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Carrera de corazones

*
Jon Zabala, mira fijamente con devoción la imagen del Santo en su hornacina de la cuesta de Santo Domingo, son las ocho menos cinco de la mañana, y da comienzo el ritual, los mozos en completo silencio, levantan el brazo derecho asiendo enrollado el Periódico de Navarra, y al unísono, con sus potentes voces, entonan el primero de los tres cantos de rigor, antes del comienzo del encierro:

A San Fermín pedimos
por ser nuestro patrón,
nos guíe en el encierro
dándonos sus bendición.


Entzun arren San Fermín
su zaitugu Patrol
zuxendu gure oinak
entzierro hontan otri.
(1) Nota

¡ Viva San Fermín ! ¡Viva ¡
¡Gora San Fermín ¡ ¡Gora ¡

(1) Desde el año 2009, se canta el himno en euskera. En la hornacina del Santo en la Cuesta de Santo Domingo, cada mañana se colocan los pañuelos de todas las peñas alrededor de ella, con sus colores característicos y dos cartelones a un lado y otro del Santo, con la letra del canto en castellano y en euskera, para que los mozos canten la invocación de protección al Santo Patrón de Navarra. Se realizan tres cantos, a las ocho menos cinco, a las ocho menos tres y a las ocho menos un minuto. El cántico de las ocho menos cinco es el más concurrido ya que los mozos que quieren correr más alejados del inicio de la carrera, por Calle Estafeta, Mercaderes o más cerca de la Plaza de Toros, cantan para solicitar la protección y se marchan corriendo hacía sus puestos de carrera.

La mañana, se ha levantado fría en Pamplona, los mozos saltan y comienzan a estirar brazos y piernas para calentar los músculos, Jon a sus 53 años, se mantiene todavía en forma, pero ya no es el que era.


Dos meses antes, en la habitación 234 del Hospital General de Pamplona

- Papa, este año, no podré correr los encierros
- Hijo mío, este año correré por ti, te lo prometo, le he hecho una promesa al Santo, correré una carrera en los San Fermines, solamente le he pedido que llegue un corazón a tiempo para el transplante.


El hijo de Jon, se muere, una grave deficiencia cardiaca, lo tiene postrado en una cama del hospital, en espera de un transplante de corazón. Iker es un chaval de veinte años, fuerte, deportista, simpático y alegre. En un reconocimiento médico de su club de futbol, a principio de temporada, le detectaron una cardiopatía extraña, si no llega un corazón en un plazo de seis a nueve meses, Iker morirá sin remedio.

Son las ocho menos tres minutos en el reloj de la Iglesia de San Saturnino, los mozos saltan frente a la hornacina de la Cuesta de Santo Domingo, Jon se dispone a entonar el segundo cántico a San Fermín y repara en la camiseta del mozo que está delante suyo, un mozo alto, atlético, con una larga cabellera rubia rizada, en la espalda de su impoluta camiseta blanca, se lee Ángel y debajo una foto de su hijo Iker. Al levantar el brazo con el periódico para entonar el canto, roza levemente la espalda del mozo, un escalofrío recorre su cuerpo, inexplicablemente una sensación de bienestar inunda el cuerpo de Jon.



A San Fermín pedimos
por ser nuestro patrón,
nos guíe en el encierro
dándonos sus bendición.


Entzun arren San Fermín
su zaitugu Patrol
zuxendu gure oinak
entzierro hontan otri.

¡ Viva San Fermín ! ¡Viva ¡
¡Gora San Fermín ¡ ¡Gora ¡



- Hola, perdona que te pregunte, llevas una foto de mi hijo Iker, en la camiseta.
- Si, todos los compañeros de equipo de futbol de su hijo, hemos pensado llevarla en los encierros, como este año, no va a poder correr, le hemos dedicado este homenaje. ¿Cómo sigue, Iker ?
- Esperando el transplante
- ¡Ya vera, como llega a tiempo! yo también pido por él a San Fermín
- Y usted, ¿corre este año?
- Si, se lo prometí al Santo, hace unos veinte años que no corro, desde que nació Iker.
- El Santo, se lo va a agradecer seguro
- Venga, ahí viene el último canto



A San Fermín pedimos
por ser nuestro patrón,
nos guíe en el encierro
dándonos sus bendición.


Entzun arren San Fermín
su zaitugu Patrol
zuxendu gure oinak
entzierro hontan otri.

¡ Viva San Fermín ! ¡Viva ¡
¡Gora San Fermín ¡ ¡Gora ¡

Jon, se santigua delante de la hornacina de San Fermín, y besa - agachando la cabeza -, el pañuelo rojo que lleva anudado al cuello.

Los mozos empujan nerviosos el cordón de Policía Local que impide el paso, hacía los corrales de Santo Domingo, allí, encaramado al vallado, el alguacil de encierro, prende la mecha del cohete, en el cielo de Pamplona estalla el chupinazo. Va a comenzar el encierro de hoy.

