¿Por qué no pudiste quedarte así? Un sueño, una utopía, una verdad fuera de la realidad. Algo inexistente, algo improbable.
Entraste en mi vida, y te vi. Era imposible no verte, tan viva, tan hermosa, tan a tu modo. Quisiera haber estado ciego, habría sido mejor. Pero te vi, cómo negarlo. Te observé, lentamente, me tomé mi tiempo y lo disfruté, cada segundo.
No volviste a salir de mi mente. Me fue imposible sacarte. Cada intento era más inútil que el anterior, y opté por resignarme a que vivirías conmigo sin estar presente. Comencé a acostumbrarme a ese pequeño beso que me das por las mañanas, que hace que me brinque el estómago. Me acostumbré a tu voz, con ese peculiar timbre que se queda conmigo todo el día, enterrado en lo más profundo de mi inconsciente. Me acostumbré a tu mirada, que la sentía sobre mis ojos cada vez que los cerraba, observándome, casi analizándome. Con la mirada me sonríes, mostrándome una alegría innata, inmortal, que no se puede reprimir de ningún modo... y para qué querría reprimirla, para qué aniquilar esa sonrisa...
Eras mi ilusión, un sueño más. Uno de esos sueños que no se deben cumplir, porque son más hermosos al soñarlos que al realizarlos. Esos sueños que nos mantienen con ganas de vivir, para algún día alcanzarlos. Porque al alcanzarlos, sentimos miedo. Miedo de perder aquello por lo que hemos luchado, aquello que hemos soñado; miedo de que el sueño se pierda.
Como sueño, eras mi razón para dormir. Porque quería soñar contigo, sentirte cerca, aunque fuera sólamente en mi dormido subconciente. Como sueño, eras mi razón para despertar, para verte, para pasarme el día pensando en ti cada vez que viera una flor, cada vez que sintiera el viento rozando mis mejillas.
Y ahora, por alguna razón, has dejado de ser sueño. Insistes en querer ser realidad. Mi corazón insiste en que luche por ti, en que luche por despertar, en que salga de mi letargo y vaya hacia ti.
¿Para qué? ¿Para qué arruinar este hermoso sueño, convirtiéndolo en cruda realidad? No puedo vivir en un sueño, ni soñar en la realidad. Y sin embargo, prefiero vivir soñándote. Porque siendo sueño, no puedo perderte, no puedo alejarme de ti, ni tú de mí.
Porque de mirada en mirada, de sonrisa en sonrisa... siento cada vez que mi corazón quema con más fuerza, y es un fuego que no puedo apagar. Me consume por dentro, me mata lentamente. El terrible presentimiento de un amor imposible, que hace que mi corazón se encienda con un fuego que no puedo controlar y me provoque un calor que no puedo apagar.
¿Cómo amarte, si al mismo tiempo quiero y no quiero amarte? ¿Cómo amarte, si tengo miedo hasta de mirarte, por temor a caer en ese terrible y mortal abismo? ¿Cómo amarte, si ni siquiera tengo el valor de decirte que te amo?
¿Por qué no pudiste quedarte como un sueño? Un sueño apacible, un sueño tranquilo en mis noches de desvelo... En lugar de eso, te convertiste en este terrible fuego, que me devora, que me consume... De apacible sueño pasaste a incontrolable ardor...
Y mientras, muero.
Bowen Alanos |