Un amigo picado a poeta me dijo un día, al final, como nosotros escribimos y deliramos en las noches, no nos lee nadie, o bien poco, o se nos lee mal, porque todos escapan de los detalles, hasta de la noche y nadie se queda a ver las estrellas, menos a sentirlas, menos en el frio del invierno, somos locos sin numero, pero somos pocos y eso es lo mejor que nos queda después todo...
Yo le digo que no son pocos, todos escribimos, pero son mas estridentes los que escriben por encargo, por una critica mordida, por intensión forzada de hacerlo, como tantos escritores vendidos, pero al final no importa, uno debiese escribir por inercia, de todo con la sencillez que mejor le nazca, de lo bruto, lo detallado y lo obvio, también de lo complicado, porque uno escribe para uno, esto no es como la autoestima, que haya que quererse uno para que lo quieran, así, estamos en un error y escribir sería igual a un montón de cenizas que no sirven para nada…
Una lectura bostezada, adormilada y ligera no importa, no es malo para uno, si para un “mal lector” pero no es nada importante que vaya a ser trascendente y la critica, tampoco es necesaria si no se transforma en un debate de ideas o sueños. Pero de existir tiene que ser fundamentada, interesada, dispuesta a ser echa pedazos sea positiva o negativa, esa critica es mejor pensada, con un café y unas tostadas, ese es tiempo bien gastado, hasta unos puchos se ponen mas dulces a las seis de la tarde, después de la pega, esa opinión sobre las ideas y sueños de los demás son palabras que van a un sacrificio y si no se tiene en cuenta eso… esa opinión no vale la pena.