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Inicio / Cuenteros Locales / EL_RETO_GANADORES / Reto2 (2o12) Viceganadora dulce-quimera "Secretos y descenlaces"

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Claudia dejó la copia del mail sobre la mesa de entrada como acostumbraba hacer cuando recibían algo importante. Su esposo al regresar de la fábrica estaba siempre extenuado y habían concordado que así harían con los mensajes para evitar que él se sentara frente a la computadora. En casa no quería ocuparse de nada más que de comer y dormir.
Este era un mensaje importante; la familia de su tía les informaba el fallecimiento de Dana en Chicago.
Claudia salió a caminar por el bosque que lindaba la casa. Había leído en alguna novela que la protagonista salía todas las tardes de la casa con la intención de suicidarse. Ella acariciaba ese pensamiento desde hacía tiempo pero sabía que nunca tendría el coraje para hacerlo. Esa tarde se propuso volver muy tarde. No quería presenciar el dolor de Alberto cuando se enterara de la muerte de su prima.
Alberto la había amado, seguramente mucho más que a ella.

Dana, Alberto y Claudia habían crecido en el seno de una reconocida familia dónde la riqueza fue su característica principal y hoy sólo permanecían intactos la soberbia y el reproche constante.

Alberto era hijo, según lo que supieron, de un tío político lejano, desconocido por ellos, que fue abandonado por su esposa, Dana hija adoptiva de la hermana de la madre de Claudia. Los pocos integrantes que quedaron en esa casa inmensa eran fríos, nada los conmovía ni aún la crianza de esos niños, la cual recayó en Carmen. la antigua ama de llaves.

Los tres se mantuvieron unidos y participaron juntos en todas las actividades adecuadas a su edad, ajenos a las oscuras situaciones que mostraban los mayores.

Vivieron milagrosamente una niñez muy feliz, amparados en el cariño profundo que sentían uno por el otro y bajo la mirada amorosa de Carmen.
Al tiempo que crecían, la atracción entre Alberto y Dana se hacía más evidente, lo que provocó peleas interminables y sin motivo entre las adolescentes.
Alberto era muy cordial con ambas, se entristecía por esas riñas y se empeñaba en evitarlas.
Claudia amaba a Alberto pero también a Dana y luchaba por aceptar serenamente la decisión que tomara él.

Pasada la conflictiva adolescencia, Dana inesperadamente manifestó su interés en el arte y viajó a otra ciudad a instruirse.
Fue entonces cuando tanto cariño entre Alberto y Claudia fue acercándolos más y terminaron un día comprometidos.
Dana avanzaba en sus estudios, según las notas que les enviaba o las llamadas telefónicas que les contaba de su alegría ya que estaba siendo reconocida como muy buena pintora.
Afianzado en su propia empresa, Alberto sugirió a Claudia formalizar e instalarse cerca de la fábrica que regentaba ,en un lugar muy bello y tranquilo, para gozar su intimidad, lo que no era posible en la casa grande, la cual perduraba llena de secretos y conflictos y vacía de respuestas y confesiones.
La boda fue íntima, contó con Carmen, algunos amigos y la presencia de Dana, más bella que nunca pero con una gran tristeza reflejada en sus ojos. De todos modos
demostró mucha alegría por la nueva pareja y los llenó de buenos augurios a la vez que les obsequió un cuadro inmenso pintado por ella, que colocaron en la sala principal de la flamante casa.
Luego desapareció sin mayores comentarios sobre su vida.
Los días de Alberto y Claudia continuaron amorosamente sin altibajos hasta que él comenzó a estar raro.
Claudia atribuyó eso a problemas de trabajo y luego de no lograr ninguna respuesta concreta decidió no abrumarlo más con sus preguntas y desde entonces se adjudicó la causa del malestar de de su marido.

“Tal vez era con Dana con quien debió casarse, quizás ella sí era capaz de hacerlo feliz…”, ese pensamiento calaba en su cabeza día a día.
Realmente Alberto sufría por un secreto que le había confiado un amigo de la familia, historia que conoció antes Dana por lo que se alejó de la casa grande.
Aquello lo tenía inquieto porque se avergonzaba por los sentimientos que supo atesorar en su corazón y por la obligación de callar para no desenterrar un pasado escandaloso de la familia..
Se había tornado taciturno e intolerante y siempre se arrepentía de volcar su mal humor en Claudia a quien amaba profundamente, pero no se sentía aún preparado para contarle la verdad.
Por lo mismo ya no constituían una pareja amante, sólo se trataban respetuosamente mientras el dolor anidaba con más fuerza en sus vidas.

Fue entonces que aconteció el hallazgo de Alberto del mail sobre la mesa. Luego de leerlo, apesadumbrado hizo una llamada…
Como si un rayo lo hubiera alcanzado cayó al suelo inconsciente sosteniendo en su mano el celular Así lo halló Claudia.
Desesperada intentó reanimarlo, al no lograrlo pidió ayuda. Una ambulancia llegó rápidamente y sus médicos lo atendieron y trasladaron a un policlínico cercano.
Claudia no lo abandonó ni un segundo y supo que el estaba bajo un estado de shock emocional y no había ningún pronostico al respecto –
Horas y horas a su lado, le permitieron escucharle un balbuceo repetido-- “hermanos”, “hermanos” hasta que quedó inmóvil en el lecho.
Mientras, la mente de Alberto revivía constantemente los últimos momentos: un mensaje anunciando la muerte de Dana, un número telefónico dónde obtener más detalles... el deceso por suicidio y la peor noticia: Claudia era su hermana de sangre, no Dana.


Texto agregado el 26-07-2012, y leído por 242 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
04-12-2012 1* FOGWILL
26-07-2012 te vote en el concurso y te felicito ahora. Muy buen cuento***** martincruz
26-07-2012 El dercho de nacer... y de morir, terrible final de un incesto no advertido por ninguno de los dos. Carelo
26-07-2012 Me impactó el final! Felicidades! andrurdna
26-07-2012 felicitaciones....excelente cuento!!! no esperaba menos de Dulce!! musas-muertas
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