La Nota
Por debajo de la almohada Javier extendió su brazo para alcanzar el reloj despertador que insistentemente hacia su tarea. Después de darle un manotazo pagando así el servicio del inanimado aparato se dio vuelta en la cama y volvió a quedarse dormido.
Dos horas después abrió los ojos, al principio se sobresaltó pero inmediatamente recordó que estaba de vacaciones.
- si señor, ¡Vacaciones!.
El día anterior había pensado su itinerario, había planeado visitar el campo de golf, practicar algunos tiros; y luego más tarde iría a la plaza mall a comprarse unas zapatillas nuevas para hacer jogging.
Se levantó de la cama y se dirigió al baño; ahí vio la nota que le había dejado su esposa: Buenos días mi amor diviértete en tus vacaciones. Sonrió y tomó la nota besando los labios pintados con carmín que sello su mujer al final del texto.
Artemisa tenía esa manía de dejarle notas por todos lados, era una forma de estar siempre al pendiente de lo que él hacía o iba a hacer. Tan bien lo conocía, que le dejaba notas en los lugares más increíbles, en una ocasión le dejó una nota pegada a un bote de pintura bajo la escalera del desván, donde decía: No olvides la brocha y el rodillo. Y ese día le sirvió porque así evito tener que volver por los mencionados objetos.
Después de bañarse y vestirse, se preparó el desayuno. Cuando estaba por tirar los restos y la basura, vio la nota que le dejo pegada al cesto de los desperdicios.: No olvides que hoy pasa el recolector. Recoge el bote y lo limpias. Hay que poner una bolsa nueva . Te quiero.
- Caray no contaba con esto ahora tengo que pensar en si me voy y hago caso omiso de la nota o espero a que sabrá Dios a qué horas pase el recolector…. - Se dijo en voz alta.
Entonces se le ocurrió algo, ¡cielos! era genial, lo tuvo frente a si todo el tiempo. Tomó el block de notas de su esposa y escribió. Sr. Recolector: tenga usted buenos días. Aquí le dejo 50 pesos de propina a cambio de que usted me haga el favor de cambiar la bolsa del recipiente y volver a colocarlo en su lugar, Atte. El vecino. Sonriendo para sí mismo, buscó un poco de cinta adhesiva para reforzar el papelito pegado al bote y satisfecho de su acción subió a su auto y se encamino al deportivo.
Eleuterio era padre de dos hijos, uno de 5 y otro de tres años vivía en la colonia nuevo amanecer. Y cada día él se preguntaba muy para sus adentros si las personas que le habían puesto nombre a la colonia se reían de ellos o lo habían hecho inadvertidamente; porque cada nuevo amanecer significaba otro día de supervivencia.
Los hechos violentos estaban cada vez más desatados y Eleuterio no quería esa forma de vida para sus hijos. Había tenido la intención de reformarse después de que había sido atrapado en un intento fallido de asalto, de eso hacía dos años y había salido recién por buena conducta y porque él solo había permanecido en el auto mientras el intento de asalto se llevaba a cabo. Miranda su esposa le preparaba su almuerzo todos los días y le agradecía a la Virgen del Rosario, que le hubiera dado otra oportunidad a su marido.
Ese día ella se despertó en la madrugada y llorando le dijo:
- Ele, hoy no vayas al trabajo porque tengo un presentimiento.-
- Mujer como no quieres que vaya si apenas sale para el gasto con la semana completa, y luego ya sabes que si falto me descansan otro día. Y ahora que esta malo Pedrito pos necesitamos la lana.-
-Ay Ele , es que tuve un sueño feo, soñé que te metías en problemas por algo que decías o que delatabas a alguien , prométeme que no te meterás en ningún pleito y que no delataras a nadie veas lo que veas, ya sabes cómo son los de la pandilla que no perdonan a nadie que los señale. -
-Mujer, ya sabes que no me meto en líos desde aquella vez y como no me meto con nadie pos me dejan en paz... ándale duérmete otro ratito que ya pronto amanecerá. - Miranda volvió a quedarse dormida, y ahora soñaba que caminaba por un campo lleno de flores amarillas, parecían girasoles que volteaban a verla al pasar ella por el campo. Todos los girasoles tenían los ojos de su marido. Y eso la inquietaba, luego llego hasta una casa muy bonita con unas rejas blancas que deslumbraban los ojos al verlas directamente. Se acercó dejando atrás el campo de girasoles, en una de las bardas de la casa había unas palabras escritas: RECOLECTOR Miranda se acercó y bajo las letras había dos pequeñas puertas que abrían en va y ven, corrió el cerrojo y se asomó al interior, había un recipiente de residuos orgánicos y otros dos donde se veían latas papeles y plásticos, en el sueño oyó unas voces como mezcladas con risas, y reconoció la voz de su marido, se giró para buscarlo y al final del campo de girasoles vio un grupo de hombres reunidos que estaban sentados como conversando, de pronto escucho discusiones y corrió hacia el grupo de personas, pero lo que antes eran girasoles ahora eran botes de residuos y no le permitían el paso por lo apretados que estaban. Como podía Miranda apartaba los botes y trataba de hacerse camino hacia el grupo, entonces a través de una cada vez más espesa neblina vio que tres hombres golpeaban a uno más que estaba tirado en el piso, sintió una angustia que oprimía su pecho , quiso gritar pero no salía nada de su garganta solo un ronco gemido alcanzó a pronunciar al ver en el bote que tenía más inmediato la cara de su esposo muerto y colocado en una posición inverosímil dentro del recipiente.
