UNA CARTA PARA DESPUES



Aunque sé perfectamente el destino de esta carta, necesito escribirla.

No la leerás.

La tomarás entre tus manos y descargarás tu fastidio en ella. Terminará convertida en mil pedazos y ni siquiera serán de colores.

Pero la guardaré en mi archivo y cuando parta, tal vez algún día sientas curiosidad por saber lo que pienso, lo que siento y lo que escribo.
Entonces cuando no haya tiempo, me comprenderás.

¡Quiero saber con la misma ansiedad de un niño sobre la existencia de los reyes magos, si todavía conservas algo de cariño por mí.
No preguntaré, no lo haré. No me expondré a tu respuesta.

No, no olvido el gesto generoso que tuviste conmigo cuando nos conocimos.
Nunca imaginé que esa cuenta me saldría tan cara.

A veces me pregunto: ¿Y nuestros sueños?
A veces quisiera caminar a tu lado. Reírme de cualquier tontería, sentirme protegida.

Guardo siempre la esperanza de que mañana será distinto.

Pero la vida es como una noria. Da vueltas y vueltas, sin ir a ninguna parte

¿Qué hacemos dentro de nuestro mutuo silencio?
Yo, en mi agonía anticipada.

¡Detente un segundo! ¡Léela, antes que nos cubra el invierno!
Te prometo que estaré aquí, a esperar un solo gesto, un roce de manos, un brillo en tu mirada, una sonrisa y por qué no un beso furtivo.