El portón de los corrales de Santo Domingo, se abre, los pastores azuzan con las varas a los seis cabestros y a los seis toros bravos, que comienzan su frenética carrera, por la Cuesta de Santo Domingo. La Policía Local se aparta hasta los tablones del vallado y los mozos esperan nerviosos la llegada de la manada.

Ángel, mira a Jon, con sus profundos ojos azules, y le dice con su dulce voz,

- Jon, tu hijo vivirá, te lo prometo

**
—Te prometo. No tengas miedo, cuando yo te diga, corre, tú corres y no te despegues de mí. — le dice Iker a Soledad, un Iker a miles de kilómetros de Pamplona y del Iker en el hospital, pero con el mismo brillo que tenía Jon y su tío Mikel cuando salían a enfrentar las cornadas.
En ese tiempo republicano Jon se arrodillaba y pedía a San Fermín mientras que Mikel, desafiante, sólo se ponía el pañuelo rojo al cuello, y salían a enfrentar los toros y el futuro con camisas albas.

Luego vino la historia y muchas camisas albas se volvieron rojas de sangre y las rojas se ocultaron, castigadas. “No tengas miedo, cuando yo te diga corre, corre”. Y Mikel corrió tanto que se embarcó en el año '39 en el Winipeg con destino a Chile, una tierra al fin de Sudamérica y del mundo, uno de los tres países que levantaban la solidaridad del frente popular. Pero Iker chileno que instruía a Soledad no tenía tiempo de distraerse en lecciones de historia ni en su abuelo Mikel.

—No temas, corre conmigo. —Y soledad lo veía con su camisa de escolar y ese pañuelo rojo al cuello que él decía fue un regalo de su abuelo. Imposible no seguirlo, era el Zabala, el típico chiste del curso; “Agáchate que viene Zabala” y todos silbaban hasta que la bala pasaba por sobre el curso. Era cómo cuando Iker quería ser más diferente de lo que ya era y recitaba algo que nadie entendía

Entzun arren San Fermín
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zuxendu gure oinak
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Luego se arrodillaba y se ponía al cuello lo que hubiera, servilletas de papel o pañuelos simulados para ser festejado por todos por su creatividad de salir con esas cosas en las fiestas de curso.

—No temas. Son las siete cincuenta y cinco. Sole; ¿tienes miedo?
—Sí. Nos van a pasar por encima. ¿A qué hora comienza?
—A las ocho, dijeron, pero ya conoces a los compañeros. Y no tengas miedo, mi abuelo me enseño que son bestias, que pasan con sus bastones golpeando, pero que tienen más miedo que nosotros. A ellos les pagan por reprimir nuestras marchas por la educación gratuita, pero, supongo que son padres, o sea tienen miedo de que a un hijo le pase algo.

Soledad sólo se adhería al joven sintiendo el eco de su corazón en una cavidad infinita que no lograba entender del todo.

—Ahora no se atreverán, somos miles, mira la calle—. Le dice una Soledad temerosa y confiada en el corazón de Iker, que siente latir tranquilo, un corazón que se entrega pero no se regala.
—La verdad mi chiquita, depende de nosotros. Ellos están ahí desde siempre, somos nosotros los que hemos estado encerrados por años, es hora de salir a correr por las calles.
Ya son las siete cincuenta y nueve, o las ocho menos uno como dice mi abuelo Mikel.

***
Iker cerró los ojos y en ese instante el tic tac de su corazón se acalló.
¡Todo se silenció!.
Entonces, escuchó su nombre, más conscientemente, recordando que significaba “Portador de Buenas Noticias” (este, era su llamado a despertar su misión trascendental).
Automáticamente vinieron a su mente las últimas vivencias que había experimentado. Su percepción emocional personal, daba lugar a una visión imparcial, de espectador, de lo que hacía un instante consideraba su vida y ahora sabía que no.
Volvía a estar sin el traje virtual, y en presencia de los Maestros Kármicos, quienes lo acompañaban amorosamente en esta experiencia de autodescubrimiento álmico.
Ahora, analizaba su reiterada conducta. Había visto dos vidas paralelas muy intensas. Ambas tenían la misma frecuencia energética: la creencia básica de que el precio de renovar contrato con su vida, dependiese de enfrentar una persecución.
En el primer caso, Jon (nombre que significa Dios es Misericordioso) , quien tomaba el rol de padre, en esta experiencia, pagaría el precio amorosamente, encoméndandose a San Fermín (llamado que responde a la frecuencia: Aquel que es constante, firme, recio, valeroso y sólido), energía que Ikor ya había transitado y ahora como en una posta por su impedimento, lo haría Jon.
En la segunda vida siguiendo la misma base lo haría él, esta vez acompañado, con Soledad a quién él daba las directivas y el llamado de la energía de constancia, valerosidad, firmeza, solidez y vigor a través del canto, que su alma repetía como un conjuro inconsciente.
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Esto era acompañado de un pañuelo rojo al cuello, que significaba que la voluntad se materializase, ya que el chacra laríngeo, es el de la voluntad y el color rojo es de la materialización.
Los maestros le volvieron a recordar que podía elegir, que si bien estas elecciones estaban limitadas a la capacidad de sabiduría que dispusiesen en ese instante, la misma se habilitaba con créditos logrados en fe (la fuerza del espíritu puesta en acción).
Cuando humildemente se entregaba a lo Superior se abría el Portal de las posibilidades, que venían siempre acompañadas de “tareas oportunidad” donde debía aplicar las directivas recibidas, que se acreditarían en su tubo de fuerza, conocido como CPE o Centro Personal Energético (personal, por el rol o personaje que desenvolviese en ese instante).
Esto era analizado desde el laboratorio de Experiencias Álmicas.
Le explicaron que al colocarse nuevamente el traje esta realidad quedaría en su mente como un sueño más, que si no lo seguía se iría disipando hasta que, como en este instante la sincronización suficiente de entrega lograse que accediese nuevamente a este plano.
Iker comenzó a colocarse el traje y mientras lo hacía todo se oscureció y escuchó el tic tac de un reloj y alguien que decía que faltaba sólo un minuto para las ocho. Y entonces…

