Abriendo la puerta de los milagros – 19 de agosto de 2012 – por Karen Berg
La lectura de la Biblia para esta semana discute las bendiciones y las maldiciones. Pero ¿de qué se trata esto? ¿Qué significa realmente estar bendecido o maldito?
El secreto que aprendemos esta semana es que el concepto de bendiciones y maldiciones realmente se refiere al impacto que tienen estas en la conciencia de la persona que es bendecida o maldita. En esencia, cuando somos bendecidos, tenemos la habilidad de ir más allá del momento presente y ver a dónde nos llevará el camino. Nos sentimos conectados a un propósito más elevado para nuestro ser y entendemos las dificultades que necesitamos atravesar y por qué necesitamos atravesarlas.
Sin embargo, la mayoría de las veces caemos en la ilusión de que ser bendecidos significa obtener lo que queremos o tener lo mejor de los frutos de este mundo. A pesar de esto, las personas pueden tener mucho dinero y cosas materiales y seguir siendo infelices. De hecho, algunas veces una abundancia de riqueza material puede ser una maldición para las personas. Ellos están siempre preocupados en cómo mantenerlo, quién puede estar detrás de ellos por tenerlo, y si será suficiente para ellos y sus futuras generaciones. Por otra parte, hay personas que no tienen muchas posesiones materiales, y parecen llevar una vida bendecida.
Estamos malditos cuando no nos damos cuenta que todo lo que ocurre en nuestras vidas es para llevarnos a un nivel espiritual más elevado, cuando no nos damos cuenta de que existe algo más allá de nosotros. Estar maldito significa que de alguna forma somos estrechos de mente, y nuestra visión limitada nos impide conectar y vivir dentro del contexto de una película mayor.
Vamos a observar cómo este concepto opera en nuestras vidas. Podríamos encontrarnos en situaciones en las que sintamos envidia o celos hacia otra persona. Pero de lo que no nos damos cuenta es que cada vez que vemos a alguien y preguntamos: “¿por qué ellos tienen y yo no?” perdemos porque cualquier tipo de envidia o celos que estemos escondiendo está de hecho robando nuestra energía, nuestra Luz. Es, en efecto, nuestra propia envidia o celos lo que causa que la carencia permanezca en nuestra conciencia.
El concepto es simple, pero profundo si realmente tomamos el tiempo para pensar en ello. El castigo por nuestra ira es ira. El castigo por nuestros celos son celos. El castigo por nuestra envidia es envidia. En otras palabras, la maldición es nuestra conciencia limitada que evita que veamos que la situación negativa en la que nos encontramos puede ayudarnos a crecer en un nivel espiritual.
Si realmente entendemos este concepto, recordémoslo, y traigámoslo a nuestras vidas, entonces empezaremos a tener otra forma de ver la vida. Cuando arrojamos una pelota contra una pared, sabemos con certeza que regresará por el rebote. Cuando “arrojamos una pelota” de cuidado hacia alguien más o de estar ahí para alguien más cuando no queremos, necesitamos saber que la pelota regresará a nosotros. La bendición es la habilidad de saber con absoluta certeza que todo lo positivo que coloquemos en la vida de alguien más traerá cosas positivas a la nuestra, mientras que cualquier cosa negativa que coloquemos en la vida de alguien más, traerá negatividad a la nuestra.
Esta semana, tenemos la oportunidad de conectar con la conciencia de las bendiciones. Tenemos la habilidad de recordar en la rapidez y en la rutina de nuestro diario vivir que todo a nuestro alrededor (las personas, las situaciones, los desafíos) están ahí para ayudarnos a crecer como individuos y para darnos cuenta de nuestro verdadero potencial.
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