LOS EXTRANJEROS
Un pueblo de Cordoba situado en la orilla del Guadalquivir, 50 kilometros al norte de la capital; Julio, 1985. Faltan 10 minutos para las tres de la tarde, como te recuerda la pantalla del televisor, un reloj permanente que, al sonido de leves tembrazos, va marcando el paso de los minutos antes del telediario. La mesa esta puesta en el salon que te dicen de verano, delante del telev
isor; no hay mucha luz porque todas las contraventanas estan practicamente cerradas a cal y canto. Y fuera cae un calor espeso y opresor que parece por momentos que te falta el aire. Ningun hombre en la mesa (el padre y los dos hijos ya adultos) tiene puesto la camisa salvo yo. Y aprendes enseguida que lo que mas hay que desear en la mesa es el gazpacho frio y el vino de carton-dicen de Valdepennas-que hay que mezclar con la Casera, tambien gelida. Esta claro que la mesa (muebles, casa, todo) es del padre, que se sienta a la cabeza de la mesa y al que la madre y tambien las hijas sirven la comida y se aseguran de que tenga todo lo que le puede faltar; y el y el hijo mayor hablan como a gritos; y nadie dice nunca “pasame, por favor el pan” (que seria como lo instintivo, o normal, en mi) sino que dicen todos “DAME PAN” o “GRACIA (una de las hijas) ECHAME CASERA”. Y el tema de conversacion (que es constante) es el gobierno, los Americanos “[lo’ Americano’] o algo que sucedio en el pueblo: pero siempre hay alguna forma de desacuerdo en la conversacion, conflicto o oposicon respecto a los puntos de vista. Y todo el mundo se va aliando con uno o otro lado en el debate, asi comentando y comiendo. Hasta que alguno (o alguna), como de broma, se refiere a mi y dice por ejemplo, “Y tu Se’, que piensa’?”. Y antes de que pueda yo contestar, dice mi amigo, Manolo, “este no piensa na’, que lo’ americano’ no te dicen nunca lo que piensan que son uno’ hijossss de la gran puta”; y todos los demas se lanzan sobre el recriminandole su falta de tacto y diciendome (GRACIA), “Tu di que no!, Se’”. Y alguna vez tiene lugar una verdadera discrepancia de puntos de vista: y cuando es entre padre e hijo, hay problemas serios, pues ninguno se mueve de su posicion y se llega a una cierta dureza verbal que solo acaba cuando los hombres se retiran a dormir la siesta y las hijas y madre empiezan a quitar la mesa.
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