Pero que fácil es la vida
cuando la tierna palabra
no te pide nada a cambio,
cuando el tierno arrullo
del fracaso duerme en el bolsillo
trasero de tu pantalón roto.
O cuando la puta, fea, no te cobre
los intereses de un beso y una sonrisa
sin reproche alguno.

Meto mi dedo sucio
en el culo de esa bala traidora
de algún fucilado, y creo
en el plazo fijo de esa mierda
aplastada entre la sociedad.

Me duermo en el regazo del odio
y trato de envenenar al la vejes
para matarla, entre jugueteo
de niñas vírgenes y malestares
de resacas futuras.

Pero que fácil es la vida,
cuando el sendero de las promesas
de un cielo y una fe, no se ponen en mi camino
para vigilarme, para asustar mi mundo
y desgarrarlo ,
para que mi piel no cambie de
opinión y mis ojos no se desborden
y se pongan en guardia.

El carrusel de promesas,
no da vueltas esta mañana sobre
mi techo, y solo me queda dar un grito
callado, que pasa por mi abandono pulido
por humo sucio, y borra de vino
barato.