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Convocado el congreso y leído el notable mensaje de don José de San Martin el 28 de julio de 1821, declarando la independencia del Perú, poco despues entra en funciones una junta gubernativa y en Lima el pueblo y las clases elevadas tienen una actuación pasiva, de simple aceptación de los sucesos que se desarrollan en el sur de la patria, la guerra entra en su fase más crítica y es la que va a decidir los destinos nacionales, pues los acontecimientos se complican, en vez de una victoria sobre los enemigos que estabilice el triunvirato y asiente la república sobre firmes bases, llega la noticia de un desconcertante fracaso que recorre toda la ciudad, sembrando el terror, el desconcierto y el pánico en todo el territorio.

Para el mes de junio de 1823, aproximadamente es un año que don José de San Martin se ha apartado y la situación es sumamente crítica en el Perú, el ejercito realista se halla a las puertas de Lima y marcha a paso redoblado, bajo las ordenes de Canterac que es el teniente de La Serna, la entrada a Lima es inminente pues no existe fuerza armada que le cierre el paso, ante tal peligro la prudencia aconseja evacuar la ciudad, para evitar la lucha en las calles con un enemigo poderoso, capaz de cobrar represalias sangrientas sobre la ciudad, conforme avanzan las horas la zozobra es mayor en Lima por lo que el congreso y el ejecutivo determinan marchar hacia el Callao para refugiarse en la fortaleza.

Es así que Lima cae bajo la autoridad Española (1) todo el mes de junio y la mitad de julio de 1823, los realistas imponen un régimen de terror sobre los vecinos sindicados de rebeldes o de mantener inteligencia con los patriotas, se requisa, se confiscan fondos, se saquean los templos, se invaden las residencias señoriales, se toman rehenes, se empieza a fusilar a los sospechosos, así es torturado y fusilado José Olaya, Lima que desde 1821 saboreo el placer de una efímera libertad política y civil siente el peso humillante de los dominadores.

Mientras el congreso sesiona en el Callao y Canterac impera en Lima, muchas voces se alzan para llamar a Bolívar triunfante en Colombia, frente a la crisis militar Bolívar el libertador parecía el hombre providencial destinado a salvar al Perú, algunos piensan en San Martin sin embargo el protector se hallaba ya lejos y no acepta el presente Griego del gobierno Peruano.

Pero escrito estaba que la engreída ciudad de los reyes vuelva a sentirse dueña de su propio destino, el 15 de julio de 1823 era un día tibio de otoño y Canterac reúne a su junta de guerra, para con el asentimiento de sus principales jefes resuelve internarse en la sierra, que es más acogedora que la capital y va anocheciendo cuando la retaguardia realista traspone la portada de maravillas, mientras que por la del Callao asoman las primeras guerrillas de la patria.

En un ejemplar de “la Gaceta” exalta el patriotismo en estos términos “ningún espectáculo puede presentarse más memorable que cuando el pueblo se cercioro del abandono de los españoles, torrentes de gentes inundaron aquellas plazas y calles que en los días anteriores estaban solas y espantadas, gritos y vivas resonaron en aquellos espacios que antes habían estado poseídas por el silencio y la desesperación, es así que la ilustrísima municipalidad reúne a los principales vecinos con el destino de proveer por la seguridad, luego ingresa a la capital el señor general de brigada don Thomas Guido, escoltado por una compañía de rifles y presentándose en la sala consistorial, manifestó que el excelentísimo señor general en jefe don Antonio José de Sucre lo envía para encargarse del cuidado de la ciudad y su gobierno; Lima celebro alborozada la entrada de las fuerzas independientes, repiques de campanas durante las 24 horas del día, te deums en los 42 templos de la ciudad, procesiones cívicas ante el ayuntamiento y ante la residencia del general Guido, iluminaciones en las noches y salvas incesantes de artillería desde el fuerte de santa Catalina, se sucedían en la capital que vestía sus mejores galas como en los tiempos en que se anunciaba el nacimiento de un infante o la llegada del virrey.

Solo Bolívar puede asumir sin desfallecimientos la tremenda responsabilidad de reorganizar el orden, restablecer la disciplina, infundir aliento en el ejercito derrotado e inyectar dosis de optimismo en los hombres que flaquean, Bolívar es llamado y para vencer su aparente resistencia hombres eminentes fueron hasta Guayaquil en demanda del afortunado soldado de Boyacá; seamos francos en decirlo, de haber faltado la cooperación de Bolívar el año de 1823, con todos los descalabros en el sur (Torata y Moquegua) y la lucha sorda entre Rivaguerinos y Taglistas, la anarquía y el tumulto, la independencia del Perú habría fracasado o se habría prolongado quien sabe hasta cuándo, cuando el poeta Olmedo (futuro cantor de Junín) hace en presencia de Bolívar el elogio de tan gran hombre, 2 facciones armadas se disputaban el poder en el Perú, es pues la guerra civil la que inicia la quiebra de la unidad fraterna tan necesaria para cimentar la república, mientras los realistas cada vez mas fuertes reaccionan y amenazan recuperar el dominio de todo.

Leemos en “la Gaceta” “el pueblo de Lima enajenado de placer corría por todas partes para saciar el deseo de ver al héroe, es imposible ponderar el exceso de público que causo en la capital la noticia” (se refiere al anuncio transmitido desde el Callao de que el barco en que llegaba Bolívar estaba a la vista del puerto)

El diario “la Gaceta” se ocupa de anunciar el arribo de Bolívar, el día 1 de setiembre hizo su entrada a Lima y las calles se llenaron de gentes habidas de contemplar de cerca al libertador, las tropas de las guarniciones Peruanas y Colombianas formaron filas, con sus bandas de música y sus estandartes desplegados, grupos de personas cada vez mayores invadieron las calles y plazuelas próximas a la portada, muchas casas colgaron en sus balcones guirnaldas de flores, entre repique de campanas y el estruendo de la artillería colocada sobre las murallas; Bolívar sonriente y envuelto en su capa grana hizo su aparición en carruaje abierto, al lado del Márquez de Trujillo, de Sucre y los demás jefes peruanos y colombianos, cuando el libertador descendió del carruaje en la casa que se le había designado (calle de san José N-387) daban en Lima las 7 de la noche.

