Ah y es que no supe cuanto te extrañé, hasta que volviste…

Todo el tiempo veo personas y todas parecen tener un manojo de vida escaso
Las mismas pupilas dilatadas y el tacto frío, de ausencia

Como todos los días.

Busco, y solo encuentro los síntomas del padecimiento actual
Todos atados a un juego entre el polvo y las cenizas…
Y luego te veo a ti,
Y pareces saber algo que yo no
Pareces saber que es lo que esconde
la muerte en su laberinto finito llamado vida.

Quisiera verte cada vez que palpitan mis ojos
O en momentos donde la asfixia es insoportable
Pero eso te quitaría simplemente más tiempo
Más del que yo trato de zurcir para ti

Sé que va a llegar un día
En que tenga que contar mis historias:
En singular
Y ya no me dejen tratarte más
En el cuarto en que siempre cerrás los ojos
Por la burlesca claridad de los azulejos
En el cuarto en el que una vez
Tus jadeos fueron enviciantes
Y luego tú silencio, tan hiriente como el de mis cuchillos
En esa inmensa profundidad
Blanca y escéptica
Donde es inconcebible
Por tu extraña cualidad de sorprenderme
Que decidas sin ninguna vacilancia
Simplemente no despertar más

a plena luz de quirófano.