Ella quería robarle al tiempo las agujas que corrían tan deprisa.
El sin embargo no creía en eso del destino, en esas cosas vanas de la vida, en eso de que todo tenía un porque.
Ella tenía tanto miedo de ser, de oír, de dar, y el sin embargo... daba hasta por de mas, no buscaba porqués, ni razones de ser, simplemente era.
Para él no había un después.
Ella aferrada a todas sus cosas, a todo lo que eran sus cosas, ella tan aferrada al ayer...
Ese ayer que estanca, que paraliza, que no da razones ni motivos solamente esta.
El, solo vivía para vivir, para eso para lo que estamos para lo que todo ser viene a este mundo, para ser feliz.
El tan sarcástico, tan fiel a sus pensamientos, tan orgulloso de sí mismo, tan equivocado a veces, Él le robo los días, le robo las noches...
Le borro el pasado al que tanto estaba aferrada, y le mostro que viviendo el presente se vivía mejor, que del hoy se sacaban más cosas que del absurdo ayer, y se apodero por fin de ella cuando el mas no la quiso.
A cara o cruz jugaron y él le gano, con ventaja como siempre, como desde que jugaban, otra vez le gano.
Y ella, Se dio cuenta de que el no buscaba lo mismo, él no iba tras las agujas del reloj, el no buscaba futuro, el demasiado tenía con su presente incierto.
Entonces ella, decidió juntar todas las cosas, las pequeñas cosas, las cosas tan pequeñas como gránulos de arena, las cosas que ante sus ojos eran tan obvias y para el pasaban desapercibidas,
Y él no se dio cuenta de que ella se las llevaba, que dejaba sus manos vacías aunque a ella no le dieran las suyas para sostenerlas,
Quizás... Alguien las viera mientras caían y las ayudaba a recogerlas...
Y así se fue, sin él y con sus manos llenas de todas esas cosas que él siempre tuvo y nunca vio, esperando que algún día el, sintiera su falta.