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Me despierta el olor intenso. Casi no puedo respirar, identifico, aceite, mezclado con un desagradable tufo a carne chamuscada. La oscuridad es absoluta. Un fuerte dolor de cabeza me genera nauseas, me palpo y noto un liquido que mana de mi frente, sangre, felizmente la herida no es profunda. un ominoso siseo eléctrico que se apaga poco a poco se percibe a mis espaldas, fuera de ese sonido no hay otros signos de vida. Claramente he estado desmayado, cuánto tiempo?, mis recuerdos vuelven como fogonazos a mi pasado inmediato.

Soy un pasajero del vuelo de Aerolíneas Argentinas numero AR1302 con partida desde Ezeiza, Buenos Aires y destino el aeropuerto Miami International, en Miami Florida, EEUU. El vuelo partió sin demoras a las 23:15 y con horario previsto de arribo a las 07:25 hora local de la mañana siguiente.
Dormía plácidamente cuando un sacudón me despertó. Dos minutos después, una azafata con voz nerviosa nos comunico de cierto desperfecto en el avión y que intentarían aterrizar de emergencia en el aeropuerto más cercano. Con un "Por favor abróchense los cinturones de seguridad" corto la comunicación. Recuerdo que verifique mi reloj pulsera mientras al avión iniciaba un descenso abrupto y un escalofriante temblor provenía de la parte trasera de la nave. La hora era 03:05 de la madrugada. El griterío a bordo del avión es infernal a mi lado un pasajero llora desconsoladamente. Cierro los ojos, un acto totalmente innecesario, me agacho sobre mis piernas, involuntariamente me abrazo a mi bolso de mano y espero lo peor. Un ruido estruendoso, un golpe y me desmayo.

Obviamente fui protagonista de un accidente aéreo. No puedo ver nada, todavía tengo entre mis manos mi bolso de viaje, me aferro a él y trato de incorporarme. el asiento delantero me oprime las piernas. Luego de varios intentos logro destrabarme, en mis movimientos empujo sin querer el cuerpo de mi compañero de asiento. No me toma mucho determinar al tacto de que el hombre que lloraba ahora está muerto.
Aguzo todos mis sentidos. una breve brisa me indica que "adelante y a la derecha" el avión tiene una fisura que comunica con el exterior. Me arrastro sobre asientos valijas, cadáveres y bolsos de mano. Aparentemente nadie ha sobrevivido, solo yo. Finalmente llego a una abertura, tomo coraje y salto desconociendo la altura del piso.
Caigo rodando y termino sentado sobre un mullido frondoso follaje, a lo lejos se escucha el murmullo de agua.
Respiro profundamente y hago mis cálculos.
Mentalmente imagino el globo terráqueo, trazo una línea entre Buenos Aires y Miami. Distancia? poco más de siete mil kilómetros.
Sigo calculando mentalmente tiempo de viaje hora de salida, hora de llegada, diferencia horaria de ciudades ..."hmmm" me digo, "un poco más de nueve horas de vuelo". Divido los kilómetros por las horas, sumo las horas de viaje hasta el accidente y visualizo mentalmente un punto en el mapamundi. Un terror invade mi alma. Estoy en el medio del "Mato Grosso" en Brasil, probablemente cerca de las nacientes del mismísimo rio Amazonas. La oscuridad es total, no veo nada, poco importa que sea de noche, cuando salga el sol seguiré igual... en realidad vivo a oscuras. Soy ciego de nacimiento.
El terror me invade, trato de respirar y serenarme... instintivamente busco mi bolso de manos. Lo abro, extraigo mi teléfono móvil y oprimo un botón.
"Por favor diga una orden o un nombre" dice una voz femenina carente de emociones.
- Llamar casa - digo esperanzado.
"Dijo Usted llamar casa" dice la misma voz
- Si!- contesto ansioso
"Llamando" me contesta el móvil.
Los segundos pasan lentamente... luego la voz responde.
"La conexión no pudo ser establecida, verifique con su prestador de servicios"
Lógico... las posibilidades de encontrar señal telefónica aquí son las mismas que en el medio del océano pacifico... oprimo el botón de vuelta.
