INSÓLITO
Era una cruda mañana de agosto del año 2004 y la familia Morales estaba despidiendo con profundo dolor a Juan Morales, conocido vecino de Salliqueló.
Su repentina partida, entristeció a gran parte de la población y muchos fueron los que acompañaron a la familia en el velatorio y esperaban el momento para escoltar también al difunto hasta su última morada.
Pero en esta pequeña ciudad pujante, pintoresca y tranquila, ubicada al sudoeste de la provincia de Buenos Aires, algo insólito y casi inédito ocurrió aquella mañana.
A las 11 horas en punto, el coche fúnebre estaba estacionado y en marcha, con las puertas abiertas listo para subir al féretro.
Familiares, amigos y vecinos se habían ubicado formando un cordón a la salida de la sala mortuoria. La esposa sus tres hijos y 4 familiares más transportaban lentamente y en silencio al cajón. Llegaron a la vereda y grande fue la sorpresa de familiares y de los encargados de la cochería cuando encontraron que el coche fúnebre no estaba. Había desaparecido como si se lo hubiera tragado la tierra.
El dueño de la funeraria y el chofer no salían de su estupor:
- ¿Sería un chiste da mal gusto?, ¿un robo? - Qué hacer ahora, se preguntaban.
Los familiares deciden entrar nuevamente el féretro a la sala y continuar con el velatorio.
Es así que Juan Morales fue insólitamente velado alrededor de una hora más de lo previsto, hasta que llegó un coche fúnebre prestado por la otra funeraria de la ciudad, y pudo ser transportado al cementerio local para que descansara en paz.
Dieron cuenta a la policía y ésta alertó a las comisarias de partidos linderos y a policías viales. Muchos patrulleros se sumaron a la búsqueda y también una avioneta del aeroclub.
Como era de esperar, ese mismo día, los policías no tardaron en ubicar al coche en la intersección de las rutas 85 y 60, lugar al que el presunto ladrón había llegado luego de circular por la ruta y por diferentes caminos internos de la zona. Allí fue cercado y detenido.
Todo esto ocurrió en las cercanías de Guaminí, a solo 85 kilómetros de Salliqueló.
Los policías comentaron que nunca habían visto algo así y pensaron que el muchacho había actuado de esa manera para divertirse, haciendo una broma de mal gusto o porque simplemente no entendía la criminalidad del hecho.
El interrogante en la ciudad por saber los motivos del joven ladrón, continuó hasta el día siguiente, cuando el padre del muchacho declaró en la comisaría que su hijo había salido con la camioneta que él le prestara, se fue al boliche, tomó de mas poniéndose ebrio y al salir chocó contra un árbol, destruyendo la parte delantera del vehículo. Se asustó y al ver el coche fúnebre en marcha pensó que lo mejor era huir del lugar lo más rápido posible sin medir las consecuencias.
Los investigadores informaron que era un joven, que se había llevado el coche furtivamente, y que había actuado desarmado. La imputación fue hurto agregándose el cargo de resistencia a la autoridad por hacer caso omiso a la voz de alto de los uniformados
El fiscal ordenó un estudio psiquiátrico el cual determinó se trataba de una persona normal.
El muchacho luego de cumplir un corto encierro, volvió a su casa y a su trabajo.
El hecho pasó a formar parte de la historia de la ciudad y como dijera el diario El Día de la Plata: fue la primera vez que “un muerto se quedó de a pié”.
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