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Bico vagaba por las calles de San Cristóbal, devorando con los ojos arquitectura , caras y cuerpos de indígenas, mestizos y visitantes que en surtido multicolor rodeaban su caminata. Su constante sonrisa era devuelta por una buena cantidad de paseantes y lugareños que miraban con agrado la larguirucha y parsimoniosa figura que parecía pegada a su mochila y a sus cámaras fotográficas. De vez en cuando paraba fijando la mirada en algo que atraía su atención, cambiaba una lente o sacaba otra cámara y disparaba atrapando el instante en un negativo que en poco tiempo vería la luz roja del revelado.
Largamente había soñado con ese viaje por el sureste, y la suerte le había situado por fin en lo que gozaba y en lo que le movía. Recién había sido contratado por una revista alemana para realizar el reportaje gráfico en que se encontraba casi completamente inmerso y que pretendía fuera excepcional, para brindar una muy buena impresión en su nuevo trabajo.
Vera había llegado desde Estocolmo al pueblo unas semanas antes, becada por el instituto Naa Bolom para realizar algunos estudios antropológicos sobre las etnias que habitan los altos de Chiapas, y su fascinación por las culturas locales iba transformándose y creciendo día a día; al natural morbo y curiosidad inicial por los asuntos zapatistas, tan de moda en los últimos años, se habían ido sumando rápidamente los asombros con los que se encontraba todos los días.
Bico platicó por primera vez con Vera a las afueras de la Catedral de San Cristóbal un día que fotografiaba a un par de niñas que lo sorprendieron cuando le comunicaron la cuota que debería pagarles por cada disparo de sus cámaras. El detalle lejos de molestarle, le indicó que el sello que le estaba imprimiendo hasta ese momento a su “reportaje” podía ser todo, menos novedoso.
- Hasta antes de la llegada del zapatismo y la marea que arrastró, no cobraban nada- Dijo Vera a Bico con un español impecable, pero con un acento que la evidenciaba como extranjera.
- Y yo que me imaginaba recibiendo el Pulitzer por las imágenes que estoy recabando- dijo Bico con su sempiterna sonrisa.
- Tienes mucho que fotografiar de su maravillosa cultura- dijo en tono catequizante la rubia chica.
- ¿A que te refieres?-dijo en tono serio el fotógrafo- mi idea de cultura es saber francés, algún otro idioma que no sea tan vulgar como el inglés, tocar el piano, cantar, bailar, saber de cine, de ópera, de teatro, museos...- tiraba el anzuelo, con el que observaría la reacción de su probable nueva amiga. A pesar de su marcado feminismo, había por ahí un resquicio por el que seguía manteniendo el prejuicio de que en general no se llevaban la belleza y la inteligencia.
- No te creo-rió- estás tratando de provocarme, pero no lo vas a lograr. De lejos se nota que tu cerebro tiene algo de materia gris, y que esa opinión es solo un intento de mortificar, ¿miento?.
- Algo de materia gris¡... se agradece, se agradece...- de inmediato el interés por Vera se dibujó en los ojos de Bico- si vas a impresionarme, hazlo de forma completa, no te zafes y cuéntame que es a lo que llamas cultura .
- Es examen??...-continuó- mi idea de cultura se refiere a los sistemas sociales que se van singularizando por valores lingüísticos, religiosos, de parentesco, de alimentación, económicos, lúdicos...mismos que imprimen a un gru...
- Párale, párale...me apabullas!... Te invito a comer, ¿cómo te llamas?
- Me llamo Vera, vamos pues, acepto; ¿tu nombre...?

La siguiente prueba fue el lugar elegido para comer. Bico se encaminó al mercado municipal, volviendo a tantear el terreno que pisaba al relacionarse con la guapa europea que lo había abordado minutos antes. A Vera pareció no importarle en lo más mínimo el sitio elegido, y disfrutaron de una sencilla comida y de una charla en que se reconocieron no como almas gemelas, pero sí con muchísimos intereses comunes, con muchas similitudes en cuanto al sentido de la vida y con muchos “ enlaces químicos” en sus personas. La plática se prolongó por toda la tarde, en que juntos recorrieron el Café del Taller, algunas galerías, y el bar del Pollo, donde la noche los reconoció como pareja en ciernes. La mejor tarde desde hacía años, dijeron ambos al despedirse.
Los días que siguieron fueron mas de explorarse entre ellos, que de explorar San Cristóbal y sus maravillas. Enamoramiento, calentura, llamarada de petate, summer love dirían los gringos, pero al paso del tiempo, habría de verse que sería una pareja de historia y tiempo. Cuando la furia pasional comenzó a sosegarse, las inquietudes profesionales de ambos se fueron conjuntando y surgió una seria comezón por lograr algo.
Bico mostró a Vera las fotografías que hasta entonces había tomado, que aunque bellas y perfectas en cuanto a su composición, precisión y sentido de la oportunidad, carecían de la fuerza que deseaban para llegar a ser un documento fuera de serie y categórico.
La idea de Bico, sorprendió a Vera, pues tenía indicios de lo que podría significar la aventura que proponía.
- Puede parecer inofensivo, pero no sabes, al parecer es gente violenta cuando se desobedecen sus reglas.
- ¿Qué pueden hacernos? Además pretendo llevar una cámara pequeña y escondida, sin flash, con película muy sensible.
- Vamos mañana, para examinar el terreno, sin cámaras y así vemos que tan difícil será.
- Pero tu sabes que la oportunidad de un buen motivo puede aparecer en cualquier momento, si no llevo cámara, puedo perder preciosas oportunidades. Confía en mi Vera, solo llevaré una pequeñita y bien oculta.
- Está bien, en el fondo me gusta tu tozudez, espero no arrepentirme de darle por su lado a tu Pedro Infante.