Días mas tarde la sociedad limeña, el gobierno, el ayuntamiento y el ejercito ofrecen un banquete suntuoso a Bolívar, el libertador se vio rodeado de las personalidades mas influyentes de la capital, Tagle, Unanue, O´higgins, Figuerola, Guido, Mosquera, Pedemonte, Berindoaga; todos rivalizaban en exaltar las glorias del libertador y ponderar sus meritos y virtudes, !quien hubiera dicho a Tagle y berindoaga! que el hombre a quien esa noche fastuosa rendían homenaje los fulminaría mas tarde con sendos decretos poniendo precio a sus cabezas, Berindoaga cayo fusilado por orden de Bolívar por supuesta traición nunca comprobada, Tagle fue proscrito de la ciudad y en desgracia hallo oscura muerte en el castillo del Callao, fue perseguido por Bolívar con saña despiadada.

La ciudad en masa el 10 de setiembre en las que se encontraban las clases encumbradas y enriquecidas, las clases paupérrimas y miserables, que se asociaron al homenaje extraordinario al libertador, mientras en el salón del palacio que deslumbraba como una centella entre casacas bordadas, fracs y escotes tentadores, la champaña estallaba al descorcharse, afuera el pueblo agolpado materialmente en la plaza de armas sigue de lejos los incidentes de la fiesta, desde donde responde con vítores y exclamaciones al desbordante jubilo de los comensales.

Lima tuvo aun horas de zozobra y pavor, durante los primeros días de febrero de 1824, cuando se sublevaron los castillos del Callao con parte del ejercito Argentino y Chileno que se pasaron a los Españoles, algunos vecinos connotados se pusieron en relación con Rodil que ocupa el puerto del Callao, el desorden comienza a enseñorearse en la ciudad, Bolívar se encuentra en Pativilca convaleciente de terciana, donde recibe las noticias de los sucesos en el Callao, da sus ordenes para salvar el resto de la tropa y sacar de Lima los elementos de guerra útiles; toda la actividad militar y política converge en Pativilca "ranchería miserable que alcanza entonces la mas grande importancia que pueblo alguno pudo tener en el Perú" hasta ese lugar casi perdido al norte de Lima llegan y salen los emisarios, los mensajeros del ejercito, los documentos, partes y comunicaciones reservadas, es así que Pativilca por el azar de la guerra se transforma en el centro y foco de un gran ejercito de operaciones.

Atacado de terrible terciana Bolívar sufre dentro y fuera de si, la fatídica coalición de la peste y los descalabros materiales, pero no se doblega, no cede ni se deja vencer por el desaliento, que ya cunde entre los que lo rodean, aun así no pierde el optimismo ni la fe en los destinos de América, tampoco la confianza en sus tropas, ni en el talento y la lealtad de sus generales; Mosquera que después fue ministro de Colombia en el Perú, relata que colocado frente a Bolívar que esta famélico y desvencijado por la fiebre, hundido en un pobre sillón de baqueta, le pregunta como pulseando el estado de animo de Bolívar ¿que piensa usted hacer? rápido como el rayo Bolívar contesta con su verbo de fuego ¡triunfar!.

Es marzo de 1824 y el escenario de la lucha a variado, de los calcinados desiertos de la costa y la ranchería de Pativilca, la guerra se ha desplazado hacia la sierra próvida y acogedora región, Bolívar se halla en Huaraz y pasa después a Trujillo, recorre las provincias de Cajamarca y hace acto de presencia donde acantonan las tropas, vigila el racionamiento y el cuidado del armamento, el herraje de la caballería, en una palabra, ajusta, adiestra y pule el ejercito que va a consumar la independencia del Perú.

Así transcurre todo el año de 1824 sin que la ciudad de Lima tenga mas noticias de la guerra, que las que traen los correos del ejercito; la sede oficial del ejercito se ha trasladado al pueblo de la Magdalena, al pie de Lima donde impera Bolívar con su pequeña corte, como todo marcha bien se organizan saraos, fiestas y bailes, se bebe mucha champaña, también es donde se redactan documentos importantes como el de la convocatoria al congreso anfictiónico de Panamá, Lima la ciudad de los reyes se encuentra a vísperas de la gloriosa batalla de Ayacucho.

Pero un día llega el rumor de la victoria definitiva es la noche del 21 de diciembre, un oficial del ejercito libertador sale de Ayacucho a revienta caballo y descabalga en la quinta de la Magdalena, entrega a Bolívar en sus propias manos el parte maravilloso de la batalla, la tradición recoge el detalle que Bolívar se encontraba cambiándose el traje para sentarse a la mesa, estando con la casaca a medio vestir hizo que le lean el mensaje enviado por Sucre, luego de oír la noticia en un rapto de inconfundible entusiasmo dio varios pasos de vals, ante la presencia atónita de sus edecanes.

Lima la capital del Perú volvió a recuperar su tradicional alegría, los te deums, las luminarias, las salvas de artillería, los toros, el repique de campanas (las milagrosas campanas que dieron a conocer al mundo que el Perú es libre e independiente).



(1) el día que ingresaron las tropas realistas a Lima, se sintió un fuerte temblor en esta capital (junio de 1823).









Texto agregado el 14-08-2012, y leído por 161 visitantes. (0 votos)


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