Te escucho respirar, sé que esperas, ves a escondidas (con movimientos ligeros y casi imperceptibles) el reloj. Veo tus pechos descubiertos, observo como tu respiración no ha cambiado... hay tranquilidad; siento que la amo, pero no a ella... amo ese rostro que se ha puesto.
Se toca el cabello revuelto, me mira y una media sonrisa se deja ver en su ensombrecido rostro. Hileras de dientes blanquecinos, como copos de nieves compactos.
-Ya es hora... -dice.
Sale de la cama, busca en el suelo la tanga oscura, la ve junto a las botas. Las toma y se las pone, busca bajo la cama el sostén. Me mira, sonrié. La conocí cuando era estudiante de secundaria, cuando yo la amaba... pero aún la amo. Recuerdo su cabello, era rubio, ahora lo a teñido de rojo.
Busca, busca lentamente. Vuelve los ojos hacia mí y dice:
-Ay, que terrible el destino de una Puta... tener que satisfacer los amores no correspondidos.
-Siempre te he amado...
Ella me mira duditativamente, urgando un sentimiento dentro de sí, buscando emoción que se esfuerza por no mostrarse.
Finalmente responde.
-Soy una puta... soy una puta... ¿Sabes cuando hombres me han follado?...
Espera, quiere que conteste per sé que diré nada, y dice:
-Miles... Miles. Tú eres un buen hombre, buscate a una buena mujer... cásate, ten algunos hijos... yo seré un recuerdo.
Sé que no podré olvidarla, la he amada durante muchos años, es añor quema, ¿Estoy loco?, probablemente; pero ella no me tiene lástima, me mira extrañada porque no se la tengo, le teme a mi mirada llena de amor... algo que hace mucho no prueba, algo en lo que no se ha bañado... le teme a la redención o, simplemente no puede encontar la felicidad conmigo.
-No me importa... también me he acostado con muchas mujeres... somos un par de ninfómanos que esperamos, que nos buscamos... pero no podemos satisfacernos...
-Soy el mar, tu eres el río que viene y quiere fundirse conmigo, pero nuestras aguas no se entremezclan... Soy una Puta, mis dos hijos han muerto... yo he muerto con ellos, pero no tengo elvalor de segar definitivamente mi existencia... algún día de estos estaré tan enferma que me tendré que dar un tiro.
La veo, y es lo único que deseo... quiero tenerla... pero poseerla es imposible, no se poseen a las personas... la posesión es una mentira.
Ella recoge su vestido negro, comienza a colocárselo, veo ligeramente el tatuaje de sus dos hijos en su espalda.
Deseo acercarme, tomarla, deseo fundirme en ella y dejar de pensar... espero. Ella me ve, duda, siempre la duda antes de la partida.
-Estaré en Aquella calle, en aquel lugar -dice ella.
Detiene su habla y me mira a través del espejo.
-Vendrás por mí, ¿Verdad? -me cuestiona
Yo pienso, pienso y le digo mecánicamente, mis labios se mueven, de mi garganta brotan palabras y me llena de sorpresa lo que digo:
-No, nunca más voy a buscarte -lo digo con extraña determinación.
Le señalo el dinero sobre la mesilla de noche. Ella se sonrié.
-Esperaba esas palabras, el último lazo al mundo finalmente roto... solamente me espera el olvido.
-Puedo no buscarte nunca, pero, de algo estoy seguro... no te olvidaré.
Sale, oigo como la puerta chilla y finalmente se queda quieta...
Busco en el bolsillo de mi pantalón (entonces tirado en el azulejo azul), encuentro el cigarrillo, lo enciendo; lo llevo a los labios... y pienso.
"Me ha llevado el Carajo"
¿Quién se enamora de una puta?, esa pregunta, se moja de mí, se mojan las sombras y se burlan...
"Me ha llevado el Carajo"
La busco en la memoria, busco a la niña de la secundaria, de quien enamorado he estado desde entonces, y lo encuentro, la imagen de sus ojos es la misma que cuando niña. Ella, al parecer sigue teniendo un espíritu transparente, mientras que en la mía noto las bizarras manchas de la locura.
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