Traquetín de panderetas,
tu pollerón de granada.
Tibiecita de ordalías,
hizo astillas de mi orgullo,
y del tripejo de odio,
¡porque sí¡
¡porque por nada¡
Un odio que viene de lejos
¡Vive Dios¡
Mi garguero atravesaba
un espino pavoroso
que un cuervo trajo en su pico,
retazo de un tiburón
resecao sobre la orilla
de una playa abandonada
donde estrellitas de cuarzo
con las gaviotas jugaran.
En un ala entre tus alas,
dulcecito,
de fatigas noveleras
he podido finalmente,
dar por descansá mi arma.
Liberta de pesadillas,
¡las putas¡,
que se agrisaron mi pelo…
Tómalo así:
Que mi pelo, se agrisaron
en noches de vigilia insana.
Hoy, ahora, mira…
puedo,
con er puñal del deseo.
Vaya que sí;
que ahora puedo,
con esa hoja de miedo,
abrír tus puertas con calma.
Con obstinación me haré,
con tus trocitos de nácar
mi nave de corazón.
Batiré con mis ungüentos
riadas de melancolía
que me ocultan tus encantos
y los caprichos sabrosos
que respiran en tu aliento.
Tu boquitica de brasas,
¡Ay¡
Tu boquita de uvas pasa,
insatisfecha de carne…
Por mi curpita
mi niña…
Por mi condenada
curpa,
Halcón rojo de tu sangre
¡Ea que sí¡
menesterosa de besos…
cual un hechizo embrujao
me ha devorao el alma.
Estribao entre tus senos
de turgencia satinada
¡Ay¡
Carmen del desamparado,
el hontanar de mi esencia…
(Vergüencita…
no te enojes);
almíbar de azúcar blanca,
traspasará el arco augusto
de tu entrepierna encelada.
Pues bien que…
probado está:
Lo que nos satisface el alma
hace luz en las querencias;
y los perros de la angustia
(que de palos le daremos)
se baten…
Ay que sí, pero que sí…
capullito de petunia,
se baten… en retirada.
¡Várgame la Virgen Santa¡
Que fue solito soplar
el viento…
el que entre las olas
danza.
Un soplidito de nada…
y tus pechos…
flamígera ventisquera
abrió flores dolorosas
marchitaditas de astío…
consumidas de añoranzas.
Una rosa,
Una rosita sola,
entre tantas,
cómplice de tus andanzas
se me ofreció querendona
para que en noche
sin luna
tus perfumes te robara.
Los que guardas
¡mi castigo¡
entre almohadones
de seda
donde reposa tu rostro,
feliz,
como alondra y su huevillos
abrigá entre las zarzas.
(Creo que acá viene lo más bueno)
Y aquella…
mi marea untuosa
que tu sexo más deseaba.
(¡Qué calentura mi reina¡)
te estremeció de tal modo,
que más de un volcán
desease…
Mira tú, mi arcángel negro.
Que algún vorcancito bravo
ansiase…
(capricho de vida perra)
echarse al fondo del mundo
con una gran piedra atada,
a una anclota de hojalata
Tal la humillación aquélla,
mi solcito,
beso de media mañana…
Sí…era tal su humillación
¡por “esta” te juro Reina¡
aquella que le causara
tu inflamación hecha pira.
Virtud de una pecadora
hermosa
arropada de ternuras
e ilusiones alocadas.
( A estas alturas a la chica
le hacía falta un matafuegos)
Cópula,
humor de caricias,
desde ha mucho aherrojadas,
¡Chissst¡
a pasionarias de orquídeas
engarzadas de esmeraldas.
Y aún así,
si tú lo quieres mi diabla…,
a manuelitas de záfiro
y escamas de luna clara.
Volantero peregrino,
sátiro de cola larga,
te soñaba,
¡sí que sí¡
Vale, que sí te soñaba
embriagada…,
por el rancio y rudo canto
de un marinerillo pobre…
pobre de toda pobreza
alejado de su amada.
Por cierto…distanciao,
muy lejos
tanto que quizá…
¡suerte ladina¡
ni siquiera lo esperara
como él se lo quisiera.
¡Ahí¡
Cociendo sus cebollines
Con alcaparras
y el vino
Pues sí…
de aquel blanquitillo
turbio
y seco, mi alma
¡Qué por qué no,
ya qué sí¡
con rosquillas de manzana
(Crees tú, sabio lector, que “una mina”
lo iba a esperar con “rosquillas” a este putañero)
Tu corpiñito me ahoga
Tu trusa… las gasta caras.
