Eterno el mito del tiempo,
La existencia y displicencia de él.
Mirense atraves de sus soles,
La elegancia de sus memorias.

Se conforma un ciclo tangente,
Un miedo temporal al que no obedeces,
Una culpa con la que cargas,
Una felicidad que no te pertenece.

Es que es el mundo quién te juzga,
Eres tú quién lo hostiga,
Es el instante en el que te encuentras,
El segundero se detiene y recuerdas.
Somos tan dueños de nuestros problemas,
Matamos a nuestras deidades,
Somos olimpiacos destruyendo a nuestros padres,
Sabemos qué hacer y sin embargo nos seguimos deshaciendo,

Somos Ares destruyendo a Kronos,
vivimos el estigma de nuestros ancestros,
destruimos el tiempo,
y él ni nos pertenece.

La vida deja de ser nuestra y fluye,
se hace eterna y te transcribe en mitos,
Somos leyendas de carne y hueso,
Nos azotamos contra las memorias,

Somos nosotros quienes enterramos las memorias,
Debilitamos a nuestros ideales,
Los tenemos de rodillas y el mundo se viene abajo,
Tienes de rodillas a quien alguna vez tú alabaste.

Mira lo que le haces a quien alguna vez te hizo,
Somos barro sin aun terminarse,
Sigues sin definirte y a tu creador derrotaste,
Mira como lo tienes suplicando por tus perdones.

Pasan los segundos y te desgarran,
Tienes a Atlas implorando piedades,
sin embargo sigues desperdiciando,
El problema no es la falta,
Es la sobra la que te mata.

Mira cómo me tienes,
Soy yo a tus pies sin más que desearte,
Tú decides tu destino,
Observa como lo arrastras.

Tienes a tu creador en un aparador,
Él ya no te recuerda más de lo que tú a él.
Su hijo está deshecho y tú te sigues escabuyendo,
Tu futuro a tu merced y aun así sigues sin obedecer tu sed.