Las luces del estadio Olímpico de Londres lo ciegan, cuidando su vista mira hacia abajo y camina lentamente tratando de concentrarse en lo que esta por realizar. Sus recuerdos vuelan a su infancia a Argentina en su Unquillo natal.
- Vamos Sebastián dejate de joder con el fútbol, sos demasiado rápido, vos tenes que correr, sos un atleta.
El “profe” de gimnasia Guillermo se queda esperando una respuesta
- Pero y el equipo?
Guillermo con toda crudeza le contesta
- Seba, cuantos goles hiciste en los últimos partidos?
- Bueno, pero…
- Pero nada!, te espero mañana en el gimnasio a la salida del colegio.
Guillermo gira sobre sus talones y sale caminando de la canchita de fútbol.
Al día siguiente Sebastián se presenta con un bolsito en el gimnasio.
Guillermo lo esta esperando en la entrada, lo hace pasar a su pequeña oficinita lo sienta frente a su escritorio y mostrándole una foto le dice.
- Seba, ¿sabes quien es este señor?
- No profe, ¿quien es?
- Se llama Maurice Green y ganó este año en las Olimpiadas de Sydney la carrera de los cien metros planos con 9,87 segundos… pero además tiene el record mundial con un tiempo de 9,79.
Sebastián se queda mirando la foto sin saber que hacer, siente un enorme aprecio y un profundo respeto por “el profe” quiere agradarlo pero a veces no lo entiende, arriesgando una respuesta dice.
-Ah
Guillermo se queda mirando al niño de tan solo diez años de edad, sonríe y le dice.
- Maurice Green es tu rival aparente, pero para derrotarlo tendremos que trabajar mucho para vencer al verdadero rival…tu mismo.
Sin mediar palabras se levanta, lo lleva al vestuario, Sebastián se cambia, y juntos salen a la pista de atletismo. Otros dos muchachos mayores esperan…Guillermo los presenta, da instrucciones de trabajo a los mayores, y dirigiéndose a Sebastián le dice.
-Señor, tenemos un record de 9,79 que batir…¡a trabajar!
El grito de un lanzador de bala lo distrae. Sus compañeros de carrera ya están saltando y aflojando los músculos en la zona de partida, mecánicamente se quita el buzo, y los pantalones, por un instante se detiene viendo sus zapatillas celestes y blancas, sonríe con cariño y comienza su rutina previa a la largada.
La vida transcurre del colegio al gimnasio y del gimnasio a la casa a estudiar. Sebastián se ha convertido en un joven de quince años poseedor de un físico privilegiado. Guillermo lo ayuda muchas veces con las materias del colegio. Sabe que Sebastián no puede fallar en la secundaria porque sino sus padres sacrificarán el gimnasio.
Un día en el escritorio de Guillermo, Sebastián ve un viejo recorte de diario pegado en la pared.
“El atleta Guillermo Gómez obtiene la medalla de plata en los juegos panamericanos”
- ¡¡Profe!! Este es Ud.
Guillermo acaricia el viejo papel con nostalgia.
- Si, yo también corrí los cien metros, pero luego sufrí una rotura del tendón y no pude seguir compitiendo.
Un largo silencio, Guillermo mira a Sebastián con afecto, y luego fingiendo seriedad le reprocha.
- Jovencito, ¿terminó su tarea de trigonometría?, porque todavía le faltan diez vueltas a la pista… ¿o se cree que con esa medallita que ganó en el provincial vamos a hacer algo? . El record a batir sigue siendo 9,79 ¡vamos a trabajar!
- ¡Señores, a sus puestos de salida!.
Sebastián, mira de reojo al Jamaiquino Usain Bolt a su izquierda, el muchacho ha ganado la otra semifinal tiene el record mundial y es el candidato natural al oro. Lentamente se agacha y acomoda sus pies en la lanzadera. El corazón le late con tanta fuerza que involuntariamente mira a su pecho convencido que verá los latidos. La respiración se acelera, una gota de sudor resbala por su frente y cae sobre su ojo, el ardor lo obliga a parpadear furiosamente.
Sebastián no entiende nada.
- Profe, ¿porque no puede seguir siendo Ud mi entrenador?
- Seba, ya te di todo lo que podía darte, y vos a mi también. Conseguimos juntos el record nacional, de ahora en más mi amigo Roberto tiene importantes relaciones con el comité olímpico y la secretaria de deportes de la Nación, el te llevará a Buenos Aires y allí te entrenarán como necesitas para seguir avanzando.
Roberto parece una buena persona pero Sebastián no se quiere separar de su entrenador. Respetuosamente Sebastián le pide a Guillermo una conversación en privado.
-Profe, tengo dieciocho años y mis padres me han dado la patria potestad, quiero seguir con Ud.
- Seba, no tengo los recursos para viajar y darte los cuidados que necesitas para participar en una olimpíada, Roberto tiene sponsors…
- ¿Profe? Y por que piensa que yo prefiero ganar una medalla.
- Porque lo ví en tus ojos cuando vimos en la televisión las olimpiadas de Beijing.
Sebastián baja la vista admitiendo.
- Y Ud. ¿Que quiere?
- Lo mismo que vos, verte en la cima del mundo convertido en el hombre mas rápido del planeta.
Un largo silencio, Sebastián carraspea y dice.
- ¿Puedo llevarme algo de Ud.?
