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Miranda caminaba por el inconmovible pasillo, podía escuchar a lo lejos el clamor de aquella que ahora ya debía de ser una mujer adulta. Tantos días había percibido la súplica que gritaba desde el fondo de su celda, pero el temor que le provocaba mirarla le había impedido entrar.
Se detuvo unos pasos antes de llegar, desde donde podía ver a la mujer que se encontraba sentada con las piernas cruzadas y con los brazos apretujándose las mismas contra el pecho. Cuando la mujer notó que estaba allí levantó rápidamente su cabeza, pero su rostro quedó oculto en las sombras de su prisión, esto le produjo a Miranda un leve alivio.


Miranda – ¿Querías verme?.
Mujer (con voz angustiada) – Hace meses que te estoy llamando, ¿por qué no viniste antes?... (Mirando volteó rumbo al pasillo) Esperá… perdona, no te vallas por favor…
Miranda (volviendo su cuerpo a la silueta que le hablaba) - ¿Qué necesitas? (la mujer se arrodillo suplicante y parecía comenzar la marcha hacia ella, sintió que el frío se apoderaba de su cuerpo) Quedate ahí. Si te acercás me voy. (la mujer retrocedió hacia la pared)
Mujer (casi como un murmullo) – por favor… necesito verlo… se que pensás que no me va a dejar salir, pero necesito intentarlo…
Miranda – Intentarlo?... ¿Vos te olvidas quien te encerró acá?
Mujer
(rencorosa) – No. No me olvido.
Miranda – Nunca te quiso. Sos un riesgo para nosotros.
(con total apatía, paseando su mirada por las paredes) Al principio no aullabas como loca, simplemente te mantenías en la obscuridad esperando. Después quisiste más, es tu culpa estar acá encerrada.
Mujer – No es cierto!,
(con voz acongojada) al principio él no era así, podía contarle la raíz de mi existencia y él habría sus brazos para que descansara en su pecho. Esa tibieza me hacía casi perecer bajo el influjo de su amor... (de pronto guardo silencio. Su mente parecía sumergirse en algún recuerdo que de tanta dulzura la hería).
Miranda (con reproche) – Y vos quisiste más…
Mujer – No!... un día noté que no quería verme a los ojos, su mirada, que sin querer se tropezaba con mi rostro parecía descomponerse ante los rasgos de la misma. Quise hablarle, pero hizo oídos sordos a mis palabras, reacciono dubitativo, y entendí que me evitaba.
(Miranda se mantuvo inmóvil, se estaba arrepintiendo de haber entrado). Fue por eso que fui a hablar con vos. Fui a pedirte ayuda y me aconsejaste que me ocultara y esperara en silencio su abrasador beso.

Miranda
(enojada)- Te dije lo que debía decirte, te aconsejé lo mejor para los tres. Pero no, vos no pudiste entenderlo. “El amor guarda silencio a veces para no lastimar al ser que ama”.
Mujer – MENTIRAAA!!!
-(gritó al tiempo que corría para sujetarse en las rejas. Tan brusco fue al acto que no pudo evitar mirarla)
Las ojeras de la mujer cortaban con profundidad su rostro, haciendo un juego caótico con esos ojos lastimados en sangre de tanto llorar. En el pecho desnudo se veía danzantes líneas negras que se apoderaban casi por completo de su busto, dejando en su recorrido una sombra obscura.
Mujer – Mentira Miranda, mentira (sin poder seguir sosteniéndole la mirada su carcelera bajó la cabeza. Ella no podía dejar de apretar los dientes mientras hablaba de tanta ira que sentía) por que no me ayudaste?, por que no me miras?.

Miranda
(casi en un grito) - Porque no puedo. No puedo verte a la cara porque descubro que creciste, porque noto tu pecho enfermo y no quiero verlo.
Mujer - Si mi pecho esta enfermo es porque crecí mientras vos fingías que yo no existía.
Miranda
– (tapándose los oídos y susurrando para no escuchar) “El amor guarda silencio para no lastimar al ser amado.” “El amor lo olvida y lo perdona todo.”. “El amor guarda silencio para no lastimar al ser …
Mujer – Mirame, por favor… “vos”, al menos mirame.¿No te das cuenta que aunque me ocultes de los ojos de él, yo me escapo por la rendija de los tuyos cuando guardas silencio?. ¿Cuándo miras una foto tuya de hace unos años atrás? O ¿Cuándo hablás de las personas que dejaste varadas por él en tu pasado?.

Miranda aturdida comenzó a caminar por el pasillo en dirección contraria.
Mujer (gritándole) – Sacame de acá Miranda. (cae rendida del cancio al suelo, apoyada contra la reja, con vos lastimosa) No quiero estar encerrada en tu pecho, por favor…
Miranda
(Enérgica y desconsolada gritando desde la mitad del pasillo) ¿Y de que serviría?... Vos misma lo dijiste. Si él quisiera verte le bastaría con mirarme.
Mujer – Si hablaras me escucharías. Yo podría por fin encontrar mi lecho de muerte y librar tu alma. ¿Mi cuerpo no te pesa acaso?, ¿ya no te cansaste de llevarme a todos lados?.


Se escucha lejano el ruido de las llaves que abren la puerta de entrada.
Miranda mira asustada hacia atrás – Disculpame, pero acaba de llegar, tengo que irme.
Mujer- (suplicante, comenzando a levantarse) Esperá Miranda. Abríme la celda, dejame que le hable.

Miranda sintió la lágrima que acariciaba su mejilla, toda su pareja pendía de un hilo. Probablemente si no dejaba salir a su prisionera sería ella quien moriría a medida que siguiera creciendo. Era conciente que podía guardarla por siempre en su pecho, pero se conocía. Si la liberaba se vería obligada a irse lejos de quien más amó en la vida, probablemente con el tiempo su pecho sanaría y las lágrimas se secarían pero ¿qué haría ella mientras tanto?. Estrepitosa corrió ignorando los lamentos de quien dejaba atrás de ella. Cruzó el pasillo y luego salto la puerta.

Miranda se vio nuevamente en su cama sentada frente al espejo. Una lágrima amenazaba con caerse y dejar escapar a la mujer. Rápidamente se acercó a su reflejo, tomó un lápiz y se delineó los ojos para evitar sospechas. Buscó su careta de felicidad de todos los días y se la colocó antes de que él lograra abrir la puerta de la habitación. Volteo con una sonrisa fresca y despreocupada impidiendo que alguien descubriera su tristeza.
Miranda – Hola mi amor, por fin llegaste! (saltando en los brazos de su marido)
Él (con fastidio) – Recién llego me podrías dar un poco de aire.
Miranda
(riendo) - perdoname mi amor. Es que no veía la hora de que llegaras. (susurrando para sus adentros) “El amor guarda silencio para no lastimar al ser amado”.
Mujer- (desde el fondo) - El amor no guarda silencio, tarde o temprano me vas a tener que sacar…

Texto agregado el 23-07-2012, y leído por 93 visitantes. (2 votos)


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