estoy cerca de cumplir años y la verdad, no me alegra nada... esto de celebrar por tener un día menos de vida, me da espanto... pero, cómo hacer comprender a mi gente que esto no es saludable... me gustaría olvidarlo y seguir todo como un día menos, aunque los días me sean hermosos a medida que envejezco... hace poco escuché a un hombre bastante joven decir que no temía a la muerte, que ella era el verdadero descanso, la solución de los problemas... al escuchar y leer sus versos, sentí que no mentía... le escribí y le conté el gran temor que tengo por la muerte... fue gracioso porque como respuesta recibí un poema muy hermoso... decía algo así como que la muerte es el terno despertar a un descanso tan eterno como ella, y que la nada y la oscuridad son imágenes de nuestros temores, que no es sano vivir temiendo, es bello vivir sin temer... eso decía este hombre de apenas treinta años... lo fui a buscar a su casa y le vi frente a frente... me preguntó mi nombre... se lo día y le dije que admiraba su pensar y sentir acerca de todo cuanto escribía... me miró y me dijo que no recordaba nada... me extendió la mano y con una elegancia propia de las aves, se fue hacia el mundo, un mundo que ya no era para mí, que ya cuento, o estoy por cumplir los noventa y cinco, y anhelo vivir muchos años mas... no deseo morir, vivir es lo que más quiero... volví a mi confortable casa y apenas entré, sentí como un hielo en mis manos que serpenteaba mis venas hasta congelar mi cuerpo entero... caí como un saco de papas y cuando quise levantarme no pude... todo era tan pesado... allí tan solo estaba mi cuerpo y respiraba, y por la primera vez me di cuenta que la misma respiración era una poderosa fuerza que animaba todo mi ser, y subía y bajaba sin cesar, como las olas del mar... ¡qué poderosas eres!, sentí... ¡ahora si puedo morir!, me dije... y sonreía sin parar, pero mi cuerpo siguió respirándome... cerré los ojos y me dije, si esto es el final, de una vez por todas... pero, no lo fue... pasaron las horas y sentí un tibio calor en todo el cuerpo... las fuerzas cubrieron la humildad de la respiración, pero no le olvidé... al rato estaba levantado y salí a la calle... caminé hasta llegar al mar... y miré sus olas, sus seres escondidos tras aquel manto azul... sentí su poder... sentí mi poder... y allí, escuché al poeta que me hablaba, dulcemente, dentro de mí... mi cumpleaños era mañana, y la verdad, no importaba... era un día más, un aliento mas y todo era un regalo mas... |