Era otro día en la oficina, acaba de llegar pues el metro había tardado, mi jefe requería del informe semanal, yo miraba por la ventana, miraba el cielo gris lleno de nubes oscuras seguramente llovería también el día de hoy, era como mirar un espejo el cual reflejaba mi vida, mi alma, eran ya las 8:30 debía tener el informe listo para esta hora ya que la reunión empezaría a las 9 en punto, lo había terminado el día anterior como era costumbre los jueves siempre trabajaba hasta tarde en la oficina para variar un poco la rutina y adelantar trabajo, mi corbata roja condenaba mi destino, rojo sangre sin embargo fluorescente tan resplandeciente que hizo llegar a mis ojos la situación en la cual me encontraba, encerrado como un gato en su jaula, como un niño sin juguetes, como un adulto jugando a ser adulto, maldije repetidas veces, mi oficina estaba aparte de las demás pues se supone mi trabajo requería de un silencio absoluto, en un impulso destruí el informe lo pasé por la trituradora de papel, lloraba al ver a los niños jugando en la calle, niños jugando a ser adolescente cuando todavía no adolecían de absolutamente nada, por primera vez en los 10 años de trabajo en aquella empresa noté la cantidad de luz que entraba a mi oficina, nunca tuve esta percepción, las persianas siempre estaban entrecerradas, llevaba días prediciendo mi futuro,. un futuro cotidiano, monótono, grite una vez más al espejo mientras el color de mi corbata continuaba reluciendo, recuerdo que al notar la monotonía de los días había buscado en los contactos de mi celular, buscaba amigos, resultó inútil números de negocios por todos lados, supongo el color de mi corbata había seleccionado de manera inconsciente para despertarme de este letargo, para saciar mi vigilia de vida. Cuando el jefe entró al cuarto por el informe lo estaba esperando con el teclado de computador en la mano, un golpe certero y un escupitajo sellaba mi destino, habría las puertas para la nueva vida, me retiré del cuarto caminando mientras escuchaba los insultos en mi espalda los cuales en mis oídos sonaban como cadenas rotas,¡por fin rotas!. Fui al zoológico de la ciudad y me encontré con mi representación animal, este pobre felino estaba en el mismo sin sentido, caminaba de lado a lado sin saborear su comida, esperé al conserje lo noquee tome sus llaves, abrí la puerta y el pequeño felino saltó a mis brazos, un león recién nacido, llegué a mi casa con baldes de pintura, siempre quise ser pintor, arruine el elegante mosaico de la sala sin embargo me sentía feliz y liberado, al día siguiente empece con la construcción de mi libro, en la actualidad mi libro causa controversia, creo llego a causar guerras en algunos lugares, guerras ideológicas donde se masacran la gente que no se conoce para beneficio de gente que si se conoce pero no se masacra, guerras dirigidas por mis palabras, hoy no quiero más pues he luchado buscando trascendencia, trascendencia real, logré aterrizar mis ideas y volverlas realidad, sentado en mi cama tomando el último sorbo de ajenjo no me queda nada más por decir, solo tengo una pregunta si se me permite, ¿A que sabe la realidad?.
Dicho se le disparó al hombre, en la cárcel se escuchan relatos de como llego a parecer un niño, un niño curioso, incluso una de sus amantes cuenta como tuvo que explicarle que era un tenedor, un niño jugando con juguetes ideológicos, un niño imponente a la hora de jugar, si así se habla de aquel hombre.