San Juan Chamula queda a veinte minutos de San Cristóbal, pero desde su entrada se puede observar que es un lugar especial.
No bien entraban a los límites del pueblo, cuando los letreros comenzaron a llamarles la atención: “ SEÑOR VISITANTE, ESTÁ ESTRICTAMENTE PROIBIDO TOMAR FOTOS EN EL INTERIOR DEL TEMPLO, EVITESE PROBLEMAS” ( Sic). Las advertencias abundaban por toda la entrada al pueblo, algunas de ellas, tomaban tintes de amenazas. “CARCEL Y CASTIGO EJEMPLAR PARA QUIEN TOME FOTOS EN EL INTERIOR DEL TEMPLO”. Tanto aviso, preocupaba a una y estimulaba al otro.
- Pero qué puede haber en el templo que no quieran que uno fotografíe...
- Se trata de sus creencias religiosas sincréticas y de evitar un circo alrededor de sus costumbres.
- Si es por eso, lo respetaré, pero si sólo se trata de una cuestión comercial, y que quieran cobrar por la toma de fotos, me sentiré defraudado.

Estacionaron la camioneta a unas tres cuadras del zócalo. Y caminaron a lo largo de puestos ambulantes de herramienta, artículos de cocina, ropa tradicional tzeltal, ropa moderna, calzado tradicional, huaraches, botines, zapatos tenis, gorras, chamarras de los Dallas Cowboys, Sombreros con cintas de colores, especies de gabanes con apariencia de peluche, y muchos artículos más que anunciaban el mencionado sincretismo.
Bico observó el reloj del palacio municipal, Chamula no aceptó el horario de verano y se rige por la hora única para todo el año. A un lado del Palacio municipal un letrero: “Compre solo aquí su boleto de entrada al templo”.
- ¿Cobran la entrada? te lo dije es cuestión de lana, ya ni la amuelan...- dijo Bico
mientras resignado se aproximaba a la oficina expendedora de boletos.
- Eso yo ya lo sabía, pero no te lo había querido mencionar.
El enorme atrio estaba casi desierto, junto a la entrada de la iglesia, una banda tocaba
y dos indígenas bailaban completamente extraviados en la embriaguez del “Poch”,
un aguardiente de la región.
- Aquí si se podrán tomar fotos??- y sacando la camarita que iría oculta, les pidió
autorización con una mueca a los que resguardaban la entrada a la iglesia; estos asintiendo con la cabeza dieron su autorización tácita al fotógrafo.- Me cae que va a ser cosa de lana- repitió Bico mientras accionaba el obturador.
Llegaron a la puerta del templo y la pregunta del guardián, llevó a Bico a hacer otra al parecer, poco afortunada.
- Traen sus boletos? , si no aquí yo se los vendo.
- Aquí los traemos, puedo comprarle una autorización para tomar unas fotos dentro?
- Que no ha leído todos los letreros??!! Esta prohibido, joven, ni se le vaya a ocurrir, eh? Yo soy la autoridad y sobre la autoridad no se pasa.- Explicó, todavía en tono sereno que la policía que manda en San Juan Chamula son comisarios voluntarios que fungen durante un año.- Pero no se le ocurra sacar su camarita, ya está advertido.