-¡¡¡Noooo!!! - Despertó de manera súbita.
- ¿Qué te pasa mujer!!?? que esta vez me asustaste- le increpo Eleuterio.-
–¡¡ay!! Ele. No sé, tuvé un sueño muy... muy feo, te digo que no vayas hoy, no me importa que tengamos que hacer para conseguir dinero, mira, si quieres le escribo una nota a tu supervisor diciendo que estas enfermo para que no te descuenten el día.-
- Mira mujer, los sueños son sueños, solo eso. Si todos fueran realidad, desde cuando fuéramos ricos, yo siempre sueño hasta despierto que somos de la alta. Anda mejor levántate ya para que me hagas el almuerzomientras me baño.-
Eleuterio se fue temprano a trabajar a la empresa recolectora de desechos orgánicos e inorgánicos S.A de C.V. (REDEOSA) mientras atrás se quedaba su mujer cuidando a sus dos hijos. Con la nota del justificante en sus manos.
Pancho Ramiro y Edgar, tenían trabajando casi medio año antes de que entrara Eleuterio. Y se habían acoplado tan bien sobre todo por el gusto a las juergas que se daban, donde no pocas veces salían a relucir los golpes. Era una relación de pseudoamistad basada en el gusto por las malandrinadas y los pequeños hurtos que hacían cuando la ocasión se presentaba. Hasta ese día habían tratado a Eleuterio con algo de desconfianza, porque pensaban que era un chivato, y lo habían estado observando.
Compartían con él la repartición de las propinas que ocasionalmente les daba la gente de los suburbios. Solo que no iban con él a partes iguales, le decían que como la antigüedad pesaba le tocaba solo el diez por ciento y el resto se lo repartían entre tres, esa era la regla que dictaba Pancho, que a vistas dadas era el pseudojefe de esa camada de rastras. Pancho que era el que más le entendía a eso de la matemática. Repartía todo a la mitad, de la restante mitad daba a Eleuterio el diez por ciento y el resto lo volvía a repartir entre dos para sus compinches.
Llegaron a la colonia Del Valle Alto, era un residencial con guardias de seguridad en la entrada, una zona exclusiva en la que para entrar debían mostrar sus acreditaciones, mostraron sus pases de entrada y se encaminaron a la recolección de desechos. Era común que los recolectores dejaran los botes afuera casi en la acera, lo hacían de adrede provocando que los dueños les causara molestia recoger los botes, pero de ninguna manera podrían quejarse a la empresa ya que el trabajo de los recolectores no incluía el regresar los depósitos a sus cuencos, por eso algunos vecinos optaban por darles propinas al fin de mes o por evento. Propinas que vale decir Pancho administraba, bajándose del Camión y zalameramente saludaba a las señoras que salían en Pijama a darle la gratificación. Aparte Pancho se daba su taco de ojo con las gatitas y las señoras con pedacitos buenos como él decía.
Eleuterio fue a recolectar lo botes de la casa que tenía una puertecita donde se leía en letras de molde color negro : RECOLECTOR , abrió y saco los botes notando que sobre uno de ellos estaba una nota, mencionando una propina pero no había billete alguno.
- Pinches culos, pa que chingaos dejan su pinchi notita y luego no ponen el billuyo, ahora le voy a dejar los botes afuera pa que se le quite.- mientras vaciaba el cargamento pensó que quizá podría reclamar la propina con esa nota así que la guardo en su pantalón y decidió colocar los botes en el rellano que para tal efecto se había construido en el límite de la propiedad. Un poco más animado siguió con su trabajo.
En el country Hill Club Javier se la pasaba bien, era cerca de las dos de la tarde y decidió hacer un alto en el restaurante del club para ordenar una salchicha y un refresco.
- Pero qué demonios, si estoy de vacaciones, pediré una cerveza- Pensó y realizo su pedido a través de un camarero. Saco su celular y le llamo a su esposa.
- Hola querida ¿como estas? ¿Que tal el trabajo? Te dije que solicitaras tus vacaciones junto con las mías, ahora tengo que vérmelas con un par de morenas que tengo aquí conmigo en el club- soltó una carcajada al escuchar la respuesta de su esposa y aclaro.
- Claro que no mi amor solo tú me interesas, es que te extraño aquí conmigo y quisiera que hubieras podido tomar tu descanso - destapando una lata de cerveza que le habían llevado continuo diciendo.
