Volvemos a las retóricas del sí y del mejor no,
Lo pienso, más que nada en tus labios, y me digo:
"Quizá un miércoles cualquiera, después de regar las bugambilias",
Siempre ha sido una crisis tremenda el lidiar con la bugambilia y sus florecillas.
Ella siempre hace lo que quiere y crece por donde gusta,
En su naturaleza está el ser así, arbustamente necia.
Quizás así eres tú, ¿sabes? Podría ser que así deba ser.
Como cuando llueve, nunca sabes si es buena idea siquiera estar prevenido.
Sí, podría ser, ella cae y a veces te relaja.
Aunque al decir verdad a muchos intimida, pero no a mi, a mi me recuerda París.
Con el cuello del abrigo parado y la bufanda empapada. Sí, quizá así eres.
Podría ser que eres ligeramente pronosticable, sin embargo siempre con llevante de sorpresas.
Nuevamente estipulo mis opciones y quizá eres como los miércoles, no eres ni buena ni mala, sólo eres.
Los miércoles pueden ser un golpe del banquillo directo el dedo pequeño del pie,
También pueden ser una copa de tinto en pleno otoño.
¿Será que eres impredecible, en el filo de la perfección y la distopía?
No, no, el otoño, sí, Lulú. Me recuerdas meramente al otoño.
Pasas desapercibida y aun así todos voltean a ver el rastro que deja tu perfume.
Siempre tan estupefaciente y anonanador, como las mariposas Moncarcas.
Pero, ¿A dónde te vas, Lulú? Quédate on poco poquito aunque se vaya el calor.
Recuerdas cuando ellas viajaban, ¿Lulú? Las veíamos viajar desde Michoacán.
Ellas iban y venías, siempre tan puntuales. Pero tú, Lulú, con tu impuntualidad tan precisa.
Esa sonrisa, Lulú, esa sonrisa que hacía olvidar cualquier argumento.
Ortodoncia, Lulú, ortodoncia! Creo que así eres, tan complicada e ilegible pero aun así tan estructurada.
Qué cosa tan más rara, Lourdes, pensar que te conté hasta los dientes en noches distintas.
Esa memoria ya empolvada de septiembre, tremenda velada de cauvernets de esquina.
¿Lulú?, ¿Qué sueñas ahora, Lulú? ¿Con quién lo hablarás ahora?
Me preocupa pensar que no haya quién te escuche, Lulú.
Y, ¿te acuerdas, Lulú? De esas ardillas en Londres. Qué fastidio no poder cuidarlas a todas,
Qué fastidio el no poder cuidarte. Sólo quiero ponerte en un ropero, que te estés quietecita.
¿Qué haría yo si te quebraras, Lulú? Yo sé que estás hecha de marfil bronceado, sé que odias el tiempo.
Ay, Lourdes, créeme que yo más que nadie sé que no eres frágil pero tengo todo derecho a preocuparme.
He caminado bastante ya, mentalmente tengo trescientos ochenta y seis diagramas de cómo eres, Lulú.
estoy casi seguro que podría haber algo en común por lo menos cada veintiocho días.
Ya casi te conocía toda, Lulú. Yo sé que odiabas cuando a todo le pongo catsup, Lulú.
Me disculpo a quien haya descubierto los frijoles pero simplemente no creo que no deban llevar catsup.
Así soy, Lulú, pero ¿por qué no me dijiste qué me faltaba saber de tí?
Válgame, Lulú, en qué momento decidiste tomar las llaves y caminar de espaldas para que no pudiera seguir tus huellas.
Siempre tan cuidadosa y tan espontánea. |