Sentada sobre mi silla preferida, arropada con una frazada me permito escribirte; me debo, pero sobretodo me siento y me pienso
Preparé unos mates y durante muchos espacios de tiempo he descubierto que nos enseñamos poco de nosotros mismos, tal vez porque la cultura se ha empeñado en que seamos como seamos nos olvidemos del ser. Estoy sola y a la vez acompañada, afuera se escucha toda clase de pájaros, llenos de vida, es la fuerza de la naturaleza que clama en el silencio de la casa, he apagado la radio, no quiero nada, salvo esta computadora que se empeña en que tipee estas líneas. Estoy tan a gusto que no puedo dejar de pensar y sentir, que estos momentos son únicos y que sólo una persona en el mundo me puede entender…antes pensaba o creía que esa persona sería la que me pudiese amar, deseaba que existiese, le daba formas imaginarias, fantaseaba que vivía en medio de un bosque de coníferas y que este príncipe transparente (ya que yo lo coloreaba a mi gusto y forma y según las circunstancias) mientras tanto, disfrutaba mi compañía de un modo cuasi mágico y yo de él, que juntos viviríamos en un estado puro, sin facturas ni reclamos y que podíamos escapar las veces que quisiéramos. Pero ay, es la realidad, ¿¡cuál realidad tiene más peso?!...¿ las de nuestros deseos? ¿ la de nuestros deberes? ¿ la de nuestras fantasías?…y entonces no pude dejar de recordar aquel pasaje del libro archiconocido “Los viajes de Gulliver” . Cuánto me ha emocionado leer ciertos autores y descubrir que la cultura nos recorta las partes más importantes e interesantes de ciertas prosas y textos, como si lo importante fuera ser pequeño o gigante, por ejemplo.
Jonathan Swift de manera fabulosa se permite recrear en este personaje que delira, una imagen tan compleja, y a la vez tan cierta de nuestro mundo. Se inspira en la palabra, en el valor del discurso de un hombre, que perdido en un extraño universo paralelo, tal vez una isla con otros seres tan diferentes a nuestra lógica, se replantea los valores morales y las circunstancias de una época para hallarse él en otra lógica más conveniente, certera y simple: El poder del amor hacia nosotros mismos, el respeto por nuestra simple humanidad desafectada de reglas inútiles y confusas, llenas de resentimientos y rencores, de anómalas consecuencias. Ah, qué bello descubrimiento, recuerdo también la película excelentemente adaptada…para que entiendas deberé recordarte que el personaje de esta novela cae en otro lugar además de Liliput y el viaje a el país de los gigantes...llega por último al de los Houyhnhnms (algo asi como caballos que hablan y son como los que están en la cima de la inteligencia y sabiduría y los yahoos, sus bestias de carga que se comportan como animales pero son humanos a la vista).
“Algunas veces rogaba a mi amo que me dejara ver los rebaños de yahoos de la vencindad, a fin de estudiar yo mismo sus comportamientos y sus gustos. Convencido de la aversión que yo experimentaba por ellos, él no temía que el hecho de ver y frecuentar a esos animales pudiese corromperme, pero siempre exigía que me acompañase un gran caballo alazán tostado, uno de sus criados más fieles, que estaba encargado de vigilarme y de evitar cualquier incidente.
En efecto los yahoos me consideraban como a uno de sus semejantes sobre todo desde que había tenido la imprudencia de dejarles ver mi pecho y mis brazos descubiertos. Por lo tanto, intentaban acercarse a mí, imitaban mis gestos, se paraban sobre sus patas traseras pero al mismo tiempo me mostraban una franca antipatía, como hacen los monos salvajes con respecto a algún mono amaestrado que usa sombrero, vestidos y medias.
Como pasé tres años íntegros en aquel país, el lector espera sin dudas que, imitando a todos los demás viajeros,describa extensamente a los habitantes de esta tierra, es decir los Houyhnhnms, y que exponga sus usos y costumbres con todos los detalles. Es lo que trataré de hacer ahora …”
“Los Hoyuyhnhnms se quieren mucho entre sí y nunca de ayudarse mutuamente. No conocen la envidia, no tienen celos de la dicha ajena y jamás atentan contra la libertad y la vida de sus semejantes…”
“Desde que vivía entre los Houyhnhnms gozaba de una salud perfecta y de inalterable tranquilidad de espíritu. Ya no tenía motivos para temer la traición o la inconstancia de ningún amigo, ni las tretas de los enemigos. No me asistían razones para rendir vergonzosa pleitesía a ningún poderoso señor con el fin de obtener sus favores. No estaba obligado a defenderme contra el fraude ni la opresión…”
“Allí no había médicos para envenenar mi cuerpo ni gente de leyes para arruinarme, ni espías para acechar mis palabras y formular acusaciones en mi contra. No estaba rodeado por charlatanes, estafadores, rateros, jugadores, bufones, jactanciosos, indiscretos, cabecillas, asesinos, seductores, ni falsos sabios…mis oídos no eran heridos por discursos indecorosos”
“Los Houyhnhnms consideraban que en una reunión es conveniente que de vez en cuando reine un poco el silencio. Durante esta pequeña tregua, el espíritu se llena de nuevas ideas y la conversación se vuelve más animada e interesante”
Y es ése el camino que nuestras vidas a veces se dirigen; de manera sistemática al dolor, a la voluntad de un universo tan material como estúpido, tan compacto, rompiéndonos el alma en una continua lucha de saberes adquiridos y deseos insatisfechos, ultrajados por la voluntad del debería ser, de “lo correcto”
Y qué si disfruto de mi genitalidad expuesta, intensa en medio de esta mañana tan azul como reveladora. Me abrazo, me quiero.
El ser con nosotros mismos, el disfrutar estar desnudos, desarropados , inconclusos pero completos…equívocos pero felices.
Me paseo por los bordes de la conciencia y recreo mi propio universo paralelo, pero perpendicular a tu conciencia, de hombre que desea, a mi estado puro…a mi cuerpo derramando ardores, porque la paz del espíritu acaso comienza por desalinearse de ése sistema de valores, que estructurantes nos corrigieron el espíritu de libertad.
He dudado a quién enviárselo, cuál es esa persona transparente que pueda enterderlo, no quiero recaer en egos demasiados fuertes, ni en altruismos narcisistas, cuál es ese otro ser que puede ser y no ahogarse en el mar de las inmensas pasiones terrenales y concupiscentes, sólo quien ama la literatura, la filosofía, la Ciencia puede ver la antropofagia del hombre comiéndose entre sí, es el que divisa ese horizonte: el que me interesa y no el otro: el inmaduro y cercano más a la muerte que a la vida, más en el que siempre nos aventaja y cuestiona para hacernos dudar de nosotros mismos y derrapar en cuestiones amorosas; tal vez esponjosas y dudosas pero placenteras, inescrupulosas, desprejuiciadas, valientes…y sobretodo las que nos hace un respiro, una bocanada de aire puro oxigenada para nuestros sucios espíritus embravecidos entonces por el amor.
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