"Por favor diga una orden o un nombre"
- Batería - , la voz responde "setenta y ocho por ciento", apago el móvil... todavía pienso que tendrá uso. Es hora de ubicarme.
El avión, o sus restos, son perfectamente identificables, la mezcla de olores es intensa. En medio de la cacofonía de insectos y animales salvajes de la noche identifico el ruido del agua. me dirijo contando los pasos con mis manos hacia adelante. Por las dudas verifico el tiempo en mi reloj pulsera, las voces de mis dispositivos me proporcionan cierta calma. No quiero perder la ubicación del avión, al menos no todavía.
Treinta y cinco pasos , luego de algunos tropezones y arañazos en brazos y cara piso agua. el rumor es importante. Me arrodillo palpo y pruebo el agua. por primera vez sonrió... no será de sed que me muera.
El agua corre de derecha a izquierda. Aunque prematuramente supongo que en general la mayoría de los afluentes del amazonas corren más o menos de oeste a este, por lo que asumo que mi avión esta al sur... y lo más importante es que la vida civilizada, aldeas, pueblos y hasta la misma ciudad de Manaus se establece sobre los cauces de agua... Una idea germina en mi cabeza.
Las horas pasan. logro volver al avión, mi olfato me guía los últimos metros... finalmente consigo, palpando el fuselaje, encontrar una abertura.
Son las diez de la mañana.
consigo entrar nuevamente y busco palpando lo que me hará falta.
dos horas después estoy de vuelta en el piso. He juntado seis asientos que asumo serán flotadores. Revolviendo con asco entre los cuerpos logre reunir algunos cordones de zapatos, y un par de cinturones. El horror me impide quedarme más tiempo en esta espantosa tumba comunitaria.
Ato mis pertenencias y las arrastro nuevamente hasta el rio. Son las dieciséis horas cuando un sonido me llama la atención. Me quedo quieto y aterrorizado, en realidad no es un sonido sino su ausencia. El parloteo de las aves ha enmudecido el rumor del agua parece haberse incrementado. Temeroso espero sentado al borde del rio.
Los minutos pasan lentamente, traspiro por calor y miedo, juntando coraje sigo construyendo mi improvisada balsa. Con ella pienso dejarme llevar rio abajo, solo espero que alguna barca comercial o algún poblado me encuentre. Otra vez silencio pero esta vez escucho ruidos entre la vegetación a mi espalda. La piel se me eriza. Con algunas ramas que he cortado he atado los asientos de manera tal que proporcionen una pequeña plataforma que flote unida sobre el agua. No tengo intenciones de dejar ninguna parte del cuerpo bajo la superficie, he "leído" lo suficiente sobre pirañas, serpiente y otras alimañas voraces en esta zona. Pruebo satisfecho mi balsa. Me dispongo a embarcarme, quiero irme de aquí, tomo mi bolso y con el agua a las rodillas me apresto a subir. De pronto me paralizo... algo me sigue en el agua. El contacto de una mano sobre mi hombro me provoca un grito. La mano me aferra con firmeza ahora el brazo y me obliga a seguirlo a la costa. Una voz firme me habla en un idioma que no entiendo, por algún motivo no siento agresión ni amenaza en su voz.
Asumo que mi balsa ya va a la deriva. En la costa el hombre habla en voz alta, otras voces desde distintos lados le contestan. Su mano aun sobre mi brazo afloja la presión. su otra mano se apoya sobre mi pecho. El gesto aunque ligeramente intimo para mi gusto no constituye una amenaza. la mano que sostiene mi brazo guía a mi mano hacia su pecho. la apoyo y el hombre dice "Wiogu"... yo respondo "Juan" el hombre retira su mano y repite "Jun". Yo sonrió.
Me arrastra del brazo para que lo siga... esto es algo que me incomoda, retiro su mano y apoyo mi mano sobre su hombro dándole a entender que lo seguiré pero a mi manera. Wiogu comienza a caminar lentamente cuidando de que no tropiece.
vamos por la margen del rio, lo escucho a mi izquierda. De pronto el terreno se vuelve rocoso, no se si vamos por un sendero pero escucho pasos adelante y detrás y ocasionalmente alguna palabra monosilábica. No se que quieren de mi, tengo temor por mi vida. En un momento nos detenemos y nos sentamos sobre unas rocas. A lo lejos escucho el salto de agua. Una cascada. Empiezo a entender y confiar en Wiogu. El sabe que soy ciego e intuyó lo que haría. Simplemente me evito una muerte segura. En la cascada me hubiera golpeado y ahogado.
