¿Cuántas veces te dije “gracias”, Lulú?
¿Será que fui maleducado,
Volví a dejar destapado el shampoo?
Lulú, no fue mi intención, sonó el despertador y tuve que desactivarlo para que pudieras dormir.
Aun espero oír las llaves en el recibidor,
Golpear la madera de tanto extrañar estar en casa.
Escucharte taconear hasta nuestro cuarto, Lulú.
Ver como cae tu abrigo al suelo y tu a la cama.
Te espero como niño a Santa Claus,
Como aquella vez que quedamos de vernos en Denfert-Rochereau,
Esperé casi una hora, con tu emparedado favorito de Brioche Dorée,
Llegaste con el alma de la oreja, como siempre precisamente tarde, Lulú.
Era casi objeto de apuestas saber si llegarías a tiempo,
Nunca nadie entendió que tú corrías bajo tu propio horario, Lulú.
Ah, y Lulú, recuerdas cuando paseábamos en bicicleta en Minnesota?
Qué tiempos, Lulú. Qué ríos pero como siempre tus ojos, Lulú, qué lindos ojos.
Nunca me faltó una excusa para vértelos,
Como de muñeca, fruncías los labios con cara de nena regañada.
Qué perfecta eras, Lulú, qué inocente y perfecta eras.
Cómo olvidar tu pelo, Lulú, el acento de cualquier afirmación a la perfección.
Extraño peinarte en las mañanas, Lulú.
Despertarte a besos y admirarte mientras duermes,
Quizá sólo fueron como sueños en cadena, Lulú,
Pero te extraño tanto en ellos.
Te arrancaste de mí sin pedirme permiso, Lulú.
Tú nunca habías sido así, siempre te excusabas hasta para salir a ayudar.
¿Dónde quedo yo, Lulú, dónde guarda uno sus memorias sin su Lulú?
Estoy como niño que perdió a su madre en el supermercado.
No me defino libre, Lourdes, te lo juro.
Tampoco soy víctima del encierro, tengo lo que queda de nuestro palacio.
Pero ¿qué más hago, Lulú? Es jueves, tú sabes que los jueves solíamos salir a cenar.
No te preocupes, Lulú, yo sé que el teléfono no tarda en sonar. |