Los amigos siempre están ahí.
Los de verdad.
Los únicos que merecen esa palabra.
Cuando tienes problemas,
pides ayuda,
a esos que no son amigos.
Cuando tienes problemas,
te dan ayuda,
esos que son amigos.
No te puedes equivocar,
con los otros.
No lo olvides.
Tampoco con los amigos.
Su sensibilidad,
la de los amigos,
puede ser fácilmente herida,
está a flor de piel.
Tan delicada,
que se rompe con el primer roce.
Pero tenlo presente:
esos son los amigos,
los verdaderos.
La piel que cubre sus sentimientos,
padece el don de la fragilidad.
No resiste golpes, ni el más simple arañazo.
Ellos saben algo que tú desconoces,
poseen una medicina mágica,
curadora de heridas,
capaz de ocultar las cicatrices.
Y mañana. O la semana próxima.
O quizás algún día,
cuando sepan que los necesitas,
porque también tienen el don del saber,
el don de predecir,
volverán a estar junto a ti.
Y te dirán hola,
o no te dirán nada,
Pues ellos,
incluso en la distancia,
siempre se han sentido a tu lado,
como si sólo un momento antes
hubieran dejado de verte.
Porque los amigos,
los de verdad,
los únicos que merecen esa palabra,
poseen una condición genética,
inexplicable para la ciencia,
están llenos de errores y defectos,
pero no saben abandonar a un amigo. |