Retomamos la margen del rio. Cada vez que controlo la hora los hombres de Wiogu se alteran y hablan en voz alta. Me tocan la muñeca temerosos. a las 19 hs otras voces se suman, incluso escucho voces de mujeres y niños... asumo que estoy en su aldea. Wiogu me lleva un claro y se sienta a mi lado. Me toca el pecho nuevamente y dice "Jun!"... el murmullo de todos tratando de repetir "Jun". Sonrió... y otra vez hasta los niños repiten Jun, Jun.
Wiogu da algunas instrucciones y de pronto aparece entre mis piernas un tazón de madera con agua, y algunas frutas. Como ávidamente mientras todos se mueven a mi alrededor. No sabía que tenia tanto hambre.
Wiogu me dirige a una especie de hamaca, me hace tocarla y entiendo que debo acostarme.
finalmente agotado apoyo mi cabeza sobre mi bolso y me acuesto en la hamaca. Exhausto física y emocionalmente enseguida quedo dormido.
Me despierto descansado, he dormido profundamente. Enseguida recuerdo mi situación, involuntariamente toco mi reloj.
"ocho horas treinta y dos minutos"... unos niños se ríen nerviosos.
una manito toca mi brazo. Tratando de no asustarlo lo dejo hacer. Luego de algunos intentos infructuosos mi reloj le responde "ocho horas treinta y tres minutos" los niños salen corriendo y riendo... me encantaría poder verlos. Wiogu me dice "Jun" y toma mi mano. Recibo de el mejor desayuno tropical, agua y abundante frutas y algo que parece pescado seco.
El hombre espera paciente a que finalice de comer y sin más ceremonias me pone mi mano sobre su hombro. tomo mi bolso y caminamos juntos. Enseguida escucho el rio.
Los indígenas han preparado una canoa llena de fruta, pescado y un tazón de madera. Una especie de remo completa el equipamiento de la barca. Toco todo y volteo mi rostro hacia ellos. Entiendo que interpretaron mi idea original. Wiogu toma mi mano y frota la suya tres veces en un movimiento circular sobre el dorso de la mía. No entiendo pero imagino que es un gesto de despedida.
Por unos momento se me ocurre la estúpida idea de pagarles en agradecimiento con dinero de mi billetera, entonces saco mi crucifijo de plata de mi cuello y se lo pongo al cuello. El silencio es emotivo. Una vocecita a mi lado me toca el reloj. Me lo saco de la muñeca y se lo doy... creo que no me hará mas falta. El niño chilla de felicidad.
Wiogu apoya su mano sobre mi pecho y yo hago lo propio. Unas lagrimas recorren mis mejillas mientras subo a la canoa.
Enciendo mi teléfono móvil lo menos posible, tratando de ahorrar al máximo la batería. La rutina es intentar hablar, determinar fecha y hora y cuanto resta de batería, luego apagarlo. Las horas pasan lánguidamente pero no escucho ningún sonido que advierta civilización. Me alimento, duermo y ocasionalmente destrabo mi canoa de las ramas de la orilla buscando siempre el cauce del rio. Al tercer día siento el calor del sol sobre mi cuerpo, y todo cambia.
Enciendo mi móvil... un ominoso pitido intermitente me advierte que estoy escaso de batería. Hago mi intento pero esta vez luego del "llamando" escucho sonar el teléfono...
- Hola? - dice una triste voz que reconozco al instante.
- ¡Laura mi amor soy yo!
- ¿Juan! ¿Estás vivo?
- Si, no me cortes, busca papel y lápiz - pongo el teléfono en espera y pido un nuevo comando a mi móvil.
- Gps posición - digo
La voz dice "conectando satélites"... espero impaciente una eternidad. El pitido de la batería continua sonando, de pronto la voz dice
"dos grados cincuenta y cuatro minutos diez sesenta y nueve segundos sur
sesenta y nueve grados cuarenta y tres minutos treinta y dos veinticinco oeste". vuelvo a activar la llamada.
