíble que las personas todavía creamos que la solución a todo siempre es el dinero, abrí la puerta y salí. Iba llegando a mitad de la cuadra, cuando me di cuenta que todavía tenía las llaves, me devolví a entregárselas o esa fue la excusa, en verdad quería ver si estaba afligida tal vez llorando. Cuando alguien llora por otro, lo hace sentir único, deberíamos llorar más a menudo, así tal vez los demás se den cuenta que son importantes para nosotros, además una lagrima siempre ase que los momentos difíciles se transformen en situaciones mucho más conmovedoras y por lo regular hacen que bajen nuestras ganas de discutir y nos dan un respiro para pensar y tratar de solucionar el problema o la dificultad por la que estemos pasando, definitivamente deberíamos llorar más seguido.
Abrí la puerta y estaba sentada, la vi. Muy serena, trate de interrogarla, deseaba preguntarle si no le dolía el que me haya ido y si iba permitir que lo hiciera, pensé en reclamarle porque estaba así, pero no lo hice. Simplemente le entregué las llaves y me marche.
De esto ya han pasado dos meses, y todavía me hacen falta, hay momentos en los que he querido decirle que volvamos y no lo he hecho por orgullo y como siempre esperando que el otro nos busque primero y así podríamos estar toda la vida y nunca ninguno cedería, por algo muy sencillo, que cada uno cree tener la razón.
Hace dos días me llamaron al trabajo diciéndome que el niño estaba en el hospital, un carro lo atropello y esta delicado, Salí corriendo al hospital donde se encontraba.
Por el trayecto lo único que hacía era orar para que nada grave le pasara, llegue y la encontré en una silla con la cabeza casi entre sus piernas, se levanto, miro hacia el corredor por donde yo venía y corrió a abrazarme, en ese momento me sentí tan cercano a ella que no existieron problemas, ni dificultades, éramos una familia que estaba en las buenas y en las malas, después de un rato, le pregunte que sucedió.
Me contó, que el niño fue a buscarme sin permiso de ella, para decirme si podía quedarse conmigo y pasando la calle, no se dio cuenta del auto y sucedió el accidente, la culpa me invadió y llore inconsolablemente mi hijo estaba entre la vida y la muerte y todo por no haber pensado en ellos cuando tomamos la determinación de separarnos, mientras me miraba y se echaba la culpa de porque no lo llevo, y otra cantidad de cosas, me di cuenta de algo, ella es la mujer que Dios me dio para formar un hogar, mi Hogar y no es por casualidad, es porque él sabe que me conviene, nunca se dijo no iba hacer fácil, pero de eso se trata, siempre una continua lucha, con el único fin de ir valorando a la otra persona y cada vez enamorarse mas no solo de la mujer sino de todo lo logrado a su lado.
Nunca había pensado en ello y tuvo que suceder una tragedia para hacerlo.
Después de un momento de calma, me quede mirándola y ella con lagrimas, me dijo
-Discúlpame por ser como soy.
No supe que decir, con ese orgullo tan grande y esa frialdad que la caracterizaba, pidiendo disculpas, fue sorpresivo, lo único que en mi mente pasó, fue decirle:
-Todo es culpa de ambos, también perdóname.
Allí la magia del amor y del cariño nuevamente comenzó a actuar y el hielo que había entre nosotros fue roto, solamente con unas pequeñas palabras, nuevamente demostrado que la humanidad cambiaria con pequeñas palabras y no con frases rebuscadas o discursos eternos.
Desde ese instante, mientras esperábamos que nos dieran noticias de nuestro hijo hablamos de los dos como una familia teniendo en cuenta lo que podrían pensar nuestros hijos y qué clase de futuro les queremos dar.
Ya llevamos tres días en el hospital. Y no nos dicen nada, la incertidumbre nos está ahogando.
Por fin, gracias a Dios ya viene el médico.
-Bueno, les informo que su hijo ya está en sala de recuperación.
- Y ¿cómo esta?- Pregunte con angustia todavía en la voz.
- Tuvo una pequeña fractura en la pierna, que la solucionaremos con fisioterapia, del resto ya está estable, es un muchacho muy fuerte y tiene muchas ganas de vivir.
La noticia nos hizo llorar de la alegría.
-Gracias doctor, gracias.
Nos miramos y nos abrazamos fuertemente, nos dirigimos a la habitación cogidos de la mano y ahora me doy cuenta que en verdad vale la pena luchar por la familia, problemas siempre van a haber, pero sé que ahora los vamos a solucionar con la cabeza y no con la lengua, la vida nos dio una lección muy dura y si no tenemos tolerancia en nuestro hogar ¿Entonces, en donde?

Texto agregado el 04-09-2012, y leído por 165 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
04-09-2012 Hola conmovedor tu relato, parace que fuese un echo de la vida real, y si asi lo es me parace excelente que utilices un medio como la escritura para desahogarte. EstebanSanAlva
 
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