Quizá sean todas ellas explicables desde un punto de vista estadístico, no lo dudo, pero no por ello dejan de ser inquietantes. Me refiero a esos casos en los que confluyen las distintas esferas que conforman nuestra realidad. Me explico con algunos ejemplos, que veo que alguno todavía no sabe de qué va la vaina.
¿Quién no ha oído alguna vez el caso de una amiga de un vecino, o de un vecino de una amiga, que tanto da, que tras soñar que su abuela se moría, le llamaron por teléfono para comunicarle la luctuosa noticia? Igual la abuela tenía ya 93 años, pero esa es otra historia. Otro ejemplo: el otro día le comenté a alguien que, afortunadamente, en Madrid no padecemos los horribles mosquitos que se sufren en otras latitudes y que representan una auténtica tortura a la hora de dormir. Pues bien, esa misma noche apareció por primera vez (y espero que última) un desagradable (y enorme) mosquito en mi dormitorio. Logré deshacerme de él con relativa facilidad gracias a mi destreza en el uso de la zapatilla, pero esa es otra historia.
Pero lo de ayer ya fue rizar el rizo. Me sucedieron dos casos sumamente curiosos - sobre todo, el primero- y de forma casi consecutiva. Con la peculiaridad de que en ambos, más que confluir la esfera personal con la exterior, como sería el comentado “caso del mosquito cojonero”, lo que se produjo fue la intersección de dos planos exteriores. Veamos los dos casos, que veo que alguno se ha vuelto a perder.
Caso número 1: Estoy viendo un episodio de la serie de televisión “Apocalipsis” - serie que trata de la Segunda Guerra Mundial y que es absolutamente imprescindible –, en el que se cuenta que en la campaña de Rusia el ejército nazi se encontraba atrapado por un fango omnipresente que dificultaba, e incluso imposibilitaba, todo tipo de movimientos: el de los soldados, el de los caballos, el de los carros, el de los tanques… Pues bien, cuando sale en el DVD la imagen de un tanque rodeado de barro y cuyas ruedas dan vueltas y vueltas en vano, sin avanzar un solo palmo de terreno, en ese mismo momento el reproductor del DVD se atasca y la imagen se queda congelada. Un poco raro, ¿no?
Caso número 2: Tras lograr finalmente ver entero el episodio de Apocalipsis, me dirijo al Hipercor del barrio a comprar un paquete de pan de molde “Semilla de Oro”. Una vez allí, me entretengo viendo la sección de libros y revistas. En la portada de una de las revistas aparece, toda resplandeciente, la actriz Belen Rueda dándose un garbeo por la playa. En el pie de foto se comenta el buen tipo que tiene la señora y lo bien que le queda el bikini. De repente, por megafonía se oye: “¡ Unas carnes tiernas y fresquísimas!”. A continuación se aclara que dichas carnes se pueden adquirir, a muy buen precio, en la charcutería del centro. Un poco raro, ¿no?
Estaremos atentos a la posible aparición de nuevos casos y les mantendremos convenientemente informados.
|