- Laura, amor, escucha bien y anota
- ¡Si te escucho! me contesta emocionada.
- Estoy en una canoa viajando rio abajo mi posición es...
Termino de darle mi posición pero no tengo la posibilidad de repetirlo, el pitido se hace continuo y luego se apaga. El móvil ha quedado sin batería. "al menos he vuelto a escucharla" me digo y me largo a llorar, ahora entiendo el gesto de Wiogu con las manos... me estaba diciendo que debería esperar tres días. luego me quedo dormido.
No sé cuantas horas han pasado pero me despierta un sonido mecánico... es una lancha. me incorporo y agito mis brazos.
El ruido se acrecienta y escucho una voz en portugués que me grita ¿Señor Juan Estevez?.

Dos días después me reúno con mi esposa en Manaus. En el aeropuerto mientras esperamos el vuelo de regreso a casa ella me lee las noticias del diario. Yo la escucho un tanto aburrido cuando de pronto me dice que hay noticias del accidente aéreo.
"los restos del avión fueron localizados por una patrulla del ejército colombiano. No quedaban sobrevivientes. hubo una pequeña escaramuza iniciada por un soldado cuando observo en la selva a un niño. Le llamó la atención que el mismo tuviera un reloj pulsera en la mano. Al querer perseguirlo para quitárselo un indígena se interpuso y entraron en combate. Los indígenas fueron abatidos en su totalidad y se recuperaron un reloj para no videntes y una cadena de plata con un crucifijo. seguramente robados de los cadáveres del avión..."
Comienzo a llorar desconsoladamente....
mi mujer no entiende y yo solo puedo balbucear...
- ¡Wiogu! ¡perdón amigo!, ¡mira lo que te hizo Jun!

Texto agregado el 13-08-2012, y leído por 331 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
20-05-2013 Nooo, que dolor! Que historia! Un verdadero placer leerlo. PenelopePok
21-08-2012 El cuento está bien escrito, lo mismo que los diálogos. El final sorprende, no me lo esperaba. Terryloki
15-08-2012 1. Musitas amado, qué cuento tan maravilloso. Qué capacidad para encadenar los eventos y lograr una narrativa de altura, de gran vuelo, diría yo. Admiro a las personas que saben tejer descripciones convincentes en una historia; y tú has obtenido un Phd con esta historia. (Continúa…) SOFIAMA
15-08-2012 2. El final, para mí, de gran trascendencia. Has denunciado el daño que se puede hacer al irrespetar las culturas de los pueblos, por ignorancia. Has dictado cátedra con ese final, y con ello, enalteces la historia. Te felicito, y qué gusto leer escritos tan inteligentemente hilvanados. Un gran y fraternal abrazo, amado Musitas. SOFIAMA
15-08-2012 Un impacto al corazón, extremadamente digno de tu don , un placer =D mis cariños dulce-quimera
15-08-2012 ¡Dios! Este relato se vive, se sufre con el protagonista, y al final, lo típico: Una mujer parlanchina que ayuda a que lleguen las lágrimas del desahogo. Felicitaciones. ***** MARIAELENA
14-08-2012 Ayyyy Gus; ¡Tan bien que iba todo!, caray amigo de imaginacion inagotable. Un abrazo afectuoso hasta Cordoba !!! Mriadas d * yar
14-08-2012 No es justo!!!! Me siento a disfrutar un relato de aventuras y termino emocionada y casi llorando. No y noQuiero un final alternativo que me lleve a un happy end completo. Querido gustavo , tu cuento y el del foro son dignos de integrar una antología. Tengo una idea... tres contra uno. Un desafío con votación entre el cuento original y el armado por el grupo ¿qué dices? ninive
14-08-2012 El final es desgarrador. Pobres. Buen cuento. Saludos. Azel
14-08-2012 Una historia trepidante, cargada de descripciones. Toda una aventura se narra con maestría, bien desarrollada la trama con grandes dosis de imaginación. No es fácil ser invidente en el mundo civilizado, menos lo es las desventuras de Juan. Me atrapó de principio a fin. Mi total, y más sincera enhorabuena. Stromboli
 
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