Entre las ramas y la copa del árbol se aloja
mi pensamiento, mi útero, mi ser…
Fui bendecida por la luz de la luna
que emergió llena desde el horizonte hasta el ocaso.

Pude ver a la india escarbando en las raíces
con muchas ganas y poco cariño.
Pero allí estaban las otras, en silencio, contemplando, acompañando el ritual divino de mujeres bondadosas, frágiles, sutiles
y descocadas, todas en una.

Las velas que brillaban y el olor a mirra
acompañaban la danza, mientras el lobo
montaba cariñosamente a la luna,
y el sudor se colaba en mi cuerpo pequeño.

Energía viva, pura y sangrante,
desgarradoramente sanadora y voraz…
Anoche enfundé mi espada y me coloqué otro traje