Podría haber sido sacado de alguna novela surrealista, un cielo medio anaranjado, de fondo, un mar calmo, en el cielo, aves que no aleteaban para mantenerse en el aire, caminos que pasaban y volvían a pasar insinuando que el viaje botaba sicodelia, euforia pasajera, algo mas maravilloso no podía haber, sentir el sonido del viento entrando y llenando cada espacio de mi oído izquierdo, invitándome a poner la vista en el horizonte, era victima de la arena y el asfalto, prisionero en un automóvil sin frenos voluntarios. Maldita naturaleza que me castigas con su belleza, me retas a pasar sin tocar su cuerpo y me dejas flotando viendo como los pájaros se ríen de mi pelo despeinado.
Creo perder la conciencia de mi paradero, solo siento el aliento de las luces que se ven lejos detrás de los semáforos, no se como salir de todo este circo luminoso así que solo esperaré a que el ritmo de vida vuelva a la normalidad, y así no dejaré que el tiempo me robe lo que tengo el los bolsillos, me siento algo primerizo en la ciudad que me ha visto crecer, tengo mil lugares para ir, y solo quiero ir a su puerta, tocar y dejar un papel con letras algo difusas, para seguir ocultando mi mirada. No quiero saber que el día se acaba, natural es y serán las hojas que se revientan en el suelo bajo las pisadas de seres humanos desconsiderados. Quiero abrir una herida que nadie pueda sanar, y así dejar en claro como se van cerrando los parpados de quien no quiere aceptar su verdad.
Revisa dentro de tu billetera, las cartas que te han escrito, revisa cada manchón de tinta que hay ahí, cada segundo gastado en dejarte un mensaje y cada segundo gastado en esperar la respuesta, lo que sientes no es simple, no es un capricho, lo que siento, no es simple, y le ruego al mundo que por favor sea solo un capricho.
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