Eran las 6 de esa tarde lluviosa y aburrida, apenas 4 personas estábamos en ese bar del centro, miré repetidamente hacia afuera esperando verte llegar, la gente pasaba incesante y ausente, algunos miraban hacia adentro sin un gesto en su rostro, como extrañas criaturas que caminaban sin parar.
Las copas siguieron su rutina de alcohol, fueron varias pero no noté su presencia en mí, pasaron escenas vivídas por mi mente ya ansiosa y febril, cuando tu silueta frágil llenó el vano de la puerta.
Entonces sentí de pronto el deseo de abrazarte y besarte, de gozar tu presencia esperada, de oir tu voz -Hola- dijiste, simplemente hola, fueron miles de palabra dichas al viento que resonaban en el aire, simplemente -hola-, palabras que solo yo escuchaba.
Y salimos al mundo y corrimos las calles, llegamos al río y nos besamos y amamos
y juntos seguimos esa noche total, sin pensar, sin temor, y llegamos al alba tomados de la mano y la vista perdida en el cielo plomizo
de ese día genial. |