****
Entonces se vio corriendo en medio de una multitud, no encontraba a Soledad, las caras eran todas diferentes a las que conocía, en un costado había un santo que parecía posar sus ojos en el, todos corrían a su alrededor y un gran ruido se sentía a lo lejos, dio vuelta la cabeza y vio que venían unos toros tronando desenfrenados queriendo alcanzar a los concurrentes, los animales estaban cada vez mas cerca y el comenzó a cansarse mucho, las piernas no le daban más cuando todo comenzó a parecerle conocido. Recordó porque estaba allí.
De pronto sintió un golpe agudo en la espalda y cayó de bruces, un gran chorro de sangre iba corriendo por las calles de Santo Domingo, a lo largo de la cuesta todos seguían corriendo, desafiando a los toros, los policías acudieron al lugar donde se encontraba Ángel tirado con su larga cabellera rubia, vinieron dos camilleros y lo llevaron hacia la ambulancia que esperaba en la esquina, el abrió sus ojos de color celeste y sonrió, las voces se iban alejando y sonaban cantos conocidos para el:

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¡ Viva San Fermín ! ¡Viva ¡
¡Gora San Fermín ¡ ¡Gora ¡

Poco a poco se fue desvaneciendo, en el bolsillo de su camiseta blanca había una tarjeta que decía: “Si me pasa algo quiero que mi corazón sea de Iker, mi hermano, mi otra parte, el lo necesita”

Ya eran las ocho en punto y un médico corría con una gran caja en la mano, entró corriendo al Hospital, Iker se moría.

Todos esperaban en la gran sala cuando apareció el cirujano de gran fama, el eminente Doctor René Favaloro, que con grandes ojeras por el cansancio y tanta lucha hizo pasar a los parientes más cercanos.

El medico se sentó detrás del escritorio, Joan y su mujer en dos sillas del otro lado, temían lo peor, estaban ansiosos por saber.

Bueno, dijo con una voz muy tranquila, ahora hay que esperar setenta y dos horas, su hijo salió muy bien de la operación, el corazón trasplantado comenzó a latir inmediatamente, ha sido un verdadero milagro, pues por cinco minutos se nos habría ido. Ellos preguntaron quien era el donante.

--El donante es desconocido, solo encontramos el nombre Ángel en la remera manchada de sangre, preguntamos a los compañeros de su hijo y nadie lo reconoció, jamás lo habían visto. Joan se paró de golpe y se tomó la cara con las manos y se puso a llorar, el había hablado con el y supo que era alguien especial, había percibido la buena energía que tanto lo tranquilizó, ahora estaba seguro que su hijo viviría.

Dos años mas tarde los sanfermines estallan con el lanzamiento del chupinazo:

¡Pamploneses, viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!

Joan e Iker corrían entre todos emocionados, la promesa de volver a la carrera se estaba cumpliendo. Desde otro lugar alguien de ojos muy claros realizaba otra misión.

FIN



Texto agregado el 23-07-2012, y leído por 308 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
25-07-2012 Debo reconocer que mi "aporte" iba en la idea de que se hiciera un "montage alterno convergente", que ambas historias cobraran vida y avanzaran, para unirse al final. Felicitaciones a Silvimar que demostró talento y flexibilidad. NeweN
23-07-2012 ¿Un mismo hilo condutor? La narrativa impecable, note claramente a cada escritor, bueno entre el primero y el segundo menos. El ultimo hizo lo que pudo. Saludos !!! yar
23-07-2012 QUedó muy bueno el cuento, y creo que Silvimar se lució realmente. No era fácil cerrar esa historia dividida en tres argumentos alternos. ¡Mis felicitaciones a todos! IGnus
 
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