Había un pajarillo llamado chunchil, que poseía una rara cualidad:acostumbraba defecar sobre la cabeza del hombre peor del pueblo.
Una mañana el cuervo, curioso, quiso acompañarlo para verlo en acción. El chunchil no se opuso, así que volaron juntos hacia el poblado. Al llegar divisaron a un ricacho que se dirigía a empezar su negocio. "¿Es él?", preguntó el cuervo. "No", respondió el chunchil; ese hombre acumula dinero, con lo cual solo se hace daño a sí mismo". Luego, al pasar cerca de la cárcel, vieron a dos policías que llevaban esposado a un asesino. "Seguramente ese sí que es el peor malvado", dijo el cuervo. "Tampoco", replicó el chunchil; "ese hombre ha privado de la vida a un solo ser humano; si se arrepiente y se busca durante el encierro, puede que llegue a salvarse a sí mismo".
Y así, vieron a ladrones, mujeres infieles, narcotraficantes... hasta que divisaron al cura del pueblo que llegaba a su iglesia; antes de que pudiera entrar, raudamente el chunchil voló hacia él y defecó sobre su cabeza. "¡Cómo!" -exclamó el cuervo asombrado-, "¿el cura es el hombre más malvado? ¿No se dedica más bien a salvar almas?". "Al contrario", explicó el pajarillo prodigioso; "al hacer sentir a las gentes culposas con su infantil creencia del pecado y el perdón, del cielo y el infierno, las mantiene ciegas del espíritu y muy alejadas del verdadero corazón de la vida: esa es la peor maldad". |