DESCONCIERTO
Desde su retorno, Rosina ya casi no sale de casa. Envuelta en el chal negro de su madre, se atreve a cruzar el umbral de la puerta al anochecer, cuando está segura que no la verá nadie. Llega hasta la playa desierta, se sienta sobre la vieja barcaza encallada y permanece sentada allí, inmóvil, la mirada clavada en el horizonte.
El regreso de Rosina, a Agromare, a apenas dos meses de su boda, dio lugar a un enjambre de conjeturas en la pequeña aldea de pescadores. La madre, que sabía la verdad, evitaba los encuentros con la gente del pueblo, manteniendo sólo los contactos imprescindibles.
-Acaso no creerán que no la reconocimos, comentó una.
-Ni hablar, ni que fuéramos tontos, vaya a saber lo que pasó: se dicen tantas cosas…
-¿Será ella? Porque más que una mujer parece un fantasma…
Era difícil no escuchar los comentarios, tan llenos de fantasía algunos y absurdos y malvados otros, que enriquecían la imaginación y las fantasías de Agromare, rompiendo el tedio, y entremezclando la realidad con la ficción.
Unos pescadores la habrían visto al anochecer, al salir de su casa cuándo nadie podía verla. Otros, más chicos esperaron escondidos, y ya entrada la noche la habrían visto sentada en aquella barcaza semihundida que hacía años había sido abandonada, nunca se supo bien porqué.
Había empezado Febrero y como todos los años en la misma fecha los pescadores rendirían su homenaje a la Diosa del Mar. Habían preparado las ofrendas atiborradas de dulces, flores blancas, y perfumes, que flotarían meciéndose acompasadamente para luego perderse en el mar. Era el mejor homenaje que podían ofrecer a su Diosa, en cuyos poderes habían depositado todos sus anhelos.
Aquel día la aldea entera acudió a la playa desde temprano. Era el mayor acontecimiento del año. No faltaban los curiosos que insistían en ver a Rosina, que según decían estaría como todas las tardes recostada en la barcaza con la mirada fija en el horizonte.
Pero la joven no apareció. Mientras consumaban la ceremonia, el mar arremetió con furor destruyendo las ofrendas elaboradas a lo largo de todo el año mientras trozos de barcazas destrozadas comenzaban a blanquear la superficie del mar que olía a madera.
Un gran rayo perturbó el aire y los sentidos con enorme estruendo y su luz mostró un mar encrespado y terrible, ante los ojos atónitos de los pescadores. Según la leyenda Poseidón emergería de su reinado en el fondo del mar fundiéndose en cuerpo y alma en un apasionado y delirante encuentro con un ser humano.
El tiempo se confundía, la aldea alejada de su vida acompasada y simple, se debatía entre el miedo y la incertidumbre, ya no confiaría más en el devenir de sus días. Habían sucedido tantas cosas extrañas que parecían mezclarse en su memoria.
De la joven no había quedado rastro alguno. Nunca más se la vio junto al mar, sentada en la barcaza y arropada para cubrirse del frío de la noche.
Un tiempo después, del otro lado mar, Rosina daba a luz una criatura, le quitaba la red de pescar adherida al cuerpo que la cubría totalmente y la envolvía en el chal negro que había heredado de su madre muerta
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