- Lo que quieras.
- Puedo llevarme su viejo recorte de diario?.
Extrañado Guillermo lo mira y dirigiéndose a la pared desprende el recorte y se lo entrega a Sebastián.
A la semana siguiente la familia y amigos de Sebastián se reúnen a despedirlo en el aeropuerto de Córdoba. Guillermo llega vestido de punta en blanco, comienzan los abrazos las lágrimas y los deseos de buena suerte. Por el rabillo del ojo Sebastián ve a Guillermo que habla con Roberto, la curiosidad lo asalta, disimuladamente se aproxima y alcanza a oírle decir al Profe.
- … es el hijo que nunca tuve, te ruego que lo cuides y ayudes, es lo mas importante que tuve en mi vida…
Sebastián se retira disimuladamente con lágrimas en los ojos.
Llega la hora de embarque, Guillermo se dirige a Sebastián y con un fuerte abrazo le dice.
- Mucha suerte en los panamericanos Seba, el record a batir es ahora 9,69.
- Profe, no se preocupe por los panamericanos, Ya traeré la dorada de Londres.
En los panamericanos de 2011 en Guadalajara, Sebastián obtendría el segundo lugar detrás del campeón olímpico y mundial el Jamaiquino Usain Bolt con un tiempo de 9,75.
Un año después Sebastián recibe un paquete en la villa olímpica. En seguida reconoce la letra y lo abre con ansiedad, una breve nota dice “a mi querido amigo de su viejo entrenador y principal admirador, Guillermo”.
Dentro de la caja hay unas hermosas zapatillas celestes y blancas, las más caras y profesionales que existen. Sebastián llora de emoción, sabe que su “profe” debe haberse endeudado muchísimo para ese regalo.
- En sus marcas…
Sebastián entra en “automático”, no hay lugar para nervios y ansiedades, su concentración es tal que siente cada uno de sus músculos, el fluir de la sangre por sus venas, los latidos de su corazón en las sienes, el aire en sus pulmones.
- Listos…
Los músculos esperan como resortes comprimidos, los pulmones se hinchan por última vez, la mente calcula y adivina el tiempo del disparo.
Casi al unísono Sebastián sale disparado con el disparo de largada.
Los segundos transcurren en cámara lenta, uno, dos, tres, las piernas como pistones empujan su cuerpo inclinado hacia delante mientras sus brazos “reman” con fuerza. A su izquierda el jamaiquino parece una sombra de su cuerpo, el corazón bombea enloquecido, los músculos de sus piernas parecen reventar, ya ha superado los cincuenta metros y por el rabillo del ojo percibe una mínima diferencia con su principal competidor. Cuatro, cinco, seis, Abriendo la boca toma aire y se dice a si mismo “ahora o nunca”, como si fuera una voluntad separada de las limitaciones de su cuerpo, exige a su corazón a bombear y a sus piernas a empujar mas que nunca. Siete, ocho, Faltan solo diez metros…pero esta vez el alma y la mente llevan al cuerpo a una situación de no retorno y el corazón estalla.
Los últimos seis trancos son dados mecánicamente por un cuerpo altamente disciplinado, la inclinación hacia delante parece fruto de la práctica por mejorar el resultado en la llegada y no por la caída final de un cuerpo herido de muerte.
Sebastián rueda por el piso. Le quedan solo segundos antes de apagarse, gira su cabeza con dolor aun desconociendo si terminó o no la carrera. De pronto lee en el tablero electrónico del estadio su nombre al tope de la lista y su lado un numero… 9,65 record mundial.
A pesar del sufrimiento sonríe y llora de emoción en el piso, Roberto acaba de llegar corriendo a su lado, Sebastián sabe que dispone solo de segundos antes de morir. Dice unas palabras al oído de Roberto, cierra sus ojos y con una sonrisa en su alma abandona su cuerpo.
Epílogo
No existen antecedentes de medallas entregadas “post mortem”. El comité olímpico resuelve aceptar el pedido de la delegación Argentina y un Roberto conmovido recibe entre sollozos la medalla dorada de Sebastián.
La bandera Argentina trepa escoltada lentamente al cielo al compás de su himno. Los atletas Argentinos allí presentes cantan en voz alta y con lágrimas en los ojos “¡O juremos con gloria morir! ” finalmente, los aplausos de todas las delegaciones y público en el estadio se extienden por eternos minutos.
Quince días después un auto estaciona frente al viejo gimnasio.
Guillermo ve bajar a su viejo amigo Roberto y se aproxima cabizbajo.
- Guillermo, vengo cumpliendo la última voluntad de Sebastián.
Le extiende una cajita de cartón, Guillermo la abre y encuentra envuelta en un conocido viejo recorte de diario la medalla más importante del mundo.
Con lágrimas en los ojos mira a Roberto.
Este, visiblemente emocionado le dice.
Sus ultimas palabras fueron “decile al Profe que estoy bien y feliz, que esta medalla es nuestra y que quiero que el la tenga, que ahora los dos somos los hombres mas veloces del planeta”
Luego de un abrazo Roberto se despide y se dirige al auto. Antes de cerrar la puerta, escucha desde la pista de atletismo una voz quebrada por la emoción que grita:
-¡¡Señores!! Tenemos un nuevo record que batir, 9,65… ¡Vamos!, ¡A trabajar!
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