Mi libro de cocina (gratis)
¿Nunca les conté? Resulta que en una pelea con mi esposa, bahh!!!,… no fue una pelea sino una simple discusión, donde terminé con la cabeza un poco abollada por los cacerolazos que recibí, pero con onda, eh, decidí no comer más la comida preparada por ella. En realidad fue ella la que decidió dejar de cocinarme, así que comencé a visitar a cuanto bolichón o bar que sirviera comida más o menos en forma casera. Tampoco mi bolsillo me permitía ir a comer a grandes restoranes, así que estuve penando por casi tres meses, comiendo toda clase de porquerías, hasta que me cansé. En verdad fue mi pobre hígado el que se cansó. El hígado, el estómago, todo el tripaje en general.
Mi médico de cabecera me recomendó que aprendiera a cocinar y si lo hacía en forma sana y con buenos ingredientes, jamás iba a tener problemas.
Comencé visitando a viejas tías y amigos de buen comer y me fueron pasando recetas familiares y de las otras. Cuando les expliqué que iba a escribir un libro de recetas (en verdad esta idea ni se me había ocurrido, pero no podía decirles que mi mujer no me cocinaba más) me abrumaron con viejas recetas de cocina que cada uno guardaba celosamente, asegurándome que eran recetas que preparaban sus ancestros y que quedaron como herencia en la familia. De estas recetas fui probándolas todas y seleccionando las más exquisitas y las más fáciles de preparar. Tenía varios cuadernos llenos de anotaciones de comidas y un impresionante montón de papeles sueltos, cada uno de ellos conteniendo secretos culinarios familiares. Separé las de comida en general y las de postres a los que soy muy aficionado. —¡Un glotón! —diría mi esposa, pero que yo llamo sibaritismo.
Subí todo a mi computadora y ahí fue que se me prendió la lamparita y nació la idea de hacer un libro. De paso cumpliría con todos los que me regalaron sus recetas y que querían ver el libro terminado. Una cosa les voy a deber y es el nombre de cada uno de ellos adornando cada receta. Pero por ejemplo, mi amigo Diego Ulloa me obsequió tres recetas, que ya las usaban sus antepasados en tiempos de las cruzadas. No sería justo para las personas que las crearon, aunque ya estén re-muertos y enterrados, publicarlas bajo el nombre de mi amigo. Es por eso que no publico ningún nombre y solamente agradezco a algunos sitios de Internet, de donde obtuve algunas fotos apropiadas.
Para demostrar que no me inspiró ningún espíritu comercial el editar este magnífico compendio de exquisiteces, es que he decidido regalarles a mis lectores con un ejemplar del mismo, en Pdf.
Pueden obtenerlo completamente gratis con solo llenar el formulario para bajarlo en la siguiente dirección: www.Bubok.com/librería Una vez allí ponen en búsqueda mi nombre: Edgardo Castillo y cuando aparezca la lista de mis libros, lo seleccionan y lo bajan.
Si por casualidad se les hace dificultoso el procedimiento, me mandan un e-mail a mi correo: Mauricio1940@ hotmail.com y yo se los enviaré por mail lo antes posible.
Un abrazo para todos.
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