Estaremos por siempre sujetos a la inexorable mudanza y ésta traerá consigo, entre los de su clase que permiten la clasificación, a los desprestigiados infortunios que dan a este camino el verdadero sentido.

¿Qué circunstancias, hechos o episodios de nuestra vida son tildados como infortunios? Todos aquellos que al ser comparados con otros, así lo parecen. Esta se convierte en la perfecta y directa razón del porqué nadie podrá experimentar una vida de tan sólo tragedias y desgracias.


Vi una vez más al Hombre de Negro. Entró al bar como siempre y pidió una cerveza. Podría decirse que tomaría un gran esfuerzo el distraerlo o hacerle entrar en el mundo del bar que todos vivíamos. Bebía concentrado, al parecer inmerso en el abismo de sus reflexiones. Sin embargo, esta vez lo que logró llamar su atención, fueron los fuertes lamentos de un hombre que al entrar al bar se afligía fragorosamente. El hombre desconsolado se instaló en la barra al lado del Hombre de Negro. Este último estuvo oyendo sus lamentos durante unos treinta segundos y luego abrió sus ojos, tomó fuerzas y levantó la cabeza.

Cree usted necesario gritar desesperado su desgracia, y hacer cuan festejo posible sea con ella. Muy bien... y mañana cuando lo contrario ocurra, no habrá regocijo alguno, todo será normal y querrá quedarse en ello por siempre, para luego tener que llorar de nuevo. Qué gran alegría podría sentir si nota que sus desdichas son posibles. Sería hermoso si pudiera alegrarse al ver que su júbilo le permite el llanto.