No he aprendido nada,
en miles de discusiones,
angelicales y vanas.
Algunas, en esas noches,
triunfalmente oscuras,
en que desgranábamos
retazos de autobiografías,
entre caricias breves,
soledad momentánea,
y ecos insaciables,
que se reiteraban quedos
en cada pliegue de la piel.
No he aprendido nada,
ni mirando tu alma,
transitando ese viaje
del amor al odio,
por la tierra ignota
de los invisibles celos,
sacudiendo en el alba
esencias y miserias,
inevitable consecuencia
de ese nulo amor
que ninguna luz dejó
ni en tu ojos ni en la luna.
No he aprendido nada,
lo cual es deplorable
para alguien que, como yo,
en cada fragmento de vida
espera hallar un saber.
Y después de las palabras
aquí no queda nada,
solamente mi desahogo,
en un capitulo mas,
en el que amanece,
mientras sigo amando. |