VEREDAS.
Tan cerca y tan lejos
De los horóscopos populares y mediáticos,
Pasando por las utopías de Tomás Moro
O el marxismo denigrado,
De paisajes urbanos colmados de elementos,
De amores adormecidos,
De olvidados e indignados,
De generales enmohecidos,
Que no se que destrucción cumplen aquí,
Donde el precio es una calavera en el polvo
Y queda el odio en el cauce de caminos.
Ni tan lejos, ni tan cerca,
De la mechera de harapos,
De seguras correspondencias que dormían a salvo de una mudanza.
De la guadaña en tu frente de cristal,
De pancartas con xenofobias,
De gobiernos que destrípan gentíos,
De semáforos que se prenden cuando se le dá la gana.
De una quincena que no alcanza.
Donde quince cajas de Pandora y muchas más,
Son ventanas a universos conocidos,
A coartadas envejecidas,
Que multiplican imágenes,
Que descogotan personajes,
Que quitan el sueño en relatos posibles,
Semejante a una identidad teñida de nostalgias.
Arde la tarde en tu pálido país,
Por donde irás, de color claro, un poco triste, y
No puede ser que ignores la fría perfección de la noche.
De pronto comprender con un gusto a acetona en la boca,
La espiral de tantos viajes, en veredas calientes.
Por ende un lugar lejano,
Instantes de vida,
Idas y vueltas como de Rosario a Madrid.
Daniel O. Jobbel |