¡Me opongo firmemente! Porque si es así, estoy literalmente frita…
Si la distancia trae como consecuencia el olvido, entonces ¿¿¿qué hago yo, con la mayoría de mis amores sueltos por el mundo??? Suelo intentar algo, algunas veces con más premeditación que otras… pensar en ellos con toda la fuerza posible y arrastrarlos hasta aquí quieran o no. En realidad no lo notan. Puedo hacerlo cuando a mí me plazca. Cuando lo necesite. Ahora. Agárrense fuerte, lo lamento, es inevitable ¡¡los quiero cerca, son míos!! Y sí, a veces soy tan caprichosa…
Es que, yo digo, ¿ la distancia no será algo mental, no físico… cómo se calcula, se medirá en tiempo o metros?? Si la distancia que nos separa la mido por el tiempo que tardo en traerte, entonces mi conclusión es que no existe distancia. Si es igual a la suma de recuerdos que te incluyen, todos, gratos e ingratos… No existe, insisto. Si todavía al pensarte me arrancás una carcajada o un par de lágrimas… entonces ¡no existe! Si me emociona la posibilidad de volver a verte…
Mientras revivamos cada tanto lo compartido antes de ayer nomás, mientras la letra de una canción, o una palabra en especial, algo hecho de èsta y no de aquella manera, una forma de caminar, una silueta, cuando una sensación de deja vu nos invada y nos reúna en alguna dimensión perdida, estaremos a salvo del olvido y la distancia, como sea que la quieras medir. Lo digo yo.
Ahora, dándole la vuelta (sí, soy demasiado vueltera, dicen), cuando me olvides… cuando me olvides tanto que no quede rastro mío en vos...ahí sí que estaremos lejos pero tan lejos que no habrá nada más que distancia entre nosotros… y voy a tener que reconocer que al final era verdad que no hay mayor distancia que el olvido. Y voy a estar literalmente frita. |