Era ya de madrugada, sus pasos insonoros no le delataron, tan solo la leve respiración en la silenciosa noche, pero ésta no era suficiente para interrumpir el plàcido sueño de ella; su protegida, lanzò un breve ronroneo como ùltima precaución mientras sus ojos felinos buscaban un espacio estratégico pero cómodo para descansar y recuperar fortaleza, la lucha había sido corta pero intensa; al fin se dejó vencer por el sueño, al fin y al cabo aquel que entre sombras se desliza y esconde no puede atacar a la luz del sol y los sueños que son su manjar solo se producen de noche, mientras ella duerme confiada, inocente y serena; nunca sospecharía que era asechada por el devorador de sueños, que a cambio de ellos devolvía pesadillas e incertidumbre.
Yue fue asignado como su guardián, fiel y siempre alerta , así transcurrieron días, semanas, meses, cuanto más felices eran los sueños más atraían al devorador, por eso el guardia debía estar alerta y si era necesario luchar por defenderlos, algunas veces resultaba lastimado y hasta herido; su familia humana solía pensar que eran simples riñas de gatos.
Cierto día Norai fue especialmente feliz , por lo tanto sus sueños serían fatalmente placidos y gratificantes, Yue lo sabía, al llegar la noche su fino olfato detectó el olor a pesadilla y maldad que el devorador emanaba, inició su ataque con ronroneos como advertencia, pues èste es un sonido que el enemigo oscuro no tolera, sin embargo sabía que eso no sería suficiente, también frotó su pelaje contra Norai ya que el aroma de los guardianes es pestilencia pura para toda la especie del devorador, mas la tentación de aquel sueño tan inocente y placido era demasiado grande como para ignorarla, Yue se preparó para la batalla; el devorador espero pacientemente a que Norai se acostara, apagara la luz y por su puesto se quedara dormida, una vez que ella lo hizo el morador de las sombras alargó lentamente una lengua negra como la media noche sin luna, saboreo el momento, Yue estaba ahí, pendiente y con un ágil zarpazo atrapó la lengua hiriéndola, el devorador lanzó un aullido e inmediatamente intentó ocultarse en la oscuridad pero ya era tarde, había sido descubierto por el guardián, tan negro como la sombra mas lúgubre, ambos desaparecieron en la oscuridad, atrapados en una larga lucha, uno por satisfacer su feroz apetito, el otro por proteger la inocencia; y perdidos en un espacio invisible a nuestros ojos, entre luz y sombra, esperando para dar el golpe final al rival.
Norai dio por perdido a Yue sin saber que aún allá sigue cuidándola y que quizá un día aparezca como si nada hubiese ocurrido para seguir siendo su gato retozon y perezoso . . .
Dust |