- Por supuesto que vi tus notas que me dejaste cielo, si saque el bote de los residuos y espere a que pasara el camión para colocar la nueva bolsa y acomode todo.- dijo esto sintiéndose un poco culpable por la pequeña mentira, e inconscientemente se metió la mano a la bolsa de su bermuda, sintiendo el billete de 50 pesos que había pensado dejar pegado a la nota.
- Changos!!- Pensó, mientras se despedía de su esposa con un sonoro beso al teléfono.
– Ahora tendré que llegar antes que ella para asegurarme que los botes estén dentro, ¿cómo se me fue a olvidar dejar la propina?- le dio un trago a la cerveza y sonrió pensando
- Quizás necesitaba una nota que me recordara dejar la nota y la propina, jajajaja -.
La empresa cerraba a las 8:00 de la noche pero todos los camiones recolectores debían entrar antes de las 7:00 para efectos de realizar las descargas y asegurar los vehículos en su estacionamiento, el personal debía checar tarjeta de salida del mismo modo que lo hacía por la mañana. Pancho y sus amigos se transportaban en un carrito que había conseguido con el producto de sus propinas y al pasar junto a Eleuterio le preguntaron si gustaba de un aventón que al fin también ellos iban para el rumbo. Eleuterio pensó que de esa forma llegaría temprano a su casa a ver como seguía su niño y si fuera necesario podría regresar a la casa donde encontró la nota y reclamar la propina a ver si le daban los cincuenta pesos. Por eso accedió a subirse con ellos.
En el trayecto a casa pasaron por donde había un expendio de cerveza y Edgar se bajó del auto a comprar cuatro cervezas tamaño familiar, conocidas como caguamas. Insistieron a Eleuterio que se tomara una con ellos y éste no quiso verse mal después de que le llevaran en su auto, accedió a convivir un rato con sus compañeros de trabajo.
-hombre vale pues pero solo una es que esta mi hijo enfermo y debo ir a casa a ver como sigue- les contestó.
Se detuvieron a orillas de un arroyo donde comenzaba la colonia, y al fin y al cabo ahí ni la policía entraba, se pusieron a beber, platicando de las viejotas tan güenas que según ellos estaban enamoradas de cada uno de ellos. Pancho hacia alarde de sus tratos con las seños y con las gatas más finas. Según él, tenía cuatro o cinco en cada colonia que daban servicio.
Eleuterio platicó sobre sus planes y de cómo había sido su ingreso a la cárcel y sus intenciones de reformarse, causando la risa entre sus compañeros
- Pinche Eleuterio, si no nos reímos de lo malo que está tu huerco, sino de que aun crees que la vida puede ser de color rosa- dijo el pancho entre risas.
- Mira Valedor, lo mejor que puedes hacer es ponerte bien trucha pa' cuando veas que pasa, o esté cerca, la agarres y pegues a toda madre.-
- que agarre ¿qué? – preguntó Eleuterio.
- Pos la oportunida' mi buen, la oportunidad de chingar algo o a alguien porque solo así podrás hacer alguna cosa en esta pinche vida que nos tocó vivir mi Ele, ándele pa que vea que tengo todavía más consejos le invito a que nos invite otras caguamas. ¿no compas?-
- si eso es lo mejor que puedes hacer pariente- dijeron Edgar y Ramiro riendo entre dientes. Eleuterio agradeció y dijo que mejor fuera en otra ocasión, que iría a ver como estaba su chamaco, y metiendo inconscientemente la mano a su bolsillo dijo:
-En esta ocasión no me fue tan bien con las propinas, solo traigo 20 pesos y quisiera mejor comprarle un litro de leche a mis niños hay ustedes dispensaran. -
- ande pues mi buen nomas porque me divierte ver su ingenuida' - dijo Pancho.
- Ramiro vete por otras cervezas que yo invito otra ronda. Y usted mi Ele, nomás porque me cai bien le voy a prestar otros diez pesos pa que les compre un bolillo a sus chamacos.- dijo sacando una brillante moneda de a diez.
Tomaron esa y otra ronda de cervezas, eran casi las once de la noche cuando Eleuterio ya casi ebrio, se levantó diciéndoles a sus amigos que se iba a su casa, y se llevó las manos a su bolsillo para palpar las monedas, cuando saco la mano algo salió de su bolso, era un pedazo de papel doblado que solo Ramiro y Edgar vieron que cayo al piso de tierra.
Iba Eleuterio como a 30 metros antes de llegar a su casa cuando lo alcanzó un auto que venía por la avenida. Solo sintió como un empujón y perdió la consciencia.
Su esposa que aún no se dormía, escucho un fuerte golpe y el rechinido de llantas de un vehículo arrancar, salió y vio a su esposo ya sin vida, tirado en medio de la calle sosteniendo en su mano la bolsa con el cartón de leche derramándose y el pan aplastado por las ruedas del auto.
Sobre el en su espalda estaba un pedazo de papel arrugado y echo bola, era la Nota que Ramiro y Edgar habian levantado.
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