Un payaso.
Mucha gente.
Familias.
Una, seis, cien, mil personas.

Susurros.
Personajes curiosos,
tímidos.
Una rueda.

Niños en primera fila,
otros no tanto.
Padres escondidos,
otros ausentes,
y algunos siendo niños.

Todos con vos.
Riendo,
mirándote,
escuchándote.

Las pelotas verdes.
Redondas figuras desafiantes del viento en tus manos,
que por instantes eternos controlan el movimiento emocional de la multitud;
y a veces también el de las pelotas.
Como si eso fuera lo importante.

Vos mientras tanto,
sos el inventor de tu propio ser.
Sólo siendo.

Expuesto en ese escondite que amuralla una realidad.
Alegrando momentos sin ser.
Sólo siendo.

Sin nariz roja,
sin explicaciones.
Siendo sueños sin soñar.

Imágenes mágicas de fantasías.
Ilusiones de realidades irreales.
Realidades de sonrisas que con tu ser despertás,
sin decirlo,
sin pensarlo,
siempre siendo.

Energía que fluye entre las gentes mundanas del mundo.
Con tu pájaro de colores y tus muñecas de plástico creando un circo de maravillas.

Payaso hermoso que regala sonrisas,
siendo feliz viéndonos reír.