Bico miró a Vera con resignación, e ingresaron al templo. La iglesia supuestamente católica, era digna de observarse con calma. Las bancas que ocupan generalmente el cuerpo de la nave de todas las iglesias, no existían; el piso estaba cubierto por ramas de pino. Vera le explicó a Bico algunas cosas que había aprendido recientemente. Al lado derecho se encontraban una serie de figuras de Santos que curiosamente tenían las manos cortadas.
- Son los santos castigados- dijo Vera a Bico
- Cuenta, cuenta Güerita preciosa...
- Esas imágenes estaban en la iglesia que vimos a la entrada del pueblo, ¿recuerdas? La que estaba en ruinas.
- Si, la que se veía toda quemada...
- Exacto, pues, para que te des una idea de sus costumbres, estos santos fueron traídos aquí y mutilados como castigo, nada menos que por que no supieron cuidar su iglesia, como permitieron que la iglesia se quemara, los tienen aquí castigados, y¿ ves el espejo que les cuelga a todas las imágenes?...Tienen el efecto de hacer una autoconfesión, y de verse reflejados en ellos
- Que loco! ¿Pero es una iglesia católica?
- Está bajo la diócesis de San Cristóbal, pero el cura solo viene una vez a la semana y no da misa solo brinda el bautizo, mira, veamos el altar...Ves quien está en el centro?
- ¿Quien es?- Bico no era realmente lo que se llama un conocedor de figuras religiosas.
- Es San Juan Bautista, y ese chiquito en un lado es Jesús; en todas las iglesias la figura central es Jesús, pero aquí es más importante San Juan Bautista, su santo patrón, y su lógica es sencilla, si Jesús, que es Jesús, fue bautizado por San Juan, éste es mas importante que el otro...
Por aquí y por allá veían parejas, familias, o gente sola que rezaban en idioma tzeltal, con una vehemencia impresionante, unos lloraban otros parecían en trance, otros platicaban con naturalidad con su santo. A Bico le llamó la atención, la presencia de huevos, gallinas, comida en general y siempre cocacolas. La explicación se la dio una vez mas Vera.
- Generalmente la comida es porque pasan horas en el templo, y hacen aquí su picnic,
las gallinas y los huevos, a veces son ofrendas, en agradecimiento por algún favor
recibido, otras veces sirven para hacer limpias en el lugar y otras mas, son el
testimonio o la prueba ante el santo de que lo que se pidió se cumplió hasta
determinado grado, y las cocacolas....¿se te ocurre para qué?
- Mmmmh!, mas ofrendas?
- El mal que tiene alguien adentro, lo saca eructando, la cocacola les sirve para ayudar
en esa acción.
Había tantas pequeñas escenas tan grotescas y tan interesantes en el interior de aquel templo, y al parecer nadie ponía atención a los turistas que miraban, que seguramente nadie se enteraría de una que otra foto, así que Bico decidió sacar con sigilo la cámara, había tomado ya unas quince fotos subrepticiamente, cuando sintió un fuerte golpe en la espalda.
- Se lo advertí, pinche chilango! Ustedes no entienden y no respetan nada.
- Pero...-Bico no tuvo argumento a la mano.
- Vamos con la autoridad.

Vera suplicaba piedad, mientras entre dos comisarios maniataban a Bico y un tercero le asestaba en la espalda repetidos leñazos . Lo llevaron atravesando todo el atrio de la iglesia, hasta llegar al palacio municipal, donde sin mas explicaciones para Vera, lo metieron en una celda.
Vera voló a la camioneta, manejó a toda velocidad hasta San Cristóbal, para pedir ayuda de las autoridades; le preocupaba, sobre todo la integridad de su amado, el trozo de madera con que le pegaban era pesado, y parecía que los golpes seguirían indefinidamente.
- Detuvieron a mi novio en san Juan Chamula, lo están golpeando.-dijo en la estación de policía.
- Ujule señorita, allá no podemos meternos, no es nuestra jurisdicción, ellos son muy independientes, pero no se preocupe, de seguro mañana lo sueltan, pagando la multa.
- ¿No pueden hacer nada?
-Nada seño pero ya le digo, estése tranquila, casi nunca matan a nadie.
Vera regresó al pueblo a ver si podía negociar con alguien. Después de horas, logró entrevistarse con el presidente municipal, a quien le propuso deshacerse del rollo de la cámara, para desagraviarlos. El presidente, con una sonrisa socarrona en la que mostraba cuatro dientes de oro, mostró la cámara completamente destrozada.
- ¿Se refiere al rollo de esta cámara???...váyase a su casa, señorita, el joven no sale hasta mañana, no se la van a dar más leñazos, pero se queda preso. Si quiere, véngase como a las siete, de una vez se trae la multa.
- ¿ Cómo que me traigo la multa?...Cuánto va a ser.
- Es que se paga en especie, niña... Van a ser ...mmmhh que sean dos rejas de cocacolas fa-mi-lia-res.


Texto agregado el 02-08-2004, y leído por 170 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-04-2005 Me pareció muy buena la narración. La lectura fluye con mucha facilidad por la claridad y sencilléz del estilo. Mis * Peter_6
 
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