Tu lengua…
Tu San Francisco,
…y tus pelos
Ya, ya, ya… de tus pelillos:
Los de “ahí”…
(El ordinario este le señala el pubis ensalivado)
El mejor de los manjares.
Ummmh…
Delicia…o acto delictivo (¿?)
que habrá de perpetuar el tiempo.
¿Qué digo?
Que ha de ganarle al tiempo
…mamita…
Que al tiempo ha de meterle
mirra. Y de la tuna… ni espinas,
como dicen los esclavos.
Por tu pelvis torturada
(-¿Qué mi santo?)…
corren bastoncillos blancos
y tortelitas de almendro.
(-Si así lo quieres llamar,)
( ¡Sea¡)
cual manantial desbordao.
Mi lamento empotrillao ,
tus gemiditos de gracia
incineran tus pezones;
(-¡Hay¡ ¡Hay que me voy…¡)
y tus nalgas de ciruelo
me saben a brote tierno
(-Bobito…)
maduraos en la hondura
abrazadora del sexo.
( Qué “afrecho” tenía estos dos ¿no?)
Tu marido… el celosón;
pronto habrá de preguntar:
“¿Dónde estabas?:
Tus deberes aguardaba”.
Vaya desgracia la nuestra
¡Le metería tres tiros¡
Cabrón de la Santa Gracia
Amarnos…
montando guardia…
Nuestro tiempo que se acaba
-¡Ay¡
Que el tiempecito se acaba
Y sobre mi velludo pecho
tu nariz huele mi entraña
como buscando a la virgen…
(sólo por breve lapso, maja)
-(¡poquititico mi Rey¡)
sin delito,culpa o falta.
Virgen para mi solito
-(Reitero: Por poco tiempo mi Rey)
como el sangrar de la fragua
que en tu espaldas refleja
cual huella de mula flaca.
O un mural de brocha gorda
que embelleciesen los niños
Custodios de la esperanza.
El autor se siente incómodo. A lo mejor adolece de necesidades que no las puede resolver un paseo por la rambla de Montevideo donde se detuvo a escribir esta cosa. Como un ovino el paso de un tren, observa a todo el mundo prendido de un chupón. Las chicas, que ya (uno) no las considera humanas, sino diosas de mitología sin excepción, comentan al pasar, entre risotadas, las últimas novedades de la farándula argentina: Que si Matías Alé de tan conquistador que es al final es un marica reprimido; que Moria Casán se las conoce todas pero siempre encuentra alguna más grande que la sorprende. En fin…En Montevideo la gente toma mate y come bizcochos con el pensamiento fijo en “aquello”. Viejos, veteranos, adultos, jóvenes…todos, todos portan, tanto en la cartera de la dama como en el bolsillo del caballero…el condon de "porlasdudas".
Sí, ya no caben dudas: A uno le hace falta la compañía de una mujer. Es eso.
A propósito…fijate vos ¡Qué coincidencia¡ Una rubia opulenta pasa por delante (de uno) echándole una mirada disolvente. "Recogeré mis cosas – piensa uno- e iré con prudencia canchera tras el “budinazo”". (Uno) arranca con prudencia, las expectativas no son pocas. Revoleando la melena tuerce el paso hacia las escaleras de acceso rumbo a la playa desierta. No lo mira (a uno) pero la intención es evidente: Casi nochecita, tamarices tupidos, nada de gente…; sin embargo se apresura. Baja los escalones de dos en dos. Ya casi corre por la arena y (uno) la pierde de vista. Sabe que no puede estar muy lejos. La adrenalina mete bombo. (Uno) se detiene antes de bajar, también, y mira para abajo como un estúpido, tipo Polino ¿Qué estará haciendo? (Uno) no logra entender ese apuro.
Por la media luz del crepúsculo (uno) alcanza a ver como se levanta la mini y mea, - peluca en mano -, un chorro potente sobre el rincón del malecón.
El "trava" lo saluda (a uno) agitando la manaza: "No te vashas cariño que “sacudo” y nos quedamos aquí, a gozar de una shuviecita de deseo…nene divino".
(continuará…)
LUIS ALBERTO GONTADE ORSINI
Julio de 2012
Derechos reservados.
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