Otra vez aquí. Esta vez no quise venir. Alguien con una voz similar a la tuya me llamó ayer. Dijo algo sobre unos problemas, una puerta que cerrar para siempre, de la que nadie -salvo yo- tiene llave.
Y ya me ves. Otra vez aquí. Al pie de este camino que lleva a tu casa. Con tanto peso a mis espaldas...
Pensé que sería más fácil. Llegar, darte la llave, la forma de cerrarlo todo, y marcharme. Pero sigo petrificada al comienzo de este camino, con el fantasma del pasado a un lado y mis viejos miedos al otro.
No quiero estar aquí. Pero aun así vine. Hace tiempo atrás lo prometí, y soy mujer de promesas. Siempre -eso intento- cumplo mis promesas.
Oigo tus lamentos desde afuera. ¿Qué será lo que te perturba esta mañana?, ¿cuál será el sueño que te pudre las entrañas hoy? Es igual. Realmente no importa. Siempre encontrarás la forma de ennegrecerlo todo.
Me giro hacia atrás y veo el tren al marcharse. Debí dejar la vuelta abierta, pienso, apenas acabo de llegar y ya quiero marcharme.
Todo esto me aterra. No quiero volver a ser la de entonces, a sentirme sola, abandonada, desahuciada... estando junto a ti. No quiero que vuelvas. A mi vida no. Todo es mejor sin ti, desde que me fui.
Y ahora, ahora vuelve toda esa mierda de golpe dejándome sin respiración. Golpea mi pecho como entonces lo hacías tú. Dejándome sin aliento, tirada, deshecha... sin motivo ni porqué. Tan solo estabas mal, y yo era tu saco de boxeo particular. Yo solo, estaba ahí.
Pero debo romper con todo. No soy aquella niña, ya no. Jamás volveré a matar monstruos por ti.
Ya aprendí que cada una debe librar sus propias batallas. Que no debemos cargar con el peso de nadie a nuestras espaldas. Basta con el propio.
Sin darme cuenta he llegado hasta tu puerta. Estoy aquí, grito al vacío pero nadie responde.
Dejo la llave en el suelo después de besarla.
Esto es un adiós, no un hasta luego, sigo diciendo mientras regreso sobre mis pasos sin mirar atrás, nunca más. |